Se destapó una olla, un secreto a voces, un problema del que nadie más quería hacerse cargo. Nunca se trató de un grupo de mujeres jóvenes haciendo ruido, sino de un espacio para que, por primera vez, víctimas de violencia pudieran hablar y manifestar su rechazo a prácticas que viven a diario.
En febrero de este año, me transformé en la vocera oficial del Observatorio Contra el Acoso Callejero de Chile, el OCAC. Los medios manifestaron un enorme interés por esta agrupación que de a poco se abría espacio en las redes sociales y en pequeños círculos. Las preguntas fueron muchas, pero también lo fue la edición periodística en las respuestas que entregué.
“¿Cómo comienza?, ¿a quién se le ocurrió la idea?, ¿acaso te pasó algo muy malo?”. Los y las periodistas tienden a buscar el trauma, la cuasi violación para comprender las motivaciones. La mía reside exclusivamente en ver que no es una experiencia individual, sino un tema de todos y todas, un problema, una forma de violencia, un derecho que no se está respetando. ¿De dónde salió la idea entonces? No me vi a mí, vi una causa, vi mi género violentado.
En noviembre del año pasado, contacté a las personas que creí más indicadas para dar vida a esta idea. Así surge OCAC Chile, con motivación y ganas de reivindicar derechos. La cosa explotó gracias a que la misma gente le dio importancia. Se destapó una olla, un secreto a voces, un problema del que nadie más quería hacerse cargo. Nunca se trató de un grupo de mujeres jóvenes haciendo ruido, sino de un espacio para que, por primera vez, víctimas de violencia pudieran hablar y manifestar su rechazo a prácticas que viven a diario.
Los medios preguntan mucho de la experiencia personal, como si fuera lo más importante o lo más fácil para generar controversia. “¿Dónde empieza y dónde termina el acoso, Francisca? Porque es complejo, ¿no?”. Lo complejo es mostrar que una práctica de carácter histórico es rechazada por una mayoría, lo complejo es reconocer que hay un malestar en muchas personas que es invisibilizado, lo complejo es que la sociedad se pone una venda cuando un hombre cincuentón te dice “exquisita, se pasó” a los 15 años.
A la prensa también le gusta preguntar sobre la gente que no está de acuerdo y ver sus argumentos. La verdad, no identifico oponentes con rostro claro, por lo general son “anónimos”. Es el machismo encarnado en la sociedad el mayor contra, que sigue culpando a las faldas si hay agarrones, diciéndote exagerada si te sientes víctima de la violencia sexual callejera, que un hombre tiene “derecho” a decirte lo que le quiera. ¿La contradicción? No veo hombres piropeando cuando van con sus familias por la calle, no veo esposas enteradas de esas prácticas, no veo a alguien jactándose abiertamente de que dio cinco agarrones en una semana. Esto demuestra que no es correcto, si no, ¿por qué los agresores niegan su acoso si se les acusa públicamente?
“¿Y qué esperan lograr con esto?”. Que el acoso sexual callejero sea reconocido como una forma de violencia de género en Chile, que existan cambios educativos y culturales lo suficientemente potentes para que la sociedad rechace estas agresiones. Y, por último, tener una legislación responsable que permita tener un enfoque sancionatorio y preventivo en nuestro país.
OCAC Chile surgió ante una necesidad y hoy se encuentra consolidado gracias a la participación de muchos voluntarios y voluntarias. No manejamos dinero aún, por lo que el impacto, trabajo y compromiso que terceros puedan ver, sólo es el resultado de un equipo que ha sido capaz de organizarse ante el disgusto de una desigualdad que impacta a nuestra sociedad.
“¿Y ustedes son una organización feminista?”. En Chile, el feminismo es un insulto, lo que se debe al enorme desconocimiento e ignorancia que existe respecto de esta corriente teórica y práctica. OCAC Chile es una organización que combate agresiones que afectan a muchas personas independientemente de su color político o ideología. Existen muchas organizaciones que trabajan temas de violencia de género, esperando aumentar nuestro compromiso social con la equidad e igualdad. Si eso significa ser feminista, entonces que el mundo lo sea.
María Francisca Valenzuela
Presidenta OCAC
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