Ante el actual escenario de incertidumbre sobre educación -créditos a estudiantes vulnerables de instituciones del CRUCH, reformas educativas, o la idea de legislar sobre la marcha la carrera docente-, es deseable revisar algunos aspectos que se han introducido para «intentar» constituirse como pilares para brindar equidad, calidad e integración estudiantil; aunque pese a las buenas intenciones, no pasan de ser practicables en medida de lo posible.
En la reforma educacional debemos visualizar tres tipos de elementos, que nos permite su comprensión, estos son: de continuidad del Régimen Militar; de ruptura con éste; y elementos recientes, los cuales, brindan mayor viabilidad de las pretensiones deseadas como ruptura de lo estipulado con anterioridad[1].
“Llevar la reforma al aula”, fue el siseo de estos últimos años de la implementación de la Reforma Educacional Chilena. Lo anterior, ha conlleva que los esfuerzos hayan sido centrados en fortalecer la implementación curricular y la gestión pedagógica, lo cual ha intentado que el tema de políticas educativas se fortalezca desde su performance[2]. Raczynski y Muñoz, aseguran que junto ha dicho propósito, se han promovido tres medidas que modifican la legislación que norma el sistema educativo. Dichas disposiciones son:
«Reforma constitucional. 12 años de enseñanza obligatoria. En mayo del 2003 se aprueba en el Parlamento un cambio constitucional que extiende la educación obligatoria de 8 a 12 años”[3]. Dicha medida compromete al Estado de la cobertura de Enseñanza hasta cuatro año de enseñanza media. Lo anterior, posibilitará que, todo joven del país tenga por ley entrega de dicho servicio, por lo tanto, exigible. Si se observa, la medida fue concebida con el ánimo de bajar la deserción escolar[4]; pero no debemos olvidar que la obligatoriedad no apunta simplemente a su cobertura, pues se infiere que al estar dentro de la Reforma Educacional, ésta goza de sus pilares fundamentales: calidad y equidad, lo cual, faculta que todo estudiante que vea mermado de alguna forma dicho servicio puede exigir al Estado chileno su cumplimiento. Por lo expuesto, se comprenderá que todo ciudadano y –sobre todo– los docentes deben manejar y velar porque dicho principio se cumpla.
«Integración: la ley del 15%. En el año 2003 se aprobó una ley que modifica el Régimen de Jornada Escolar Completa. En esa nueva ley se dispone como requisito para que el MINEDUC entregue la subvención que al menos un 15% de los alumnos de los establecimientos presenten condiciones de vulnerabilidad socioeconómica”[5]. Dicho elemento conlleva a que los más desposeídos cuenten con una vía de su búsqueda y requerimiento, porque para obtener el dinero derivado de la subvención deben demostrar que de su calidad de enseñanza están siendo beneficiados niños y niñas que antes eran excluidos del sistema por no contar con los recursos necesarios. Sin embargo, se debe notar que dichos niños serán requeridos por los colegios de financiamiento mixto y municipal; pero los colegios particulares no poseerían dicha necesidad de cumplir con lo señalado, pues no perciben subvención por parte del Estado. Se observa que la propuesta es muy buena para generar el acceso a la enseñanza brindada por establecimientos educacionales que poseen financiamiento compartido, con lo cual, se abre una vía desconocida y poco viable para los niños de vulnerabilidad socioeconómica; pero se aprecia que dicha intención sólo es practicable hasta cierto límite, por lo cual, se estima pertinente que dicho elemento debe ser trabajado en profundidad y observar la viabilidad que dichos niños puedan beneficiarse de la educación de establecimientos de financiamiento particular, pues de lo contrario estaremos normando para algunos y, como siempre, «en medida de lo posible».
«Subvención preferencial. En mayo del año 2005 el presidente de la República anunció la creación escolar preferencial para los 400 mil alumnos que estudian entre el nivel prebásico y cuarto básico, y que se ubican en el segmento más pobre de nuestro país. Las escuelas que quieran recibir esta subvención adicional deberán suscribir un convenio en el que se comprometen a obtener o mantener buenos resultados de aprendizaje en un plazo determinado”[6]. Se asume que lo expuesto anteriormente apunta a crear interés en los niños que presentan más problemas en sus logros de aprendizaje por su vulnerabilidad socioeconómica, por lo cual se percibe como una medida que ayuda a la integración de los tradicionalmente excluidos. Sin embargo, se debe hacer dos aclaraciones al respecto. Primero, es una propuesta viable de ser o no ser acogida; por lo cual, realiza una suerte de doble discurso, donde –una vez más– se percibe que las intenciones están en mediada de lo posible. Segundo, las escuelas que buscan dicho ingreso extra, deben presentar un proyecto, cuyo plazo es estipulado y fijo por los organismos que realizan dicho trámite y, además, exige obtener mejores resultados[7].
Como se observa, los tres elementos distinguidos nos entregan una tarea incumplida, que aún no posee profundización y viabilidad y que quedan en el margen de la «buena intencionalidad»; por lo cual, se hace comprensible que los docentes posean reticencia a las presentes propuestas -poco profundizadas y que se «esperan» desarrollar en la marcha, pues para ello están trabajando- sobre créditos exclusivos a instituciones del CRUCH, carrera docente y otras materias sobre educación. Se puede interpretar el malestar docente en una búsqueda de soluciones que contribuyan, y no discursos que no puedan ser concretados.
Bibliografía:
Se asume que lo expuesto anteriormente apunta a crear interés en los niños que presentan más problemas en sus logros de aprendizaje por su vulnerabilidad socioeconómica, por lo cual se percibe como una medida que ayuda a la integración de los tradicionalmente excluidos.
[1] Raczynski, Dagmar. Munoz, Gonzalo. “Reforma Educacional Chilena: El difícil equilibrio entre la Macro y la Micropolítica”. Pág. 13.
[2] A grandes rasgos, la performance en el mundo artístico conlleva a la idea de “puesta en marcha”, en la cual se marca el inicio y fin de una etapa, por lo cual algunos teóricos conciben dicho quiebre como la celebración de un rito.
[3] Raczynski, Dagmar. Munoz, Gonzalo. “Reforma Educacional Chilena: El difícil equilibrio entre la Macro y la Micropolítica”. Pág. 26.
[4] El nivel de escolaridad en enseñanza media de la población joven (entre 25 – 34 años) alcanza un 60% según dato MINEDUC, 2004, proporcionado por Raczynski y Muñoz.
[5] Raczynski, Dagmar. Munoz, Gonzalo. “Reforma Educacional Chilena: El difícil equilibrio entre la Macro y la Micropolítica”. Pág. 26.
[6] Raczynski, Dagmar. Munoz, Gonzalo. “Reforma Educacional Chilena: El difícil equilibrio entre la Macro y la Micropolítica”. Pág. 26.
[7] Lo referido se obtuvo el año 2009 en capacitación sobre posproyectos bajo ley SEP.
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