El joven Horton, para justificar su doble estándar, su doble discurso y su travestismo político-consumista, señala que vive burguesamente y educa a su hija en uno de los mejores colegios privados del país, “por miedo”. Realmente no es digno de ninguna categoría intelectual este expediente “del miedo” para justificar una vida cómoda y regida por los cánones del sistema que él ataca, discrepa y dice ser el que ha jibarizado a la sociedad chilena.
Hace unas semanas atrás circuló en las redes sociales la carta abierta que el actor Mario Horton escribió en respuesta a una invitación que se le hizo a participar de la campaña de la Concertación o Nueva Mayoría. En dicha respuesta a no aceptar la invitación, este actor hace un juicio político y moral a la Concertación con carácter inexorable. Él señala que respeta a la candidata Michelle Bachelet, pero que lisa y llanamente se abstiene de participar, primordialmente, porque significa apoyar otra vez a la Concertación de la cual está desilusionado y califica a sus líderes de “dinosaurios tecnócratas”.
En los juicios del joven Horton, no hay ningún juicio meritorio. Su carta repite las diatribas anticoncertacionistas que circulan en las redes sociales desde más o menos desde comienzos de las protestas universitarias en abril del 2011, y que él toma como juicios agudos y personales y lacerantes contra nuestra coalición.
El joven Horton, para justificar su doble estándar, su doble discurso y su travestismo político-consumista, señala que vive burguesamente y educa a su hija en uno de los mejores colegios privados del país, “por miedo”. Realmente no es digno de ninguna categoría intelectual este expediente “del miedo” para justificar una vida cómoda y regida por los cánones del sistema que él ataca, discrepa y dice ser el que ha jibarizado a la sociedad chilena.
El miedo, joven Horton, es otro. Fue el miedo que usted no padeció. Ese miedo que te rigidiza, que te convierte en un autista cuando ves pasar la caravana del Dictador rajando las calles. Es el miedo que te ronda a cada instante, ese que clandestiniza todas tus emociones, sentimientos y sensibilidades sociales. El miedo, joven Horton, es un miedo duro y helado, como el de las sesiones de tortura. Es el mismo miedo a desaparecer de un día para otro porque el poder total así lo decide. Es el miedo que termina por instalar la autocensura, la autonegación y te desmigaja totalmente.
Joven Horton, la Concertación es parte importante y relevante en la recuperación de la Democracia. Es la coalición que aglutinó y supo interpretar y liderar el confrontamiento contra la Dictadura, y contra una derecha que era renuente a entregar el poder total. ¿O usted cree que toda esta fluidez con la que hoy debatimos y vivimos y expresamos, era la misma que en 1989 yen la década del 90?. Sin la presencia de los dinosaurios políticos que usted menciona, sin la experiencia y el peso de ellos, no hubiese sido posible recuperar la democracia, y eso tiene un valor, pese a quien le pese.
Ahora bien, usted se mete en una tema profundo, que no se puede reducir a esa fraseología dominante que se instala en 140 caracteres y que se da por hecho irreguardible, ese de que el “sistema capitalista está acabado”, de que estas “estructuras relacionales” de las cuales usted menciona, tienen supuestamente cosificado al hombre moderno, donde hace que todos “le teman al futuro”. Usted da a entender que el sistema capitalista, per se, no da seguridad, no da estabilidad y tiene sumergidos a todos en una incertidumbre total respecto del futuro. Tomando este punto de vista suyo, parece que así se entendería su propia debilidad e inseguridad, que ante el “miedo a ese futuro”, usted en lugar de refugiarse en su auto estima, en sus valores y concepciones de vida y en su familia, usted corre a refugiarse en el consumo, al cual desparpajadamente lo camufla de miedo y es donde usted está instalado. Siendo bondadoso con su argumento, puedo reiterar, entonces, que usted y sus miedos, los protege con el consumo más sofisticado posible, como lo da a entender. En este sentido, podríamos decir que el sistema capitalista tiene una trampa: la inseguridad que produce una sociedad de clases, los individuos la cubren con el acto de consumo, y el acto de consumo al involucionar al individuo, logra algo hermoso, lo logra encantar y maravillar y esa angustia y miedo la sublima en el acto fetichista del consumo y se entrega a éste.
No deja de ser interesante su juicio sobre el miedo y el acto de consumir. Pero presumo que usted no quiso decir esto, ni lo atisbó.
Pero sigamos con su opinión sociológica sobre “estas relaciones estructurales que nos hace temerle al futuro”.
¿Usted cree de verdad que los estados benefactores absolutos, ya fracasados y que atentaron contra la libertad humana, son la respuesta a este supuesto capitalismo devorador? ¿Usted cree que en un modelo donde el mercado no regule los intercambios provechosos, se pueden resolver todas las injusticias y desigualdades sociales que aún no se resuelven en el sistema de libre mercado?Porque cuando usted repite como loro que la Asamblea Constituyente y la supresión del binominal, terminará con todos los problemas no resueltos aún, sólo me cabe decirle lo siguiente: la Asamblea Constituyente es sólo un mecanismo, no el único, para poder hacer cambios a una Constitución, y no es evidente ni automático que la Asamblea Constituyente generará cambios por sí solos. El tema relevante, para desamordazar algunos aspectos de nuestra constitución vigente, es la voluntad de cambiar lo que importa y no el mecanismo. Mientras no haya consenso sobre el mecanismo para cambiarla y no haya voluntad política de la derecha (lea bien: derecha, no Concertación) ningún cambio podrá llevarse a cabo.
Hay un paréntesis que no debo dejar de hacerle a usted y a muchos que con mucha facilidad opinan de política, y es decirle que una democracia es algo muy distinto de una dictadura. En democracia se gobierna con oposición, y muchos proyectos de ley impulsados por nuestros ex presidentes y por nuestra coalición, si no fueron leyes aprobadas, se debe a que en democracia se debate, discute y se vota. Y en esas votaciones muchas de nuestras iniciativas que interpretan los anhelos de la ciudadanía, fueron vetados por la derecha.
Así es que deje esa frasesita y ese lugar común de que en veinte años no hicimos nada. Porque si bien pudiera, le puedo recordar todos los cambios esenciales que hicimos, sí le puedo recordar cuáles fueron nuestros ejes programáticos y cuáles nuestros correlatos políticos de cada periodo presidencial; y que sí le cambiamos el rostro al país y sí hemos ido mitigando la pobreza, cosa que dificulto una economía socialista pueda hacer.
Hacer una política de consignas, como la que usted hace, es una política de callejón.
Termino por decirle, que mientras la Concertación no fue funada y estuvo bien aspectada, a usted y un montón de actores y artistas faranduleros, no trepidaron en sacarse fotos con nosotros. Ahora, que curiosamente, han querido no reconocer nuestra obra y desacralizarla recurrentemente, casi con espíritu golpista, le es más “cómodo y políticamente correcto”, desmarcarse.
Joven Horton, hay que morir con las botas puestas y es más valiente defender a una Concertación troleada, funada, que ganarse al lado de los descorazonados, porque ahora es “bien visto” ser antisistema y repetir una serie de “consignas mediáticas” y falaces varias de ellas.
En definitiva, usted y muchos que nos han dado la espalda, van donde calienta el sol, y así mantienen su statu quo en las redes sociales.
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