La interpretación política del sumak kawsay / suma qamaña que, por el 2010, hace Luis Maldonado, indígena e intelectual ecuatoriano, los presenta en la perspectiva de construcción de un nuevo tipo de Estado. Ecuador y Bolivia, después de los recientes procesos constitucionales de 2008 y 2010, se ponen en el camino de la creación de un “Estado plurinacional”. Muchos obstáculos atribuibles a siglos de dominación política, económica, de paradigma y espiritual, aparecen para dificultar y retardar este proceso.
La traducción buen vivir / vivir bien emerge, para nosotros, en estos tiempos, como una cuestión novedosa. Para los pueblos indígenas kichwa, quechua, aymara, habitantes de esos países, en cambio, se arraiga en tradiciones ancestrales más o menos conservadas. Su instalación constitucional como “principio ordenador” no como mero recurso declaratorio -incluso como “paradigma alternativo al capitalismo”-, les otorga, esto sí, una nueva significación. El entusiasmo con esta posibilidad ha hecho que ella se amplifique hasta proponerla como vehículo de un cambio de época. Un “cambio civilizatorio”. Esto es, la posibilidad de que un proyecto político y social de raíz indígena latinoamericana, se yerga en una alternativa que la lucha anti neoliberal global ha estado esperando.
Después de un proceso de 200 años de los Estados republicanos latinoamericanos, los pueblos indígenas y movimientos indigenistas de algunos de estos países, parecen haber logrado la fuerza organizativa como para aparecer planteando esta propuesta política. Para ellos el colonialismo, primero español -hasta los procesos independentistas-, luego del mundo moderno capitalista dominante, mediado por las oligarquías y elites nacionales, ha perdurado en el imaginario de los pueblos -la cotidianidad de las culturas-, en las estructuras sociales y en la institucionalidad de los Estados.Resulta interesante notar cómo se experimenta el sumak kawsay en la vida cotidiana de los pueblos indígenas que lo nombran
Por estos mismo años se ha producido también una suerte de alianza política entre una nueva generación de pensadores indígenas con una intelectualidad criolla urbana. No es menor la sintonía encontrada, por ejemplo, respecto de los discursos ambientales, donde los modos de vida indígenas aparecen como una alternativa fuerte respecto del fenómeno de calentamiento global que amenaza la continuación de las culturas.
¿Es posible construir el sumak kawsay / suma qamaña en un contexto neo-colonial? Maldonado dice que esto implica siempre el riesgo de constituirse sólo en un remozamiento del capitalismo.
Después de la llegada a las constituciones, es necesario que la propuesta del sumak kawsay / suma qamaña se vuelque en una “refundación de los Estados” en vista del Estado plurinacional, como la manera de una convivencia efectiva de los diferentes pueblos y culturas en procura de una necesaria alternativa de mundo.
De cierta manera se trata de reivindicar algo tradicional, una mirada al pasado, pero en un movimiento, llamémoslo, contra-hegemónico. Se trata de redescubrir una “reserva de valores y de saberes” siempre en vista de una alternativa al presente global, que también reconozca las limitaciones de las alternativas evolucionistas y dialécticas.
El momento constituyente abrió el entendimiento para percibir las insuficiencias e ilusiones de los desarrollos con adjetivos: desarrollo sustentable, desarrollo humano, desarrollo con identidad. Ante todo el que perdurara en ellos una comprensión de la existencia humana dentro del mismo paradigma de la modernidad.
Un paso adelante, en Ecuador, el llamado “Plan Nacional de Desarrollo” pasó a denominarse “Plan Nacional para el sumak kawsay o buen vivir”: el desarrollo fue sustituido por otro sustantivo. Esto no significa que la vertiente indígena sea ya bien comprendida. Hay que insistir en la experiencia de la interculturalidad como fundamento de una experiencia alternativa, para prevenir el riesgo de encontrarnos un día con la “categoría” indígena vaciada de su sentido y traducida a una forma funcional al paradigma que se quiere dejar. Algo de eso ha pasado ya en el Ecuador durante la segunda década del siglo XXI: la múltiple repetición de la expresión y la vaguedad creciente de su significado.
Además, hay una forma cultural occidental que ha ocurrido en los mismos tiempos que el sumak kawsay/suma qamaña. Se trata de la llamada “posmodernidad”, que tiende a producir la mera mezcla de los mundos en un pastiche donde todo finalmente se homogeniza de acuerdo al paradigma dominante.
Resulta interesante notar cómo se experimenta el sumak kawsay en la vida cotidiana de los pueblos indígenas que lo nombran. Es decir, atender a que el decir no refiere necesariamente a una visión de tipo utópica de la existencia tradicional, sino a unas “costumbres” de las gentes.
Comentarios