qué fácil ha sido para este gobierno y sus antecesores firmar Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y Europa o ingresar a la OCDE y a la vez, qué difícil les ha resultado conversar y llegar a acuerdos con sus vecinos, con la finalidad de generar un beneficio bilateral, pero también regional.
Hace algunas horas supimos que nuestro país presentará objeciones preliminares ante la Corte Internacional de Justicia de La Haya. Esto significa que Chile hará valer ante este tribunal una excepción que se funda en que la CIJ no tendría competencia para conocer de los eventuales problemas limítrofes y de soberanía existentes entre Bolivia y nuestro país. Conociendo este escenario, me ha surgido una pregunta que me parece válida. ¿Quiénes son los incompetentes en este conflicto? Me parece necesario hacer algunos comentarios que encausarán la respuesta definitiva a tal interrogante.
Para Chile el conflicto territorial con Bolivia no es el único caso en que ha debido acudir ante un tribunal internacional y sentarse en el escritorio de los demandados. Recordemos que hace pocos meses finalizó el proceso que tuvo enfrentados a Chile y Perú, en discordia por los limites marítimos existentes. Ambos procesos, tanto el llevado adelante con Perú como el actual, en el que enfrentamos a Bolivia, son consecuencia de una política internacional que se ha plasmado durante los últimos 20 años, donde el país no ha tomado un camino de diálogo serio e integrador con nuestros países vecinos respecto de demandas territoriales legítimas, sino que más bien ha decidido actuar bajo la teoría del «paracetamol». Ante coyunturas problemáticas con países vecinos, el camino ha sido dar analgésicos con la finalidad de calmar las aguas, bajar el perfil a los problemas y mantener el statu quo de las cosas. Tal camino, a mi juicio, ha sido completamente erróneo y nos ha llevado al punto en que nos encontramos hoy en día como país. Aquí ha faltado que nos miremos a los ojos con nuestros hermanos, analicemos los problemas con altura de miras y decidamos de una vez por todas dar una solución dialogada que vaya en beneficio no de un país, sino que del crecimiento y la paz en la región.
En la decisión adoptada por la Presidenta Bachelet ha primado el criterio nacionalista y patriótico propio de parlamentarios como Jorge Tarud e Iván Moreira. Un amor a la soberanía que resulta fundamentalmente trasnochado y sin una lógica que lo avale. En el escenario actual, ir de incompetencia a La Haya es tratar de ganar por Walk Over, situación que dificilmente ocurrirá. Ahora, a todas luces la resolución presidencial es un saludo a la galería, a los Tarud, Moreira y miles de chilenas y chilenos que argumentan la soberanía nacional sobre esos territorios con argumentos tales como «es que allí muchos chilenos derramaron su sangre»
Para finalizar, dos reflexiones: en primer lugar, qué fácil ha sido para este gobierno y sus antecesores firmar Tratados de Libre Comercio con Estados Unidos y Europa o ingresar a la OCDE y a la vez, qué difícil les ha resultado conversar y llegar a acuerdos con sus vecinos, con la finalidad de generar un beneficio bilateral, pero también regional. En segundo lugar, el argumento central de nuestro país en La Haya se refiere a la inviolabilidad de los tratados, sin embargo, pareciera ser que la indemnidad de aquellas normas internacionales sólo se recuerda cuando la Convención está a nuestro favor. Digo, porque Chile ha incumplido y vulnerado disposiciones de Tratados Internacionales, a saber, el Convenio de la OIT 169, pero de la inviolabilidad claramente no se ha acordado.
Ante la pregunta inicial, me parece que no cabe duda que los únicos incompetentes hemos sido nosotros. Que nos hemos encerrado en nuestras fronteras, alejándonos del contexto regional, evitando cualquier tipo de integración que no sea de orden comercial o económico con nuestros vecinos, situación que, finalmente, nos ha llevado a estar donde estamos. Nuevamente en el banquillo de los acusados ante un Tribunal.
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