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Apuntes para un mejor país

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Las reformas son las instancias a partir de las cuales las sociedades modernas buscan evitarse desgarramientos sociales, disolver o aminorar los focos de conflicto cuando éstos ya se han producido y dejado tras de sí heridas difíciles de subsanar.

[texto_destacado]Ejemplos en el mundo hay muchos en ambos sentidos. La Alemania nazi, seguida del fascismo italiano, encabezan la lista de países que lograron encontrar un camino de solución que les permitiría  salir de la deriva destructiva vivida bajo regímenes  totalitarios en los que se encontraban.

Una segunda categoría de países la encontramos en Escandinavia, países que desde la política consiguieron avanzar en derechos sociales y económicos, sin necesidad de vivir la misma experiencia traumática de sus países vecinos.

Otra categoría de países la encontramos en Latinoamérica, región muy esquiva a este tipo de soluciones. Cuando, por el contrario, han estado cerca de alcanzar reformas profundas, significativas para la vida de las personas, han terminado en feroces dictaduras como ocurrió con Chile, Argentina, Uruguay y antes Brasil, antecedidos todos por una larga lista de graves retrocesos similares.

Y es que, parafraseando a Bobbio, así como nacen nuevos derechos, también pueden perderse los existentes.

Específicamente en el caso de nuestro país, la lucha concreta por ampliar y/o consolidar derechos tiene un hondo sentido histórico. Los derechos básicos conquistados estas últimas décadas, que el movimiento popular y democrático le fue arrebatando a la dictadura cívico-militar (derecho a la vida; derecho a vivir en nuestro propio país; derecho a elegir a nuestros gobernantes; libertad de pensamiento; libertad de reunión) como el derecho a tener elecciones libres e informadas, que hoy se dan por hecho, son conquistas del pueblo de Chile y sus organizaciones políticas.

La derecha que hoy no quiere reformas, tampoco en ese entonces quería democracia. En este tiempo que transcurre, este sector ha adoptado e incluso profundizado, una postura implacable para allanarse a las reformas necesarias en materias tan sensibles como son las pensiones, la salud, la vivienda y su financiamiento acorde, de modo que las reformas demandadas por la población todos estos años, sean sostenibles en el tiempo.

Pero lo que la derecha quiere, en el fondo, es que su contraparte, es decir, el gobierno, se doblegue a sus valores y se haga cargo de convencer a la sociedad que sus intereses particulares, los de las AFPs y las Isapres, y los derechos como bienes de mercado, son del interés de todos.

Esa disposición negativa, en armonía  con el ideologismo del gran empresariado, se puede sintetizar en el espectáculo de la política Institucional alrededor de la reforma de pensiones, cuya dilación está arrastrando a todo el sistema político a mayor descrédito, aumentando la ya honda brecha que separa a la política Institucional de la sociedad y atizando de paso el malestar social.

“Siembra vientos y cosecharás tempestades”

No cabe absolutamente ninguna duda, que en el Gobierno y el mundo del progresismo y la izquierda, pesa sobremanera la compleja situación que plantea  el empate y fragmentación de fuerzas políticas en el Congreso, hecho resultante del anterior proceso electoral y que le impide al gobierno avanzar con las reformas comprometidas  en su programa.

Es un problema que  va mucho más allá del actual gobierno, sin embargo. Porque el bloqueo permanente y sistemático a los proyectos de ley que el Ejecutivo envía al Congreso, la pelea chica y el sinsentido para el resto del país, y en algunos casos el cahuineo, lo único que hace es seguir sentando las bases para que esa forma de hacer oposición, se reproduzca en un futuro próximo para quienes lleguen a gobernar, pero de paso acumulando más problemas y contradicciones que el país está hoy en condiciones de acordar y resolver.

El empate y la fragmentación de fuerzas políticas en la conformación del actual Congreso Nacional, como se ha dicho, se dificulta mucho más cuando se reduce la gestión política a un ir venir entre el Congreso y el Ejecutivo, como si se tratara de los dos únicos actores del quehacer nacional.

Ello, sumado a errores propios no forzados del propio gobierno, está generando o quizás más bien aumentando la confusión y el descontento hacia el gobierno del presidente Boric y sus dos coaliciones. Este cuello de botella, ¿cómo se puede superar, si además amplios sectores sociales continuan anhelando cambios que les mejore la vida?

Lo que sabemos, es que, sin lucha política que marque las diferencias entre las distintas miradas de país existentes, imposibilita que la población las pueda distinguir y finalmente opte entre ellas.

De este lado del arco político, existen insumos en abundancia para la lucha política. Por lo demás, si existe un consenso amplio, profundo, democrático y transformador en amplios sectores sociales, políticos y en el mundo de la cultura y  las letras, es la necesidad de avanzar en función de los derechos sociales y económicos, cuya mejor síntesis  la constituye el Estado social democrático de derecho.

Estado social como objetivo político

El objetivo del Estado Social es, pues, primero y antes que nada, un objetivo social y político. Posee  una narrativa y una concepción determinada de la democracia. Al ser un objetivo político -tal cual lo fue la lucha por la reconquista de la democracia en el caso de quienes nos tocó vivir ese periodo histórico- podrán haber avances y retrocesos, pero el objetivo sigue su curso en el relato  ya que forma parte indisoluble de la lucha por avanzar hacia formas más civilizadas de convivencia. No existe acá ruptura entre objetivos políticos de corto plazo, con aquellos más estratégicos y de largo plazo.

Si el gobierno, por los motivos que sea, no puede liderar ese relato, entonces es deber de las fuerzas políticas que lo sustentan – y de todas y todos quienes tenemos el convencimiento que es cualitativamente superior al estado subsidiario- el asumir la defensa, ampliación y fortalecimiento teórico, político  y conceptual del Estado social.

Mucho mejor y auspicioso es si, a estas alturas del partido, con todas las herramientas a su  alcance, el gobierno avanza en un diseño político para el tiempo que resta, porque las señales, hoy, son confusas, al no enfatizar una dirección y sentido que exprese una mejor conexión con su base social y política de apoyo y sus aspiraciones que, entendemos, van en el sentido antes descrito.

No vaya a ser cosa que cambie la disposición de sectores de la población hacia la política, en un sentido transformador y que sea coincidente con las ideas y conceptos del Estado Social, y la derecha se apodere para sí de él y mercantilice su contenido y alcance. Ya lo hizo en el último proceso constitucional y no existe razón alguna que indique que vaya a actuar en sentido  contrario.

En lo fundamental, el Estado social democrático de derecho, como se ha dicho tantas veces, le otorga centralidad al Estado en la provisión y garantiza los derechos sociales que el Estado subsidiario anula; descentraliza poder hacia las regiones; asume un justo equilibrio en la economía entre el papel industrializador del Estado, sin ahogar la iniciativa privada.

En materia de derechos, distingue adecuadamente el derecho político y civil de cada cual ha ejercerlos libremente, incorpora nuevas realidades tales como las demandas de los movimientos feministas y ecologistas; se hace cargo de la exclusión histórica de nuestros pueblos originarios; pero asume que el derecho político se queda huero si no está en interrelación positiva, como dicen los juristas, con los derechos sociales y económicos.

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3 Comentarios

Gonzalo vicuña

Muy buena reflexión, muy certera. Se puede predecir con relativa facilidad lo que podría suceder si la derecha insiste en negar la sal y el agua y los cambios necesarios que los chilenos necesitan para vivir mejor. Mejores pensiones, mejor salud, mejores estándares de vida. Como Cassandra, estos análisis no los cree la derecha, o pretenden no creer que el estallido social volverá a repetirse. Si la situación nacional no cambia, se obtendrá los mismos resultados. El egoísmo prevalece en la derecha, La generosidad de los empresarios y la UDI y Republicanos que los defienden, solo se hace presente en la Teletón o en alguna colecta para vender la pomada de que están con la gente de a pie, y la señora Juanita vote por ellos, que los ricos algo les darán: un bono bodas de oro por 50 años de casados, actualizado son menos de 400 mil pesos , siempre y cuando al final del trámite estén los dos cónyuges vivos, sinó solo la mitad. Gran política de Estado de Piñera. Que diferencia con la generosidad de los ricos de Estados Unidos. Hoy Ruth Gottesman regaló $US 1.000.000.000 (Mil millones de dólares), para que la escuela de medicina Albert Einstein, de New York de clases gratuitas. Después intentan hablar del legado que dejó el millonario Piñera, un legado de negocios turbios y ojos mutilados. Queremos ver que en su testamento dejó una Luca (one dollar) al menos, para educación. Difícil, porque para Sebastián Piñera la educación también era un negocio.

abechtold

abechtold

El punto, señor Cerpa, es que su famoso Estado Social se nutre de recursos que quita a los ciudadanos; con la premisa de «bondad» estatal, justicia social y otras hierbas, lo que hace es despojar a la gente de lo que ellos generan. El inicio de ese proceso es magnífico: se les quita mas a «los que mas tienen»; hasta que no alcanza con eso, ya sea porque los que mas tienen se van, o porque ya no les queda mas, o bien porque el sistema-bondadoso-estatal, para administrar los cuantiosos recursos necesita muchos administradores (sin contar además a los amigos, parientes, etc), con lo que se empieza a convertir cada vez mas en un Hoyo Negro que necesita quitar mas y mas , para repartir lo mismo o menos, dados los costos ya mencionados crecientes. Y el problema ahí se vuelve político: el inicio estupendo, en el que solo los mas ricos eran despojados, ahora ya no es tan estupendo porque se tiene que ir cosechando a las siguientes capas, que no tienen tanto dinero pero si son muchos……hasta que se llega a un límite: el 50%+1 de la población ya no se siente tan feliz de mantener al 50%-1; y ahí pierden el poder, pero patalean «para no perder derechos» con huelgas, paros, violencia.
Este ciclo es el que NO queremos vivir. No queremos ser Argentina, menos Venezuela. No queremos la «bondad» de un Estado que nos quita para, supuestamente, hacer el bien. Ya hemos visto eso; no es de verdad, y finalmente termina en situaciones violentas e injustas.

launion delrazonamiento detodas lastribus

Cada nueva Reforma que propone la izquierda es una nueva piedra en el zapato para todos los chilenos.
Aman el dinero, más que nadie, como decía Pablo Escobar, que los entendía muy bien.
Tenemos un Gobierno que ha usado Fundaciones para desfalcar al Estado, pero, hay dos detenidos apenas.
Un Gobierno que no hizo prevención para evitar incendios y
que hoy no hace llegar el dinero de las donaciones a las personas afectadas de los incendios,
porque su desvergüenza para robar y poner la cara de palo, o ni siquiera poner la cara, no tiene límites.

Se les ocurrió asociarse con un Gobierno repudiado en el mundo entero,
y las pruebas de la intervención militar extranjera saltaron a la luz del Llaitulazo
al que se sumaron todos los entes malignos de la izquierda
para confabularse, destruir a Chile y tomar el poder para seguir destruyéndolo…
¿Qué clase de vendidos son estos canallas?

La gente afectada por los incendios clama por ayuda, todos los días, todas las noches, cada vez que se van a dormir donde y como pueden y cada vez que necesitan beber agua, o ir al baño y a toda esa fiesta se suma la burocracia del Gobierno y su magnífica ineficiencia e inoperancia; ¿Todo sea por destruir Chile?

¿Cuándo se termina el care palismo del Gobierno y la protección de la derecha de todos sus crímenes?

Sí, crímenes, cientos quemados, decenas de miles fallecidos esperando atención, cientos de muertos en las calles asesinados ante las graves faltas del Gobierno a la Constitución y las leyes…