Durante la próxima semana la universidad Santo Tomás ha convocado al mundo católico a reflexionar sobre la última encíclica del papa Francisco Laudato Si, bajo el título de una “Ecología integral”. Pero a ¿qué se refiere con ecología integral en nuestro contexto social chileno?
Al enfrentar el tema, una primera impresión que nos puede dar la carta es sintonía con los distintos movimientos sociales que van surgiendo y que aparecen en el etiquetado de activistas ambientales, pero en realidad la encíclica encierra un contexto más profundo de lo que aparenta, demandando a los hombres, especialmente a los “más poderosos”, a ser conscientes del daño provocado a la naturaleza y, por consiguiente, el constante empobrecimiento de los hombres que vivimos en esta tierra.Los católicos una vez más estamos llamados a asumir la responsabilidad del desastre ambientan de nuestro país, porque de lo contrario, esto nos seguirá llevando a un Chile más pobre, injusto y, sin duda, más ciego frente a los poderosos que hoy ser sirven de los bienes que han quedado a nuestro cuidado.
Hemos visto durante estos últimos meses distintas muestras de manifestación en contra de las grandes empresas presentes en sectores vulnerables de la población. Y sabemos que estas empresas abarcan el mayor porcentaje de extracción de los recursos naturales presentes en nuestra tierra. Si bien es cierto que el país se ha encerrado en un grito de injusticia frente a la desigualdad económica – social, responsabilizando al estado, estas empresas, muchas de ellas sin una conciencia ética y de responsabilidad, siguen saqueando los recursos naturales, y en esa jugada “productiva” -como le llaman- siguen destruyendo descaradamente los recursos naturales.
Hoy como país nos compete manifestar con voz clara y fuerte esta sobre explotación y deterioro que están provocando las industrias irresponsables, que muchas veces se ocultan bajo la delgada línea de los “parámetros ambientales permitidos”. Esto se complica mucho más a ver los distintos escándalos políticos que nos llevan a dudar si esos “parámetros ambientales permitidos” realmente existen o también han caído en la jugada económica de la corrupción empresarial y política. Es un misterio que se revelará con el paso del tiempo, como ya está sucediendo.
En este contexto, me parece muy válido la propuesta que hace el papa Francisco en su escrito, donde claramente demanda “cambios profundos” en los estilos de vida, sobre todo en los modelos de producción, de consumo y en las estructuras de poder, llamándonos al tan famoso, pero tímido “diálogo integral” sobre la ecología, que reúne a todos los actores sociales a enfrentar de cara a la verdad el gran problema que estamos viendo y que nos conduce a la pobreza social, como ya lo podemos ver en el sur de Chile.
En este llamado al diálogo sobre la ecología integral, el papa Francisco nos demanda ser conscientes del “depósito de porquería” en que estamos convirtiendo a nuestro planeta, pero más concretamente, a nuestro país, y más concretamente, a nuestras provincias reforestadas y sin agua, y a nuestro mar contaminado.
Hoy no solo es necesario organizar una degustación de mariscos y pescados como lo hemos visto en nuestra capital y en nuestras comunas del Bíobio, sino que debemos ver la realidad problemática en la sociedad. Es por eso que se hace oportuno poder analizar los campos que nos pueden acercar a la solución del conflicto, entre los cuales destaca el cómo estamos educando a los futuros empresarios, trabajadores y familias de nuestro país, cómo están funcionando nuestra industrias y qué responsabilidad tienen en el impacto ambiental, qué piensan nuestro políticos, cómo son capaces de hacer frente al problema, cómo los medios de comunicación están comprometidos con la solución del problema y qué iniciativas van surgiendo en torno al tema.
Los católicos una vez más estamos llamados a asumir la responsabilidad del desastre ambientan de nuestro país, porque de lo contrario, esto nos seguirá llevando a un Chile más pobre, injusto y, sin duda, más ciego frente a los poderosos que hoy ser sirven de los bienes que han quedado a nuestro cuidado.
Comentarios
27 de mayo
Felicito al Pase Ricardo por atreverse a dar su opinión y estar al día en temas como estos. Su mirada me parece acertada y concuerda con la realidad.
Quisiera agregar que el Papa pone como piedra angular del deterioro ambiental y el desorden ecológico al pecado. Tal vez ahí, usted,Padre Ricardo, puede profundizar más su reflexión dándonos una mirada aun más profunda.
Gracias por compartir su opinión.
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27 de mayo
Muy acertado su comentario P. Ricardo, en L S encontramos variadas expresiones del Santo Padre en orden a una dura crítica al consumismo y propone un cambio en el estilo de vida para frenar la destrucción del planeta. También pide, de manera elocuente , (entre otras cosas) que las comunidades aborígenes se conviertan «en los principales interlocutores» del diálogo sobre medio ambiente. En ese sentido, me parece muy valido el signo de pregunta del titulo de su columna
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28 de mayo
Buena columna de opinión P. Ricardo. Ciertamente la preocupación por la cuestión ecológica es algo que va más allá de slogan y campañas animalistas. El cuidado de la naturaleza es también el cuidado del hombre mismo. Lo importante, pienso, es poner las cosas en su justo orden. La naturaleza que nos rodea nos permite desarrollarnos integralmente, pero no debemos olvidar que ella es un medio para el buen vivir; su justa y equilibrada transformación nos permite construir espacios de crecimiento y desarrollo. Pienso que el papa Francisco coloca la preocupación por el entorno en su justo lugar.
Le animo para que en próximas publicaciones nos ayude a profundizar en temas tan relevantes como lo tratado hoy.
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