Las drásticas medidas de aislamiento social requeridas para contener el Covid-19 y que han obligado a la autoridad sanitaria establecer cuarentena en comunas del sector oriente de la región Metropolitana, como también en algunas ciudades de provincias por un tiempo determinado pero prorrogable de acuerdo a las circunstancias, ha significado que muchas personas que viven al día a día comenzarán a sentir la urgente necesidad de salir a trabajar para poder traer sustento a sus familias. Si bien ellos entienden los riesgos, la alternativa de quedarse en casa sin alimentos en la mesa es igualmente difícil de tolerar.
La comunicación en esta crisis, por tanto, debe subrayar un elemento esencial: la unidad de todos los sectores para enfrentarla con éxito y dar los mensajes necesarios para que la población actué como parte de la solución, lo que requiere una información lo más completa posible y accesible a la ciudadanía.
Sin embargo, el Presidente Piñera, como es habitual, envenena el debate público, fracciona a la sociedad y, en definitiva, entorpece los acuerdos con su pulsión por el espectáculo, convirtiendo la política en pura teatralidad. Esta lógica lo impulsó el viernes pasado, cuando ya habían pasado varios días de decretarse que la gente se quede en casa, respetando la cuarentena, exigiendo salvoconductos para comprar pan y otros insumos básicos, soportando largas filas para comprarlos, el Mandatario le ordena a su comitiva que se detenga en la plaza Baquedano/Dignidad que ha sido un símbolo del estallido social contra su gobierno. Ha sido una provocación impropia de un Jefe de Estado que solo puede explicarse por su frivolidad populista congénita y su pulsión por la teatralidad que lo hace proceder con prepotencia e indolencia, al igual como lo hizo al salir a comer pizza a un restaurante con sus nietos cuando se iniciaron las masivas movilizaciones sociales en octubre.Lamentablemente, el Presidente en esa plaza no mostró Dignidad, pues tuvo una conducta tan irresponsable, torpe e inepta; violando, además, la cuarentena obligatoria en ese sector y decretada por su propio gobierno
Acorde con su personalidad narcisista, de situarse sobre los demás, se hace fotografiar sonriente en el lugar donde su gobierno ha avalado la violación de los derechos humanos por parte de Carabineros. Y en momentos que el país requiere unidad, su conducta solo divide ¿El inflado ego del Presidente pretendía humillar y minar al movimiento social con su arrogante y provocativa sesión fotográfica en la ya citada plaza?
Lamentablemente, el Presidente en esa plaza no mostró Dignidad, pues tuvo una conducta tan irresponsable, torpe e inepta; violando, además, la cuarentena obligatoria en ese sector y decretada por su propio gobierno, lo que refleja que Piñera está lejos de levarse a la altura del cargo que ostenta y sigue sin comprender como debe comportarse un Jefe de Estado en medio de una enorme crisis social y sanitaria. Es tiempo que Sebastián Piñera se conduzca como tal, lo que implica cambiar su escala de valores y su pulsión por el espectáculo chambón.
El neurólogo Peter Garrard dice que «el poder altera la neuroquímica del cerebro y lo degrada de forma más profunda y persistente cuanto mayor y más duradero es ese poder, y lo degrada del todo si carece de límites». El proceder de Piñera indica que el poder lo ha desconectado con la realidad exterior, la cual para él solo se ha convertido en señales lejanas de un universo ajeno por estar convencido de que es él quien crea la realidad, como bien lo expresa Garrard.
Por otro lado, la opacidad e inconsistencia de los datos de los informes epidemiológicos del Ministerio de Salud omiten antecedentes como la caracterización de los pacientes en cuidados intensivos, tiempo desde el inicio de los síntomas antes de ingresar a la UCI, complicaciones presentadas, sexo, edad, enfermedades asociadas, test diarios en cada centro de diagnóstico del país y tiempo promedio de aquellos exámenes en espera de confirmación en cada uno de ellos. Sin estos antecedentes es muy difícil para la comunidad médica y los especialistas epidemiológicos hacer análisis prospectivos de los efectos de la pandemia en la población y para tomar decisiones estratégicas logísticas de parte de las autoridades para manejar la pandemia a un mínimo.
Por último, si el gobierno piensa que el Covid-19 congeló la revuelta social, estaría auto engañándose puesto que las razones que la provocaron siguen presentes. Además, las principales victimas de la crisis sanitaria y social, son también los que se movilizaron por un cambio del modelo económico vigente. Por eso es necesario no creer que el coronavirus sepultó las reivindicaciones sociales expresadas masivamente en octubre del año pasado y exige -de parte de las autoridades- dejar de confiarle al mercado la gestión exclusiva de la globalización y el porvenir del planeta.
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