Sebastián Dávalos, el hijo mayor de la Presidenta y «Primer Damo» de la nación -sí, no es chiste-, está siendo observado por todos. El caso es que su mujer, la nuera de la mandataria, pidió un préstamo por aproximadamente seis mil millones de pesos al Banco de Chile, propiedad de los Luksic, con un patrimonio insuficiente para dicha operación, cosa que no pasa comúnmente, para comprar unos terrenos. Y según se cuenta-para ponerle más cizaña al tema, como a nuestros medio le encanta- el crédito fue aprobado una vez que ganó Bachelet la Presidencia.
La reunión de Dávalos y la nuera con Andrónico Luksic, ha estado en todos los medios. Algunos dicen que no es tanto, que es una estrategia de la derecha para desviar el tema. Otros, sin embargo -y tratando claramente de mirar para al frente antes que para el lado- dicen que es peor que el caso en el que está involucrada la UDI en pleno.Sebastián es el gran error político de Bachelet. Haberlo puesto en un cargo inventado, luego de que se estaba tras él durante la campaña de la mandataria, es no entender y no tener sintonía real con lo que la gente está pidiendo.
Despejemos el asunto: no es peor. Es feo, genera desconfianza hacia grupos de poder, pero no es peor. Acá no están involucrados nuestros impuestos, ni hay un fraude al Estado. Acá hay una transacción entre privados que puede generar muchas-demasiadas- suspicacias, y está bien que eso pase porque, seamos concretos, a nadie le hacen un crédito de esa cantidad teniendo un patrimonio que no da el ancho.
Es por eso que al respecto -y con toda la ola de palabras y frases para el bronce que se han despachado en estas horas- es bueno aclarar las cosas.
Primero, es esencial que el Gobierno hable, explique si había conocimiento de esta transacción y si es posible que un ciudadano que es pariente cercano de la primera autoridad de este país tenga esos privilegios. Es primordial que se haga algo con la figura de un Dávalos que es el primer flanco de una derecha desesperada y ansiosa.
Lo segundo tiene que ver con los medios, es decir con esa derecha atorada de ansiedad. Porque es difícil leer un artículo sobre Dávalos en La Tercera o El Mercurio sin ver en ello un interés político más allá de un interés por el tema en cuestión. Resulta casi imposible poder ver con confianza notas sobre un tema que interesa y crea interrogantes en medios que tratan de mostrarnos una cierta neutralidad que, como lo sabemos, no es tal.
Es decir, solamente se crean más preguntas sin respuesta y más motivos para dudar de quienes nos gobiernan, cosa que no es sana en una democracia que intenta ir fortaleciéndose cada día. Por lo tanto, resulta importante insistir en lo importante de que la autoridad tome conciencia de lo que pasa y de lo que puede pasar si es que no hay medidas políticas o aclaraciones precisas y concisas que puedan, de una vez, dirigir la discusión hacia algún lugar concreto.
De lo contrario nada será muy claro, debido a que La Moneda no puede esconder la cabeza cuando sabe el calibre de las personas que dan la información. Sobre todo si es que Dávalos es claramente el punto débil de una administración que ha estado haciendo cambios que no a muchos les gusta.
Porque seamos sinceros: Sebastián es el gran error político de Bachelet. Haberlo puesto en un cargo inventado, luego de que se estaba tras él durante la campaña de la mandataria, es no entender y no tener sintonía real con lo que la gente está pidiendo. No queremos príncipes, ni monarcas de ninguna especie y eso es porque los privilegios de unos pocos nos han marcado a sangre y fuego. Nuestra institucionalidad es hecha para el privilegio de los mismos de siempre y estamos aburridos de ella. Por lo mismo no queremos nuevas monarquías, ni nuevas maneras de llegar al privilegio por el solo hecho de tener poder.
La Presidenta tiene la oportunidad que muchos que la antecedieron no tuvieron, la que consiste en romper con redes de protección, con relatos impolutos y panfletos sagrados de un neoliberalismo cada vez más puesto en entredicho, en el que todos competían, pero sólo algunos eran los elegidos. Por eso no puede haber un elegido entre sus filas. Al igual que el caso de préstamo se ve mal. Y cuando algo se ve mal, acuérdese, siempre van a estar los medios y el discurso hegemónico para recordárselo. Sobre todo si no piensa como ellos.
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