Luego de la dura derrota y fracaso del inédito proceso constituyente anterior, el lunes 06 de marzo iniciaron sus funciones tanto el Consejo de expertos (cuyo objetivo central es la redacción de un anteproyecto constitucional) y el Comité Técnico de Admisibilidad (órgano arbitral cuyo objetivo fundamental es la revisión de normas aprobadas tanto por el Consejo Constitucional como el Consejo de expertos), inaugurándose con ello este 3er proceso constituyente desde 2015.
Cabe hacer presente que este nuevo intento por redactar una nueva Constitución Política de la República fue posibilitado por un dilatado proceso de conversaciones y diálogos posteriores al plebiscito del 04 de septiembre de 2022 y que luego de 98 días consagró un documento titulado “Acuerdo por Chile” en el que se concuerdan tanto las bases constitucionales o “bordes” (límites muy cuestionados por varios sectores políticos, fundamentalmente en el actual gobierno) como los organismos encargados de redactar una nueva propuesta constitucional.Habrá que esperar qué dice el borrador y, luego, qué nos propone el Consejo Constitucional. Por tal motivo, no es irrelevante por quien votar
A diferencia del momentum[1] constitucional anterior, que posibilitó la instalación de una inédita asamblea constituyente, enteramente electa, con paridad de género y cuotas de participación a representantes de los primeros pueblos y sin límites o bordes para redactar la propuesta de nueva constitución, en esta oportunidad no es así; es completamente diferente, limitado y con resguardos de esos límites.
Es gracias en gran medida a la estrepitosa derrota en el plebiscito de la propuesta de la Convención es que los grupos políticos que resultaron “castigados” en los procesos eleccionarios de convencionales, desde la extrema derecha; pasando por Chile Vamos, hasta grupos que se auto definen de centro izquierda (parte de la DC, PPD y PRSD, fundamentalmente), buscan rentabilizar esta derrota para forzar institucionalmente la voluntad soberana manifestada inequívocamente en el plebiscito de entrada del 05 de octubre de 2021, en que la redacción de una nueva propuesta de Constitución Política debía surgir de un órgano colegiado electo en su totalidad y no por tres órganos, como ocurre en esta ocasión.
Las diferencias con el proceso anterior
La delimitación del debate respecto a la nueva propuesta constitucional ya supone una diferencia fundamental entre el anterior y el proceso actualmente en marcha. Lo que inmediatamente después de logrado el acuerdo con el gobierno y la derecha para llamar a plebiscito constitucional se puso en la mesa fue la carta blanca, por lo que instalar no solo un filtro sino dos (el comisión experta y el comité técnico de admisibilidad) antes del debate en el seno de un órgano colegiado, no necesariamente paritario y más representativo que la Convención Constitucional.
Otra diferencia se encuentra en otra condición impuesta por Chile Vamos, fundamentalmente, es la delimitación del debate en lo relativo a las bases institucionales, pero muy concentrado en la propiedad e iniciativas privadas. Por eso condicionaron el acuerdo a que se limitara la discusión de una nueva Constitución a circunscribir ciertos criterios o principios (los famosos “bordes”), algo impensado; a contrapelo del “momentum” constitucional de octubre de 2021 y que posibilitó que la Convención redactara sus propias normas (la llamada “hoja en blanco”).
Asimismo se puede indicar que las condiciones para la elección de los “consejeros constitucionales” la paridad de género o la representación de los primeros pueblos es probable que se presente muy diferente a la experiencia evidenciada en la elección de convencionales en abril de 2021, sin mencionar que para esta elección el número de escaños a repartir son menos, que el método de elección tiende a favorecer a grupos grandes o partidos fuertes con “N” de escaños pequeño, que no se garantizan de la misma manera la paridad a través de cuotas, como también es el caso para los primeros pueblos.
Todas estas diferencias se las saltaron todos quienes impulsaron tanto las negociaciones con el Gobierno como para sacar adelante el rechazo a la propuesta de la Convención, y; por tanto, aquellos grupos con interés de mantener el modelo de desarrollo actual, pero al que se le deben realizar modificaciones para que esta vez, sí o sí, la promesa neoliberal de la autorrealización se cumpla. Es decir, apoyando todo lo que se critica de la institucionalidad de la actual Constitución.
La transversalidad de los grupos de interés
Estas agrupaciones se encuentran desde los republicanos, pasando por todo Chile Vamos y entre esos grupos se encuentra “Amarillos” y también “Demócratas”, grupos autodefinidos como de centro y centro izquierda del espectro político, trabajaron arduamente y codo a codo con toda la derecha en defensa no del interés general, sino de salvaguardar las estructuras del modelo de desarrollo y de dominación: Un Estado Subsidiario y medidas focalizadas, o sea más neoliberalismo. No obstante, estos grupos han declarado su independencia del sistema de partidos “tradicionales”, mas por fuerza que por convicción (uno es formalmente un partido en formación, y el otro acusa intransigencia de otros para ocultar su debilidad de redes).
Mientras por su parte, la derecha considera que tiene cierto control sobre el proceso constituyente. Al hecho de haberse permitido burlar la voluntad soberana al lograr imponer tanto el comité de admisibilidad como la comisión experta, se observa un esfuerzo por encontrar rostros conocidos, pero en retirada, como la jugada de la UDI con el exministro de Justicia de Piñera, Hernán Larraín.
Frente a este escenario, para la izquierda chilena las elecciones al Consejo Constitucional es una batalla vital, pero carece de orgánica y fundamentalmente de un relato, de una épica, que le permita tanto articular una alternativa plausible para el electorado y de impulsar un proyecto de profunda transformación cultural, económica y política. En cambio, la izquierda se presenta atomizada, con una carencia preocupante de puntos de unidad entre las distintas facciones, con una imposibilidad de dialogar responsablemente, lo que hace pensar (en primera instancia) que para los votantes de izquierda se les hará más complejo armar sus listas de candidaturas que a votantes de la derecha, y quizá pueda darse que candidaturas más transformadoras o radicales queden fuera en favor de candidaturas conservadoras del modelo de desarrollo, simplemente por falta de unión y disciplina.
Habrá que esperar qué dice el borrador y, luego, qué nos propone el Consejo Constitucional. Por tal motivo, no es irrelevante por quien votar. A investigar las candidaturas, pero fundamentalmente, dialogar con convicción de lo que se ha ganado. Fin al Estado subsidiario, fin al Estado limitado, fin al Estado mínimo. Sí al Estado responsable, sí al Estado docente, sí al Estado empresario, sí al Estado de protección.
[1] Entiéndase esta expresión prestada desde la Física como un impulso, un movimiento que permite el desarrollo de un trabajo.
Comentarios
16 de marzo
Esta comedia o farsa en capítulos, momento constituyente, nueva constitución con olor a viejo, que la apruebe el 63% que rechazó la otra, y listo.
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