Hoy Chile se enfrenta a un debate profundo sobre educación, una herramienta que está en cuestionamiento, validada por sectores más derechistas y conservadores, pero totalmente criticada por sectores de izquierda y transformadores. Empero no es mi intención abordar la reforma y sus matices, sino más bien, quizá incorporar una arista poco encarnada, como la clase media de la política social en el discurso liberal, como el acento en la ortografía que suena pero no se escribe; la recuperación de los colegios profesionales para mejorar la educación.
Si hacemos un pequeño dibujo de los procesos que pasamos los estudiantes universitarios sería el siguiente comic: estudiamos 5 o más años, damos nuestro examen de título, luego buscamos pega y trabajamos para vivir (o vivimos para trabajar). Rutina cronológica que podríamos incorporarle la variante política, donde en nuestros tiempos estudiantiles luchamos por mejores condiciones en los establecimientos estudiantiles y si somos más “osados”, cuestionamos y tratamos de ser protagonistas de cambiar la estructura educacional del país. Pero la infraestructura de esta sociedad nos tiene un nuevo sometimiento, que poco nos decidimos a romper o transformar como nuevos profesionales y parte de un mundo académico silente de incidencia, inerte de brazos. Soy de la idea que este mundo requiere organización, que no basta con invertir 5 años estudiantiles a la transformación y superación de las precariedades que tenemos como sociedad, sino que el impulso de la conciencia social que podemos adquirir estudiando nuestra profesión sea el trampolín que haga valer la renovación profesional para que con nuevas herramientas y experiencias dirigenciales y políticas nos instalemos con un nuevo reto, levantar del lodo los colegios y organizaciones profesionales. Para mal entendedores de un lado diestro podría ser un nuevo capricho de seguir malgastando el tiempo en revolver el gallinero y que deberíamos mentalizarnos en emprender y surgir económicamente para “hacer valer” toda la inversión monetaria y temporal en estudiar una profesión. Para otros mal entendedores ultra zurdos podría tratarse de una lucha gremial, colapsada de burócratas poco rebeldes y que no llevaría a buen puerto un objetivo revolucionario. Empero, igual de ideológico como las trabas de la educación pinochetista, las herramientas que hoy poseen las organizaciones profesionales están encadenadas por los mismo militares que nos prohibieron y nos han mantenido prohibidos de total democracia y participación, la gremialización de estas organizaciones debilitó su poder en organización, convocatoria y eficiencia, sin poder regular su área, ni a sus propios colegas, con un poder fiscalizador y controlador cojo, y más manco aún en aunar políticas comunes como colectivos de gran envergadura e influyentes.No dejaré de luchar por la educación como joven profesional, aprovecharé el trampolín de la lucha estudiantil, para luchar como academia por mejores condiciones educacionales, ese menester que hoy está privado por la mera gremialización derechista.
Estoy a días de ser un nuevo profesional para Chile, soy casi un médico veterinario y me siento conforme con lo hecho dentro de la universidad, estudié, luché y aporté a una nueva educación, ahora con más fuerza que ayer, seguiré luchando, y con la convicción de superar el conservadurismo y las políticas retrógradas de una dictadura fascista, me colegiaré al momento de titularme para poder mejorar mi profesión, para serle un robusto aporte a Chile a través de la academia y porque debemos ser responsable además de mejorar las condiciones y factores cuantitativos y cualitativos de los cuales se están formando los futuros médicos veterinarios.
Corolario a esto, entiendo que no dejaré de luchar por la educación como joven profesional, aprovecharé el trampolín de la lucha estudiantil, para luchar como academia por mejores condiciones educacionales, ese menester que hoy está privado por la mera gremialización derechista.
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