Al comenzar con esta breve columna, quiero expresar la base de mi postura: es fundamental que nuestro país cuente con una política criminal que sancione adecuadamente a los infractores de Ley. Tal punto es básico para garantizar la paz social y legitimar a la estructura punitiva nacional. Ahora, desde mi punto de vista, el hecho de sancionar no se puede reducir a la idea de imponer una pena de cárcel. La idea de sanción, por el contrario, debe contener un elemento sustantivo, de reinserción, educación y adecuación de comportamiento a los parámetros que la ley exige.
Es este elemento sustantivo el que se extraña en la nueva normativa relacionada con el manejo en estado de ebriedad y lesiones o muerte, denominada popularmente como «Ley Emilia».
Esta norma ha subido las penas para aquellos autores del delito de conducción en estado de ebriedad con resultado de lesiones graves, gravísimas o muerte de la víctima, además de impedir que los condenados en virtud de tal normativa puedan acceder a una pena sustitutiva que permitiera cumplir la sanción impuesta en libertad. Esta nueva ley omite por completo toda referencia al elemento sustantivo ya señalado: se extrañan penas accesorias tales como el sometimiento a tratamiento de consumo de alcohol y/o sustancias, o capacitaciones en educación vial. Lamentablemente, esta norma ha seguido el triste derrotero de leyes penales sin sentido (o con un sentido económico al que haré referencia a posterior), que se han venido elaborando por nuestros parlamentarios en los últimos años, cual es el de aumentar las penas sólo por aumentar las penas, pensando que tal medida generará un cambio de mentalidad en la ciudadanía y, en específico, en quien conduce. Craso error.
Desde ya señalar que la política de «aumento de penas» impulsada hace algunos años, en diversas materias, no ha tenido ningún resultado positivo. Se subieron las penas en relación con el robo de cajeros automáticos. ¿Disminuyó la comisión de estos delitos? La respuesta es NO. También se aumentaron las penas en los delitos relativos al robo de automóviles y la receptación. ¿Hubo una disminución de estos delitos? Nuevamente la respuesta es NO. Muchos de ustedes recordarán la creación del tipo de femicidio y su nueva penalidad asociada, alta por lo demás. ¿Mueren menos mujeres al año en contexto de violencia intrafamiliar? La respuesta nuevamente es NO. Incluso, podemos ir al extremo del aumento de penas: en Estados Unidos, como ustedes bien saben, muchos estados aún mantienen la pena de muerte en caso de delitos de extrema gravedad como, por ejemplo, el homicidio. ¿Se han reducido los homicidios en ese país por la pena de muerte? La respuesta, nuevamente, es negativa.
El punto es el siguiente: la finalidad en la creación de la «Ley Emilia» es lograr una baja de los delitos de manejo en estado de ebriedad que provoquen lesiones o muerte de las victimas. En un año más, tendremos las primeras cifras serias respecto a cómo ha funcionado la nueva normativa, y tendremos resultados poco alentadores. Difícilmente las cifras bajarán, es muy posible que se mantengan en los parámetros actuales o incluso suban. Lo dicho sucede por una razón muy simple: la conducta de manejar y beber alcohol es una costumbre arraigada en nuestra sociedad, por cuanto el ebrio que conduce tiene total confianza en que evitará cualquier daño a terceros y, además, confía que podrá evadir la acción de la justicia si eventualmente comete un delito. Esa conducta arraigada no se modifica con cárcel, se modifica con educación y tratamiento.
Para terminar, debo preguntar: ¿quién se beneficia con la entrada en vigencia de esta ley? La sociedad en su conjunto no se beneficia con esta norma. El delito seguirá cometiéndose en igual o mayor medida y, día tras día, seguiremos atentos a las noticias del conductor ebrio que atropelló a una persona o chocó en una esquina y terminó matando a alguien. Por su parte, la víctima o sus familiares, si bien tendrán la sensación de «justicia» y de inexistencia de impunidad, mantendrá el riesgo de volver a sufrir daños por la comisión de este delito, ya que las cifras no bajarán, lo que las transforma en potenciales nuevas victimas. El victimario también resultará perjudicado, por cuanto el Estado sólo responderá con el garrote y la cárcel, sin tratamiento, ni educación ni rehabilitación. Sin embargo, yo veo a un beneficiado con esta política de aumento de penas, que priorizan la cárcel y rechazan la idea de imposición de sanciones en libertad. Estos beneficiados no son ni más ni menos que las concesionarias de los establecimientos carcelarios, quienes tienen mayores ingresos mientras más personas presas tengan. La empresa gana; y el Estado y la sociedad, pierden. Fenomenal «política criminal» ¿no?
Desde ya señalar que la política de "aumento de penas" impulsada hace algunos años, en diversas materias, no ha tenido ningún resultado positivo.
PS: Y si no lo sabía, por cada preso «extra» que llegue a una cárcel concesionada y que supere a la capacidad total del recinto, el Estado debe pagar una multa a favor de la concesionaria. Más presos, más dinero. Negocio redondo ¿no?
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Foto: diariolongino
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Jose Henriquez
Estimado Marcelo, entiendo tu punto. El problema es que nadie sabe cuándo llegará el momento en que podremos dejar el garrote. Y eso sucede porque de manera sistemática se persiste con la cárcel y no con la educación. Lamentablemente estamos en una etapa de pornografía penal o populismo punitivo, queda demostrado en la serie de delitos que sufrieron aumento en sus penas y que señalé en mi columna. Contra eso debemos luchar, el derecho penal no puede ser tomado con la liviandad que nos hemos venido acostumbrando. Gracias por tu comentario respetuoso. Abrazos.
Patricio
Increíble tu comentario anarquista y antisistémico. La sociedad tiene el derecho de defenderse de los ahora delincuentes que manejan ebrios, y tu consejo de que con «educación y tratamiento» se solucionaría el problema es un mal chiste que no considera a las víctimas de estos bandidos, asesinos de los caminos.
En suma bienvenida la Ley Emilia, y que los conductores borrachos paguen con cárcel los crímenes que cometen.
Jose Henriquez
Estimado Patricio,
Creo que en el primer párrafo de mi columna dejo en claro que no soy ni anarquista ni antisistémico, o como se conoce en derecho penal, un abolicionista (que creo es a lo que te refieres). Señalo que debe existir un sistema de sanción a infractores de Ley, el cual debe tener una visión de prevención general y también de prevención especial, radicado en la reinserción, educación y tratamiento. ¡Nada mas alejado de un abolicionista que mi postura! Un sistema que sólo ve la pena como cárcel es un disparo en los pies, pues lo único que logras es que la persona condenada se criminalice más. Creo que tu postura es una especie de derecho penal del enemigo (mirado de forma coloquial, claro está), doctrina acuñada por Gunther Jakobs, la cual no comparto. La idea es poder debatir sobre este tema. No tengo la razón absoluta, sino sólo parte de ella. Saludos fraternos.
vasilia
Estoy en parte de acuerdo. Sí, creo que los parlamentarios han hecho de esta ley, que pretendia llenar el vacio de la «no sancion» a quien mataba personas borracho, solo una cascara de lo que se pretendia. Y estoy en total acuerdo de que hay negocio para las carceles concesionadas.
Pero ¿de donde que «la finalidad en la creación de la “Ley Emilia” es lograr una baja de los delitos de manejo en estado de ebriedad que provoquen lesiones o muerte de las victimas.»? Nunca fue ese su objetivo. Su objetivo era que los borrachos que manejan y matan a alguien no se vayan de rositas, como hasta ahora. Asi lo plantearon los padres de la pequeñita Emilia, asi lo planteamos todos los que apoyamos esta ley. Queremos que el que maneje borracho sea roido por ratas, cortado en dos por un pendulo, desmembrado por acido… Y que luego vaya a la carcel.
Y ello porque el problema en esto no es el Estado. ¿No todos los años, todos los malditos años, desde que tenemos radio y television, se han hecho campañas para que el que bebe no conduzca? Todos los años lo mismo, todos los años hay una campaña, con rostros de tv, mostrando las consecuencias, tenemos a miles de pacos con el alcotest en la mano… ¿Por que existe el imbecil que bebe y maneja? No es por culpa del Estado. Es por culpa nuestra, de nuestra familia, de nuestros amigos, de nuestros colegas de trabajo. Nosotros somos los que hemos fomentado esta conducta toxica, no el Estado, porque somos nosotros los que hemos perdido totalmente la nocion del respeto que le debemos a los demas.
Y por eso tenemos el problema que tenemos. Porque no se si entiendes realmente cual es la situacion, pero es que la mayor parte de los procesos de chusma borracha asesina es chusma borracha reincidente. O sea, que no se condena al pobrecito que justo lo agarraron el dia que habia tomado un vaso de vino. No. Es que comienza el juicio y resulta que el pobrecito ha manejado borracho desde los 10 años, y ya habia atropellado a alguien antes, o se habia estrellado contra una casa, o chocado contra otros vehiculos… Lo que tenemos en esta situacion es reincidentes que han ido en escalada: manejan borrachos, luego se estrellan contra algo, luego atropellan a alguien, y siguen manejando borrachos. Dime ¿como rehabilitas a alguien asi? ¿A alguien que se estrello contra una casa, o cayo con su auto al Mapocho, y sigue manejando borracho? ¿Como educas a alguien que mato a una persona tirandole su auto encima, la vio agonizar y se largo, para seguir emborrachandose? No podemos hacer nada al respecto, porque esa gentuza perdio totalmente la nocion del respeto que se deben a si mismos y a los demas, y no creo que sea justo que las victimas de esa chusma tengamos que sentir pena o compasion o pagarles una rehabilitacion porque esa gente sea tan idiota como para no entender un mensaje sencillo de «si bebe no conduzca». Joder, casi todos los años tenemos Teleton en donde vemos a victimas de atropellos de borrachos y de sus propias borracheras teniendo que aprender a caminar de nuevo o a moverse en sillas de ruedas. ¿Que mas se necesita para que cada vez sean menos los idiotas que manejan borrachos?
Comprendo lo de la liviandad con la que se esta tomando el derecho penal y lo comparto en muchos casos, pero en este estamos hablando de un crimen que quedaba impune por las garantias que se le daban al pobrecito imbecil borracho. Y resulta que ya se nos acabo la paciencia porque hemos sido demasiados las victimas y los familiares de victimas de esta gentuza. Asi que si tiraste tu auto contra una persona por andar borracho, y luego de un juicio y de que tu «gracia» fuera noticia, resulta que sigues manejando borracho, eres un idiota, y no hay nada que hacer por ti. Ni rehabilitacion ni nada, porque si eres tan imbecil como para no entender el mensaje de «si bebe no conduzca» no hay nada que hacer por ti. Y lo peor, es que muchos de nosotros no queremos hacer nada por ti.
Jose Henriquez
Estimada Marcela,
Comparto tu molestia respecto del trato que se le ha dado por parte de las instituciones a este delito. Nadie podría estar de acuerdo con no sancionar o sancionar de mala manera a conductas que son extremadamente lesivas para nuestra sociedad. Sin embargo, no concuerdo en la personalización del daño que se produce. Esta bien, las victimas de cierta forma deben ser resarcidas de los perjuicios, ya sea pecuniaria o moralmente, ahora bien, no podemos olvidar que las sanciones penales tienen una finalidad dirigida a la comunidad, que es por una parte evitar que las conductas vuelvan a repetirse enviando un mensaje a la ciudadanía de que ante tal comportamiento será penado por el Estado, pero por otra parte, se encuentra el fin de reinserción y adecuación del comportamiento del infractor a las normas legales. En el segundo punto la Ley Emilia queda coja y finalmente, ese punto me hace pensar que esta normativa es pan para hoy y hambre para mañana. ¿Qué sucede si se mantienen o suben los delitos en contexto de manejo de estado de ebriedad? ¿Seguiremos subiendo las penas? ¿Para qué? ¿Se lograría algún cambio en nuestra sociedad entonces? Ese, a mi parecer, es un tema no abordado. Agradezco tu comentario, abrazos fraternos.
Raúl Garretón R.
Buena columna, pero creo que la rehabilitación que echa de menos, de existir, no funcionaría, como todo el sistema de reinserción social, que actualmente es verdaremente una broma. El cambio debe ser más profundo (como lo sugiere) pero debe pasar mucha agua bajo el puente aún.. Décadas! Saludos.
Ernesto Poblete
bastante de acuerdo con los puntos de la columna. siendo muy empatico con el dolor de los padres de emilia, la espectacularidad que se le ha pretendido dar a esta ley no es más que uno de muchos anuncios o cambios legales que al final no logran el objetivo.
el problema es que como sociedad nunca hacemos el seguimiento de los resultados, nos quedamos en los anuncios bombasticos y ya.
por lo demás, hay problemas mucho mas urgentes que resolver. el de la reinserción, reeducación y/o prevención, el más importante. meter a la cárcel a alguien no resuelve el problema, lo agrava. si es un delincuente que reindice una y otra vez, es atendible, pero también deberíamos preguntarnos qué hicimos mal que nos llevó a eso. fue que no tuvo las oportunidades, no se las dimos o simplemente no las quizo? como funciona hoy el sistema carcelario y gendarmería son incapaces de rehabilitar o reeducar, simplemente porque no están diseñados para eso, están diseñados para controlar (a duras penas) a los presos en la cárceles.
más allá de lo anterior, y cómo pregunta anexa al columnista, por qué no se avanza en penalizar conductas tan criminales como la falsa denuncia. cuántas veces hemos visto casos en los que un imputado luego de ser vejado públicamente resulta ser absuelto, porque las pruebas no eran ciertas, porque la fiscalia hizo mal su trabajo, porque es más fácil simplemente condenar a alguien sin siquiera tratar de investigar qué pasó. los casos de supuestos abusos sexuales han sido una tierra fértil para esto, porque es un tema tan complejo que nadie quiere saber y muchos prefieren creer a pies juntillas lo que se dice y no investigar más. el caso del gerente del banco central, el profesor de música, el jardín hijitus, pablo mackenna, cuántos más hay? a cuántos los condenaron por si acaso?
cuando se hará una revisión de verdad al trabajo del ministerio público, pagado con los impuestos de todos y que contiene errores garrafales que no tienen sanción alguna?
Jose Henriquez
Estimado Raúl, muchas gracias por tu comentario. Abrazos fraternos.
Jose Henriquez
Querido Ernesto. Agradezco tu comentario. Sobre tu pregunta, efectivamente existen áreas en donde aún no se imponen sanciones adecuadas, como es el caso de las denuncias falsas o en aquellos casos de investigaciones sin fundamento que privan sin base a los imputados de una serie de derechos y garantias aseguradas por nuestra Constitución y Tratados Internacionales. Creo que el tema pasa por la estigmatización del imputado o condenado en nuestra sociedad. Tenemos la mala costumbre de adelantar responsabilidades sin juicios de fondo y los perjuicios ocasionados por esa acción no resultan resarcidos. Piensa sin ir muy lejos en nuestra acción constitucional por error judicial, creo que desde que existe no existen más de 10 casos donde se ha otorgado. Como dices, ahí hay una falencia que debiera comenzar a discutirse. Abrazos fraternos.
Milton Bertin Jones
Gracias por tu nota, como experto en Seguridad de Tránsito coincido contigo, la ley «Emilia» no va a reflejarse en disminuciones en el número de éstas tragedias, De hecho, ni el Gobierno que la ha promovido ni los parlamentarios que la apoyaron prometieron ninguna reducción, por ejemplo en el número de tragedias del próximo año.
Porque como tu lo dices muy bien, el que se va a su casa manejando con trago jura que no va a tener un accidente…. por lo tanto, la ley no es para él, da lo mismo si la nueva ley lo condenan a la hoguera o no.
Además es probable que la ley AUMENTE los atropellados fallecidos…. pues ahora, producida la tragedia y con la ley Emilia amenazando con una pena mayor, es más importante que nunca huir del sitio del accidente para no ser penalizado….. dejando al atropellado sin auxilio.
¿Significa que no sirve? Nada de eso, tiene una utilidad fundamental, le permite al Gobierno -y al Congreso- salir en la prensa como que están haciendo «Algo» paara controlar las tragedias del tránsito, es decir es una medida muy efectista. Ese es el problema, nos llenamos de medidas efectistas pero CERO -o negativas- de efectivas para reducir estas tragedias.
En todo caso, discrepo con tu aseveración de la educación de los conductores infractores, mucho países la han probado y no ha bajado la tasa de accidentes de los que fueron sometidos a un proceso de re-educación con respecto a los que no….. Lo que refuerza un tema central de las políticas públicas, detrás de ellas deberían existir datos de estudios internacionales serios que demuestren que sirven para algo.
Lo que habitualmente no es el caso de Chile…..
El problema central de las leyes como la ley Emilia es que llega tarde, pues entra en acción una vez prdoucida la tragedia. Es decir, no previene.
Con respecto al tema de conducción con trago, la única medida que sistemáticamente ha demostrado ser eficaz es fiscalizar conductores, pues el miedo aser fiscalizado y tener una sentencia relevante si cambia la conducta de riesgo.
Pero en Chile se hace todo mal, las autoridades no tienen idea de cual es el nivel óptimo de fiscalización para cambiar la conducta,…… ni menos de como hacerlo, todavía sacan sangre !!!! medida abandonada en el mundo civilizado hace como 30 años…..
Alejandro Jiménez Mardones
El principio del texto, aunque interesante, plantea ideas claramente discutibles, especialmente la comparación entre diferentes delitos-pena. No obstante, al terminar su lectura, la sensación que me queda es de un texto que simplifica peligrosamente una problemática compleja y seria, me explico: creo que finalizar lo que parecía una buena discusión político-criminal, con una afirmación respecto que la ley Emilia sólo beneficia al sistema concesionario de cárceles, es a lo menos no entender la situación del sistema penitenciario Chileno, es presumir objetivos “perversos” en quienes apoyaron y dieron vida a esta ley y es no entender cual es el fin último que se persiguió con esta ley, fin que por cierto nadie ocultó.
En Chile sólo existen 8 Unidades penitenciarias concesionadas y el porcentaje de internos que en ellas se encuentran recluidas versus el total de internos a nivel nacional no es altamente significativo, (al 30 de agosto había sobre 44 mil internos en las cárceles del país –incluidos CET- y de ellos hay aproximadamente 14 mil en las concesionadas, esto es un 32%) por lo que no es tan fácil sostener que en la ley Emilia sólo ganan los concesionarios; es a lo menos infundado y carente de sustento factico. En efecto, basta una somera vista al sistema Carcelario Chileno y uno, sin necesidad de ser experto, podrá percatarse que el mayor ingreso de personas privadas de libertad se da en el sistema de cárceles no concesionadas.
Por otra parte no creo que los impulsores de esta Ley, los padres de Emilia y quienes los apoyaron; y los legisladores que votaron la Ley, hayan tenido la idea de beneficiar a las empresas concesionarias, me supongo que ni siquiera se lo representaron mentalmente ni en sus peores pesadillas. Sin duda es perverso pensar algo contrario e irrespetuoso para las familias que apoyaron esta Ley y en algún momento un ebrio les arrebató un familiar.
Por último, nunca se ocultó y así fue plasmado en las discusiones y prensa, que lo que se perseguía con esta Ley era un castigo de cárcel a estos criminales, de tal manera de sacarlos de la vida social, al menos por un tiempo.
No discuto que es necesario un sistema integral de readaptación, resocialización y probablemente de desintoxicación alcohólica, pero el fin de la ley Emilia nunca fue eso. La discusión de un sistema menos encarcelador y más de reinserción, es una temática que cruza todo nuestro sistema penal, carcelario y diría social.
Pero cuidado cuando se emiten juicios como que esta Ley sólo beneficia a empresarios, porque en este caso además se ofende. A mi juicio al menos existe falta de rigurosidad académica en este texto.
indignado
Por cierto concuerdo con la conclusión, acá prima un afán mercantilista ante todo, incluso ante la mañida seguridad interior del estado.
Pero no se puede negar que existía una gran sensación de impunidad al ver a sujetos que, por su propia irresponsabilidad y no del estado, cometían asesinatos estando ebrios y a manos de un vehículo. Mientras la familia veía impotente como estos asesinos volvían a las calles con sanciones ridículas, e incluso con sus licencias suspendidas por un corto tiempo.
Me parece que las leyes fuertes garantizan la ocurrencia de menos delitos. Lo que sucede es que eso es así en un sistema de justicia operativo, imparcial y eficiente.
ester reyes
que ami no m esale lo q yo kiero po porfavor me das lño mas resumido porfavor
Diego
Estimado a mi parecer esta medida tiene algo de demagogia o solo a mi me deja ese gustito ? aproposito comparto totalmente con lo descrito en el texto saludos
Marcelo
Creo que no es justo comparar conductas puramente delictivas a una situación de irresponsabilidad, el robo de un cajero no es un hecho fortuito, hay planificación y por ende dolo en ello, en cambio el atropello o choque en estado de ebriedad es la consecuencia de una mala conducta, creo que en primera instancia puede producir un cambio a la sombra de las consecuencias que se pueden enfrentar, obviamente siempre existirán los malos conductores que no van a cambiar sus hábitos.
Te encuentro razón al decir que esta ley si no va de la mano de una educación vial de verdad desde la educación básica tanto para los futuros conductores como los peatones (tb hay atropellos causados por peatones irresponsables) sumado a un otorgamiento de licencia mas estricto (al menos cuando yo la saque era un chiste, no se como sera ahora), en fin esta ley es necesaria desde mi punto de vista, al menos como ejemplificadora a la hora de sancionar malas conductas, no es lo ideal pero hasta no seamos una sociedad mas educada y empatica el garrote seguirá siendo el método mas directo.