Es hora que la educación sea considerada como profesión de alto nivel y exigir una mayor preparación que la actual para los docentes, para ser igualada al mismo tenor de las otras profesiones (médicos, arquitectos o ingenieros, que tienen un alto grado de conocimientos culturales), y no solo un grupo de formadores en que los conocimientos adquiridos no pasan más allá de los temas que le fueron enseñados.
Existe la necesidad urgente de cambiar el actual modelo formativo de los profesores por cuanto en cuarenta años de desarrollo de una economía de libre mercado, se ha confundido la formación de los profesores como un producto más del mercado. Las consecuencias están a la vista.
La necesidad de perfeccionar el actual sistema de formación de los profesores en sus distintas categorías, obedece justamente a la ambigüedad que existe hoy en la preparación académica de esta sector, que se limita a la preparación casi exclusiva de la especialidad que han elegido, sea ciencias sociales, matemática, geometría u otras.
Al revisar las mallas temáticas contenidas y presentadas por las universidades privadas en sus ofertas, se observa la absoluta falencia de temas que necesariamente deben ser parte de un buen docente con vocación. Por ejemplo, no solo debe ser un excelente profesor pasa materia sino también ser un educador integral, que pueda instruir a sus pupilos en temas relacionados con la ética, la moral, la rectitud, sobre la sociedad y su entorno, conozcan sus deberes y derechos y hacer ver con claridad el futuro que les aguarda.
Creo que esta falencia en la formación de los profesores, es un asunto gravísimo, porque el futuro de nuestra juventud y de la nación misma depende justamente de sus educadores. El docente es la raíz donde se nutren nuestros jóvenes, de ellos depende la futura conducta, su deber y sus derechos ante la sociedad, su grado de raciocinio, el progreso, su preparación frente a los cambios que el mundo va exteriorizando a medida que se progresa.
Es hora que la educación sea considerada como profesión de alto nivel y exigir una mayor preparación que la actual para los docentes, para ser igualada al mismo tenor de las otras profesiones (médicos, arquitectos o ingenieros, que tienen un alto grado de conocimientos culturales), y no solo un grupo de formadores en que los conocimientos adquiridos no pasan más allá de los temas que le fueron enseñados.
El efecto de la actual calidad de formación se observa claramente cuando los muchachos llegan a postular a la universidad. Aún presentado excelentes puntajes en la prueba de selección, se ven sus falencias formativas. Esto lleva a los académicos que los reciben a tratar de hacer nivelaciones que la verdad no dan los resultados exigidos.
Dicho de otro modo para que no se vea en forma distorsionada lo que digo: deben tener una mayor cultura general que puedan a su vez transmitir a sus educandos. Es decir, que estén capacitados para no solo entregar especialidad sino también transmitir cultura, estimular sus inquietudes hacerlos razonar.
Por otra parte, los docentes “como hasta ahora” no pueden volver a ser simples “pasa materias”, sin ambiciones culturales y espirituales porque sin una base cultural firme no pueden proyectar su calidad de persona ante sus pupilos. Deben volver a ser la imagen o el ejemplo que estimule a los educandos.
Los maestros deben sentir en su interior que de ellos depende el futuro de la nación y entre mejor formen a sus pupilos mejor será nuestro destino.
Para llegar a este importante cambio en la mentalidad de los futuros docentes es imprescindible tener presente estas importantes consideraciones:
a) Los docentes son los garantes de la libertad de pensamiento.
b) Los docentes son los que salvaguardan la cuna de nuestra democracia.
c) Los docentes son los que mantiene vivo el concepto de patria.
d) Los docentes son los que aseguran el futuro de los estudiantes y por ende el futuro de la nación
e) Los docentes son la clave en el perfeccionamiento de la democracia.
Finalmente, es útil volver a insistir que estos profesionales en sus distintas especialidades son como los sacerdotes de nuestra democracia. No es caer en una hipérbole el manifestarlo. Es misión especial del profesor estimular los hábitos de amplitud mental e indagación crítica que son los únicos capaces de formar ciudadanos cumplidores de sus deberes (hoy olvidados), lo que posibilita además una opinión pública ilustrada y eficaz (observemos en la actualidad).
Los futuros docentes deben cumplir sus funciones por criterio y práctica, y por la atmósfera que de ellos mismo emana, serán espejo de la amplitud de mira y de la libre búsqueda.
Ahora bien, los futuros docentes no pueden ejecutar su noble tarea si se les niegan las condiciones para que ejerzan con una mentalidad que sepa responder y hacer adecuadas críticas. Tener libertad de investigación, mediante el pensamiento y la acción, también sobre el significado del fundamento social y económico. Especialmente tener libertad y estar preparados para la labor persistente en ampliar las fronteras del conocimiento y de la sabiduría, tal como lo debería garantizar la Constitución.
El apoyo material, es decir equipos y medios para un conocimiento superior son fundamentales. Sin este apoyo material no es posible hacer realidad lo comentado.
¿Es posible desarrollar un programa nacional de educación para docentes como base ineludible para todas las carreras relacionadas con la formación de nuestros hijos?
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Foto: John Morgan / Licencia CC
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