La repugnante noticia de que la Cámara de Diputados no pudo sesionar porque los honorables no llegaron a trabajar, no es algo nuevo. Hace un tiempo pasó lo mismo y se excusaron con la lluvia y el atochamiento que ésta producía. ¿Cómo es posible que la ciudadanía permanezca pasiva ante este descaro de la democracia burguesa? ¿Puede llegar más lejos la confianza que tienen estas sanguijuelas impuestarias en la institucionalidad del Estado? ¿En la pasividad del pueblo?
La propiedad privada afecta directamente en los dos pilares fundamentales de la existencia expuestos anteriormente; La tierra y la vida. El capitalismo agota ambas fuentes, como dijo Marx en El capital, y el Estado las posee como propias.
Partiendo de la premisa de que el “Estado es aquella comunidad humana que, dentro de un determinado territorio reclama (con éxito) para sí el monopolio de la violencia física legítima» (Max Weber), la única forma de que el Estado garantice la libertad de cada individuo es desapareciendo, autodestruyéndose.
La Presidenta de la República, del partido socialista, traiciona extremadamente toda y cada una de las bases del socialismo -que en el fondo es libertario- al permitir la misma sostenibilidad del Estado y la propiedad privada. La violencia estatal puede tomar dos formas: violencia en forma física y violencia en forma de imposición.
La Araucanía es el epicentro de la explosión represiva del Estado, represión directa contra un conflicto que la misma institución ha creado desde el siglo XVIII. ¿Cómo es posible que un grupo de personas, por tener en su poder un conjunto de mercancías que adquieren un valor abstracto, puedan poseer una tierra determinada? Si el Estado es solo un conjunto de personas (no somos todos, como alguna gente suele creer), ¿tiene el derecho de apropiarse deliberadamente de una tierra o espacio físico cualquiera? Esta es la ocupación a través de la violencia física de la tierra, el primer pilar fundamental de la existencia.
El segundo tipo de violencia, la imposición, se ejerce sobre el segundo pilar de la existencia: la vida misma. El Estado, es decir, el grupo de la burocracia privilegiada, al poseer la tierra, tiene también -de forma indirecta- la vida de todos los habitantes. La imposición se da desde el inicio mismo de la vida al obligar la aceptación de la nacionalidad o ,en otras palabras, al aceptar el territorio que se ha adjudicado como propio el Estado. Luego de un proceso de adoctrinamiento, se imponen héroes, creencias, religiones, etc. El Estado moldea a través del sistema educativo al individuo para que éste no cuestione al opresor, para que piense que el buró es elegido, que es el pueblo el que gobierna. Luego, viene la imposición más brutal, el impuesto (para pagar su propia dieta y la infinidad de ministerios), la venta de la tierra, el agua, etc. Todas las necesidades básicas del hombre deben ser pagadas, porque el Estado se ha apoderado primitivamente de todos los medios de subsistencia.
Y nos han hecho creer que Estado es contrario a propiedad privada. Que lo estatal es »público». Nada más errado de la realidad. Queda demostrado que este solo es la unificación de un grupo de personas que persiguen intereses propios, a costa del de la mayoría.
Como escribió Aldous Huxley allá por el 1932, «Una dictadura perfecta tendría la apariencia de una democracia, pero sería básicamente una prisión sin muros en la que los presos ni siquiera soñarían con escapar. Sería esencialmente un sistema de esclavitud, en el que, gracias al consumo y al entretenimiento, los esclavos amarían su servidumbre.»
La propiedad privada afecta directamente en los dos pilares fundamentales de la existencia expuestos anteriormente; La tierra y la vida. El capitalismo agota ambas fuentes, como dijo Marx en El capital, y el Estado las posee como propias.
¿Aún te quedan dudas sobre la abolición del Estado?
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