Es importante reconocer cierto avance que presenta el actual proyecto de ley del Sistema de Educación Superior (que contempla la Educación Superior Universitaria –ESU– y Técnico profesional –ESTP–). A la hora de realizar un intento por volver a contemplar una formación técnico profesional (vestigio de una Universidad Técnica del Estado –disuelta en aquello años olvidados–), como también su articulación con una malograda educación media técnico-profesional. No obstante existen algunos silencios y olvidos que vale la pena mencionar con sentido en la propuesta neoliberal de izquierda que significa este proyecto.
Primer olvido. Calidad y formación pedagógica de los profesores que ostentarían dichas “cátedras”. Nada se menciona de la necesidad de creación de un “Programa pedagógico Técnico” que nutra de las capacidades técnicas y éticas que requiere un profesor para desempeñar su tarea en un contexto tanto o más complejo que la educación “Universitaria”. Donde una ESTP no puede prender funcionar a modo de imitación de procesos técnicos ya en funcionamiento, puesto que su misión –dispuesta en este proyecto– contempla tanto la contribución como la innovación al desarrollo del país. Aspecto que silencia la compleja dinámica educación, donde se requieren pedagogos-técnicos formados en la mediación conductual, en equidad de género, seguridad y derechos laborales, así como también, en prevención de violencia sexual tan presentes en nuestros contextos educativos; cuestiones que en este proyecto están ausentes.¿Cómo producir estos profesionales para que no sean mano de obra no tan barata? La repuesta no es simple pero ya tenemos avances. Pareciese ser que el proyecto de Ley contempla suficientemente bien la vinculación con el medio productivo, pero se olvida todo lo demás.
Segundo olvido. El proyecto de Ley contempla la realización de una Estrategia Nacional de Formación Técnico Profesional cada cinco años, lo que parece muy bien (falta ampliar este programa en un plan que pueda mirar al desarrollo del país a largo plazo), en tanto que presenta un programa de desarrollo país que permita realizar lineamientos más allá de la siempre improvisación. Aunque claro está, silencia el hecho que esa Estrategia emana de un comité de once miembros (Consejo para la calidad de la educación superior), donde cuatro de ellos representan al “ámbito técnico”, más uno designado por la Corfo. Aspectos que resguardarían la calidad “profesional” y su vinculación con el medio del trabajo del ESTP, no obstante se silencia el hecho que no existe ninguna preocupación estructural por la calidad profesional de los egresados de estos centros superiores. No contempla la participación de miembros expertos en derecho, seguridad y salud laboral para la educación técnica.
Tercer olvido. La ESTP no es simplemente educación técnico profesional, esta implica competencias diferentes. Requiere de la capacidad que produce cualquier estudio superior. Esto es, un profesional capaz de vincularse con su medio productivo pero también con su medio social y laboral. ¿Cómo producir estos profesionales para que no sean mano de obra no tan barata? La repuesta no es simple pero ya tenemos avances. Pareciese ser que el proyecto de Ley contempla suficientemente bien la vinculación con el medio productivo, pero se olvida todo lo demás. La educación superior técnico profesional requiere de las mismas competencias para los graduados de ella que exigíamos para sus docentes. Estar altamente capacitados en técnicas productivas. Pero también, estar altamente capacitados en competencias sociales y laborales. Es decir, una educación técnica que contemple en sus ramas cursos de seguridad y salud laboral para poder desempeñar una contribución positiva a su medio laboral; derechos laborales para ser un ciudadano activo en la resolución de problemas y respeto a las leyes nacionales e internacional que regulan el trabajo. Y por último, ética laboral para así poder potenciar un trato digno a sus pares, ya sea en ámbitos como la discriminación, la interculturalidad y el acoso sexual que requiere con urgencia la nueva empresa chilena.
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