La violencia de género es un problema grave, que obviamente debe atacarse de manera integral; tanto con acciones inmediatas, como con acciones a largo plazo (educación no sexista y feminista).
Pero, si profundizamos en la naturaleza misma de la violencia y en especial “La violencia de Género”; encontramos que esta no llega al individuo como algo que está fuera de su control y que además, paradójicamente es una violencia selectiva (el sujeto puede controlarse frente a otros) y que desencadena una serie de resultados repudiables, tanto física como psicológicamente; ¿Qué tanto sabemos sobre sus orígenes, para poder atacarlos y no sólo contenerlos?
La violencia, se desarrolla dentro de un sistema de relaciones que se basan en la “dominación”; que puede ser: Del hombre hacia la mujer, del fuerte contra el débil, del poderoso contra su empleado, etc. La dominación, se logra a través del “poder”, siendo esta una característica que no vale por sólo poseerse, sino toma valor cuando se ejerce.La violencia de género es un problema social grave y es necesario afrontarlo urgentemente con una serie de medidas, tanto inmediatas como de largo plazo
El poder, muchas veces está sujeto a “verdades”; que repetidas durante generaciones han logrado generar la normalización y validación de este mismo; además, se requiere la existencia del “otro” para validar la existencia de un “yo” (Soy yo, mientras no soy el otro), fenómeno que se denomina estructuras de significación. La construcción social artificial, de una división binaria (hombre/mujer ó masculino/femenino), no tendría más finalidad de validar esta dicotomía entre “personas”.
El poder se ejerce contra un cuerpo; para Foucault: “El cuerpo es un territorio político en constante disputa y que las relaciones que se generan con otros cuerpos se basan en relaciones de poder; considerando el micro-poder como el poder sobre tu propio cuerpo, a otros poderes que van hacia otros; este territorio corpóreo es un instrumento productivo que se está constantemente amenazado por las relaciones de dominio y sumisión”.
Para iniciar el camino a la deconstrucción de este “poder”; debemos como sociedad enseñar a nuestros niños a ser “personas” primero y evitar que caigan en conceptos y prácticas patriarcales dominantes. Iniciar la desnaturalización de estos hechos como aislados, excepcionales, patológicos o bajo cualquier otra noción que oculte el trasfondo (La práctica patriarcal). Entender que es un concepto errado, que debe existir una relación de subordinación para que funcionen los sistemas inter-personales.
Cuestionar la “verdad”, es el paso necesario para entender que el género ha sido una estructura creada para ejercer subordinación y abuso de poder; siendo el género la madre de todas las violencias. Desde una visión basada en el transfeminismo, se debe descentralizar el sujeto “mujer” o “femenino”; desde una visión cerrada a un conjunto variado de identidades, que en su conjunto permiten difuminar el concepto inicial y generar transformaciones radicales en las realidades de género, sexo e identidad, que terminen por destruir los nefastos roles de género y todas las diferencias entre “personas”.
Judith Butler, explica: “La identidad de género, es más un hacer que una esencia. Un hacer, un actuar, y no un atributo con el que los sujetos toman por “naturaleza”. Hablar de performatividad del género implica que el género es una actuación reiterada y obligatoria en función de unas normas sociales. El género, como categoría, se presenta discursivamente y en forma de constructo performativo que genera norma. En la repetición y a través de esta iteración, se reiteran los roles identitarios y lo fluido va solidificándose, dotando de naturalidad a los constructos genérico-sexuales.”
Entendemos, que el género es una máquina que construye el sujeto masculino y femenino; dentro de esta matriz heteronormada, es el hombre quien ha sido determinado para gobernar el cuerpo “femenino” y que estos constructos se validan como “naturales” dentro del discurso de poder; mediante la visibilización de estas normas de género, es posible invertir el proceso y deshacer estas construcciones y lograr de esa manera, la inconsistencia del discurso que valida el género, las diferencias y por ende la violencia de género.
Por lo tanto, la teoría de Butler; nos emplaza a no seguir reforzando los significados culturales del de género dominante, significados que nos etiquetan, nos coartan y estigmatizan, nos restringen, nos censuran e incluso nos matan.
Conclusión:
La violencia de género es un problema social grave y es necesario afrontarlo urgentemente con una serie de medidas, tanto inmediatas como de largo plazo; dentro de este contexto, el transfeminismo aporta herramientas políticas de resistencia, transformación y reivindicación; identificando el género como un dispositivo que produce cuerpos diferenciados y jerarquizados, perpetuando la violenta de las categorías hombre y mujer, con el fin de mantener el orden social establecido; además, considerando el género en sí mismo es un mecanismo de control social.
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