Desde el año 2019 que enfrentamos una seria complejidad en nuestras escuelas con los problemas derivados del ausentismo escolar, esto además sumado a la necesidad urgente que el sistema escolar tiene para recuperar los aprendizajes no alcanzados por los y las estudiantes en los dos años de pandemia y de educación virtual, la que sin duda nos confirmo la importancia de la presencialidad para generar aprendizajes. Problema que a la fecha no disminuye sino que sigue en aumento.
De parte del Mineduc las respuestas si bien han sido variadas, pero estas se pueden asociar con la poca efectividad que tienen en las comunidades escolares, ya que el problema no cede y en estas fechas del año escolar aumentan, los motivos no son pocos: estudiantes con problemas socioemocionales que solicitan dar por terminado el año escolar y ser promovidos por razones médicas sin haber alcanzado sus aprendizajes, otros no pocos que por diversos motivos cambian su residencia y evitan buscar nuevos establecimientos para continuar sus estudios, un número no menor que argumenta problemas de relaciones con sus pares por lo que lo ideal es que no sigan asistiendo y así evitar posibles agresiones, etc. Como vemos las razones que escuchamos los educadores son variadas y multiples, algunas justificadas y otras quizás no, pero lo cierto es que cada día vemos menos niños en nuestras aulas y menos niños aprendiendo lo que deben.¿Quién sanciona estas situaciones y como hacemos que realmente nuestros niños y niñas vuelvan a las aulas? Esa pregunta requiere una respuesta clara y firme que sirva para reforzar la educación en Chile y disminuir las brechas que como país aun estamos pendientes
Como parte del Plan de Reactivación Educativa 2023 impulsado por el Gobierno, el Ministerio de Educación lanzó una campaña llamada “Que no falte nadie” cuyo principal objetivo es informar sobre la importancia de asistir al colegio. Esta campaña busca concientizar a las familias, docentes, equipos directivos y toda la ciudadanía sobre la importancia que tiene la asistencia y la revinculación con las escuelas y jardines para lograr reactivar la educación luego de los efectos negativos derivados de la pandemia.
Pero ¿qué hace falta para que dichas iniciativas tengan efectos en las familias y manden a sus hijos e hijas al colegio?, ¿qué pasa con la escuela tradicional en la actualidad que no logra convocar a los y las estudiantes en sus aulas? ¿qué debemos hacer para reposicionar a la escuela en el rol social que nunca debió perder, es decir, como centro de la actividad social en niños y niñas hasta los 17 o 18 años?
Sabemos que las escuelas hacen diariamente innumerables esfuerzos por mantener y mejorar sus indicadores de asistencia y disminuir la deserción escolar, pero esos esfuerzos principalmente en comunas más pobres con complejos y muchas veces insuficientes.
De igual forma necesitamos de parte de la autoridad educacional una señal clara y efectiva que vuelva a poner la asistencia a clases como un elemento central de sistema escolar y dotar a las escuelas de mecanismos para asegurar que las familias tomen la seriedad que el o los casos requieren, se hace necesario un cambio en la política educacional chilena acerca de los criterios de promoción escolar que realmente valoren la necesidad esencial que radica en que el o los estudiantes deben estar en sus aulas primeramente para luego ver sus rendimientos escolares como segundo requisito, es decir, no podríamos validar la promoción de estudiantes que no logren los mínimos de asistencia escolar requeridos por nuestra legislación 85%, dotar de más eficacia a las oficinas de la OPD (Oficina de protección de derechos) en las comunas para que realmente hagan seguimiento de esos estudiantes y sean ellas quienes aseguren y persigan esas situaciones por constituir claramente vulneraciones de derechos a menores.
Los datos no son positivos el año con las cifras entregadas por el Mineduc estas dan cuenta que al menos 1.239.330 estudiantes presentaron una inasistencia «grave», esto es, menor al 85% entre marzo y septiembre de 2022 (Ausentismo crónico). El mayor ausentismo antes de la pandemia se observó en la enseñanza básica, muy duplicado el dato por estos días. Le sigue la educación parvularia, con un incremento de 87%, y luego la educación media, con un alza de 83%. Lo más preocupante es que del total de los estudiantes matriculados durante 2021, 50.529 dejaron de matricularse en 2022, aumentando en 24% la deserción escolar respecto del año 2019.
En marzo de 2023, esta alcanzó a un 8,3% del sistema; y, al mes siguiente, a un 12,3% afectando a todo el sistema en general así por ejemplo se observa una alta tasa de inasistencia grave en los establecimientos que dependen de Servicios Locales de Educación Pública (SLEP). En ellos, 4 de cada 10 estudiantes están en la situación descrita, lo que resulta gravísimo. En el resto de las dependencias, la situación es mejor, pero aún grave (33% en municipales y 27% en particulares subvencionados) durante el año 2023 según fuentes de Ciper Chile.
La noticias emanadas desde el Ministerio de Educación no están recogiendo estos datos. Más bien se insiste, erróneamente, en que la asistencia está en una mejor situación que en los meses de pospandemia, sin embargo quienes estamos inmersos en el sistema educativo sabemos que eso es erróneo y que las cifras van en aumento y plantean un riesgo serio de que dichos niños, niñas y jóvenes abandonen el sistema escolar transformandose en las cifras de la deserción escolar que como país debemos evitar.
¿Qué hacer con esa realidad es el gran tema del sistema escolar? Sabemos que la posibilidad de muchos de esos estudiantes de rendir exámenes libres ha sido también un elemento de deserción y de desincentivo a volver al colegio, las escuelas tampoco han aportado mucho, muchas de ellas estancadas en prácticas anticuadas, poca motivación de sus docentes, bajas expectativas en los y la estudiantes, el agobio laboral y la sobrecarga del sistema que que además de educar, en estos últimos años debe lidiar con situaciones complejas derivadas de los problemas sociales que han aflorado en nuestra sociedad y que llegan a la escuela como efecto.
Tenemos claro que la solución debe ser desde el sistema y con el sistema, En Ciper se concluye que “hay consenso en que la valoración de ir a la escuela es un determinante fundamental de la decisión de asistir. Involucrar a padres o tutores, profesores y estudiantes en crear vínculos fuertes dentro de la comunidad educativa puede ayudar a que los últimos incrementen su asistencia y disminuyan el riesgo de deserción escolar. De esto depende el futuro de quienes hoy asisten al sistema educativo. La autoridad educativa debe actuar en consecuencia”. Por tanto las soluciones y propuestas deben necesariamente venir desde la escuela y sus comunidades, lo que claramente la autoridad desconoce y escasamente recurre acrecentando más los problemas de exclusión tan manifiestos en nuestro sistema escolar, en donde este proceso que se basa en la construcción social se hace desde grupos de expertos que poseen escasas experiencias educativas reales en escuelas y donde las desiciones se basan en complejos teoricos técnicos que muchas veces están lejos de la realidad escolar que viven millones de estudiantes en Chile.
No podemos olvidar que en Chile la educación parvularia, básica y media son obligatorias. La Ley de Educación establece que los padres y apoderados tienen la responsabilidad de garantizar que sus hijos e hijas asistan regularmente a la escuela y que cumplan con sus obligaciones escolares. Si un/a estudiante falta a la escuela sin justificación, se notifica a los padres o apoderados, quienes deben justificar la inasistencia y tomar medidas para garantizar que el/la estudiante vuelva a la escuela. En caso de que los padres o apoderados no tomen medidas para garantizar la asistencia a la escuela o liceo, pueden ser sancionados por las autoridades educativas. Pero ¿Quién sanciona estas situaciones y como hacemos que realmente nuestros niños y niñas vuelvan a las aulas? Esa pregunta requiere una respuesta clara y firme que sirva para reforzar la educación en Chile y disminuir las brechas que como país aun estamos pendientes.
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