La política ambiental en Chile ha estado sujeta principalmente a influencias exteriores, la matriz de estas políticas proviene de sugerencias internacionales y acuerdos entre Estados.
El 26 de marzo del 2015, el Ministro de Agricultura, Carlos Furche, dio una cuenta pública del año ya transcurrido de gobierno y comentó algunas futuras medidas, los conceptos ausentes de ésta cartera no son menores, me refiero al concepto de Sustentabilidad y Cambio climático. Pero el problema ambiental no tiene que ver con apuntar sólo medidas sectoriales, sino encontrar políticas que ambiciosamente apunten a prevenir, más que apalear, lo que claramente hemos estado acostumbrado a observar como voyeristas de un placer culpable, ver como el medio ambiente se depreda.Los tercermundistas nos estamos inundando, secando y quemando debido a una historia de colonialismo productivo.
Los no más de 20 años de desarrollo en políticas medio ambientales que tiene Chile ha estado caracterizados por un sobre impulso tardío de estos temas, institucionalmente todavía está en plena maduración, y esta pubertad política no sólo en comparación con pares “desarrollados”, sino también porque todavía no se concretan materialmente las ultimas legislaciones, sobre todo estructurales de la Ley 20.417. Sin embargo el problema de la precaria y eficaz legislación chilena en este tema contemporáneo, no es sólo por la poca regulación ambiental desde nosotros para nosotros, sino también de lo que otros hacen con nosotros. Porque está bien, tenemos falencia en una política territorial sustentable, no tratamos nuestro suelo con efectiva responsabilidad, nuestra política de depredación de los recursos naturales continúa con cambio climático encima y por último, pero no menor, no democratizamos nuestro medio ambiente.
Pero hace falta otra arista de este problema, ya que la depredación no la hace el Estado de Chile, sino privados, dueños de producción internacionales, que muchas veces son nuestro ejemplos a seguir de política ambiental, porque claro, la Unión Europea tiene bonita legislación, con impuestas verdes y que pague el que ensucia, pero qué política tiene para sus trasnacionales, que no ensucian sus tierras sino las nuestras. Estos TLC’s suscritos con potencias que mencionan trabajo ambiental común entre las partes quedan al debe cuando ocurre lo que estamos viendo, catástrofes naturales, los cuales sin duda alguna, contienen responsabilidades de empresas trasnacionales,- nos ayudan países hermanos y vecinos, no los Estados que saquean lo nuestro-.
Ban Ki-moon en su discurso de apertura del CAP 20 desarrollado en diciembre del año pasado, apunta noblemente a la mayor participación y colaboración de los países para desarrollar medidas universalizadas contra el cambio climático, y cito textual una interesante exhortación: “..climate issues are not separate from development issues – climate finance cannot be treated separately from development finance. They are quite literally two sides of one coin.” Y razona claramente en perspectivas de equilibrar la sustentabilidad, porque es necesaria mayor inversión en el cambio climático igualando la inversión en el desarrollo económico. Saludo esas palabras y las comparto, pero no basta con aquello, hay que evidenciar que la efectiva correlación internacional por el cambio climático y el medio ambiente también debe apuntar a visibilizar la crisis ambiental que está llevando a cabo un sistema de depredación universal, él no debe pedir solidaridad a los Estados, sino responsabilidad, porque los tercermundistas nos estamos inundando, secando y quemando debido a una historia de colonialismo productivo.
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