En éste último tiempo a nuestro país le ha tocado ver grandes propuestas y reformas que involucran cambios concretos a su sistema de vida, y que generan gran interés y curiosidad. Entre las reformas que más se destacan son la educación y la laboral. Sin embargo, existe una propuesta de cambio más radical que afecta directamente al corazón de la nación, y que involucra un cambio en el país que hemos conocido en estas casi cuatro décadas: la creación de una nueva constitución para Chile.
[texto_destacado]Una Constitución, en simples palabras, es la carta magna de todo país, es donde se establecen los derechos y deberes de los que vivimos en el territorio chileno, la Constitución es la que orienta y fundamenta todas las leyes y quehaceres democráticos. Actualmente tenemos una constitución creada en 1980 y que ha sufrido diversas modificaciones desde que se retomó la democracia, pero que para muchos sigue siendo una versión ajena a los ciudadanos actuales.
Es por esa razón, que el actual gobierno ha abierto la posibilidad que la ciudadanía chilena pueda dialogar y entregar su parecer en los diversos temas de interés público. Ha constituido un Consejo Ciudadano representativo e iniciado un proceso que busca sentar las bases para presentar una propuesta constitucional, es un proceso democrático del que no se tiene registro en la historia, por tanto se ha convertido en un acontecimiento inédito en Chile.
Durante el mes de junio se concluyó con la primera etapa de las cuatro que contempla el proceso, y donde libremente se puede participar. Al finalizar esta etapa viene el balance en que encontramos unos 8.500 encuentros realizados localmente y unas 85.000 consultas realizadas de manera individual, aproximadamente unas 150 mil personas han participado. Para algunos es algo bajo y no se puede considerar representativo, pero si lo miramos desde una perspectiva histórica del desarrollo democrático, no se puede comparar con ningún otro proceso. Recordemos que la anterior constitución fue elaborada por un grupo reducido de personas (7 de la comisión Ortúzar y 22 del consejo de estado) designados por el régimen militar de ese entonces.
Para ver si éste proceso tan importante, que desembocará en una propuesta constitucional, es realmente válido para el Chile actual, no podemos dejar de mencionar la crisis política que está viviendo nuestro país, y que ha conducido a la ciudadanía a un auto-enajenarse de los procesos democráticos. A simple vista parece un proceso realmente paupérrimo en su participación, pero sería tozudo desconocer que estas 150 mil personas se auto-convocaron, que ellas mismas dedicaron alrededor de 4 a 5 horas a discutir sobre cómo sentar las bases constitucionales de un país, y que entre estas mismas personas participaron dueñas de casa, dirigentes vecinales, sindicales y hasta presos de nuestras cárceles entre otros.
Frente a este movimiento social, debemos recordarnos que como cristianos católicos estamos llamados a contribuir activamente con la sociedad, que hoy más que nunca debemos redescubrir nuestra identidad nacional en un constante diálogo ciudadano, en que valoremos y cimentemos la justicia, el derecho, la fraternidad, la misericordia y la dignidad del ser humano. Dialogar sobre la posibilidad de una nueva constitución nos da la oportunidad de volver a levantar nuestra voz por los abandonados, a ser cristianos comprometidos con nuestra fe, a mostrar a los demás que somos una Iglesia en salida hacia las periferias existenciales de nuestro país.
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Servallas
Estimado, lo «constituyente » este es una «movida» para implantar una ideología, no tiene apoyo, el porcentaje que Ud. destaca de participación sólo indica que los chilenos no queremos esos manejos.