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Danza y filosofía con el filósofo Sergio Rojas

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Fotografía de colección personal

Unas palabras iniciales con este filósofo chileno del Departamento de Teoría del Arte de la Universidad de Chile. Rojas escribió hace ya unos años acerca de filosofía y danza –o, mejor, acerca de cuerpos humanos e ideas. Me hizo llegar un artículo. Ello me da pie a indicar algunas ideas personales.


Lo que hacen en determinadas formas de las danzas –lo que hacen según unas teorías del porqué hacen los cuerpos esos movimientos precisos en esas danzas, o cuál es el sentido/significado de tales movimientos-, sino de la relación del “sentido de cuerpo”, desde la materialidad más concreta de ese darse a nosotros

Ya de entrada me parece muy adecuado el epígrafe que Rojas instala de Merleau-Ponty, fenomenólogo francés quien avanzó consideraciones muy bellas y agudas acerca de filosofía y corporalidad. Y, sin embargo, inmediatamente esas palabras me generan un sentimiento doble. Primero, por supuesto, el agrado en su referencia directa al cuerpo humano. Segundo, su uso de la palabra, tan filosófica, del ser, para hacer una proposición crucial en el tema. Dice este epígrafe (en la traducción que presenta Rojas, siendo el idioma francés el del ballet clásico):

“Yo no estoy delante de mi cuerpo,

Estoy en mi cuerpo, o mejor,

Soy mi cuerpo”

Pues este “delante” parece referir el modo usual para la filosofía, en su tradición más fuerte, de objetivar el cuerpo humano –ob/jectum dice precisamente una posición delante (del sub/jectum). Entonces, los procesos de objetivación del mundo, en general, me parecen ya comprendidos, y en eso, resueltos, por la crítica y estudio de la instalación histórica moderna de una “consciencia de sujeto/objeto”.

El cuerpo humano-objeto, en esta lengua de la modernidad, “debe estar delante” (notemos la voluntad), es puesto delante (el gesto: cuerpos separados/abstraídos del que los piensa en el momento en que los piensa), por el pensamiento, en el efecto de este decir. Y, desde varias filosofías, ya del siglo XX, estamos aprendiendo que parece mejor que el mundo no lo esté –no sea “resultado” de voluntades meramente activas, ni se “constituya” por gestos de separación de un “nosotros” que piensa las cosas.

Así, estamos “en” nuestros cuerpos, dice, más bien, esta fenomenología (y dice la cita de Merleau-Ponty). Pero, quizá, todavía en esta referencia a una interioridad –“ser dentro del cuerpo”-, todavía no se ha percibido la “cercanía”, la “intimidad”, de nuestro cuerpo al fenómeno del pensar. Hemos logrado retener ese poner(se) fuera, pero continuamos experimentando nuestro cuerpo como ahora “interior”, solamente en el rescate de la exterioridad anterior. Pues, al parecer, el asunto mejor no pensarlo en las categorías espaciales de fuera/dentro. Nuestro cuerpo no nos “es” ni fuera ni dentro, diríamos provisionalmente. Se nos da “antes” de cualquier categorización aplicable (él es “fuente” de posibles categorías).

Entonces ahora esto como un: “soy mi cuerpo” me parece, por lo menos, exagerado. Exagerado aplicar la categoría del “ser” a esta pertenencia íntima –“intimidad” que ya pudiera resultar una “categoría” algo dura. Entonces también respecto de “el ser”, y apreciando los nuevos sentidos de la palabra “ser” para la fenomenología (no ya “metafísicos”, sino de “experiencia”). Ser el propio cuerpo todavía pone nuestros cuerpos en la tradición de la filosofía del ser. Esto es, pone demasiado cerca la teoría del ser –ya desde sus fórmulas griegas originarias-, de la experiencia de “lo corporal”. Cuando, precisamente, una “experiencia (actual) de corporalidad” pudiera ofrecernos otra palabra para decirla. Y una que trans-forme alguna noción usual nuestra de la “palabra”.

Lo que para mí tiene interés, ahora, es un pensamiento del cuerpo como emergiendo del cuerpo. No de las palabras acerca del cuerpo, sino de cuerpo en tanto pone unas palabras en nuestras bocas –que pudieran ahora resultar experiencia de otro asunto en las palabras (como sucede con las musicalidades “antes” de la significación). Esta línea de pensamientos requiere, por supuesto, nuestra elaboración más extensa e intensa.

Vamos a los párrafos de Sergio Rojas. En este artículo suyo que refiero, me resulta importante que manifieste de entrada no intentar una teoría de la danza. Ni cierta revisión o comentarios o correcciones o reemplazos de teorías anteriores de ella. O sea, no se trata meramente de seguir sumando palabras a las que ya se han dicho al respecto. Por supuesto, se trata mejor, como dice, de lo “preliminar del fenómeno mismo del cuerpo en la danza”.

En seguida señala su camino en esta reflexión: “preguntar por el cuerpo a partir de ciertas reflexiones en la danza”. Es decir, hacer experiencia de cuerpos humanos, pero no precisamente en cotidianidades de cuerpos humanos, sino en momentos que llamamos “de danza”.

Y esto significa no poner la atención en describir lo que los cuerpos humanos hacen (allá delante); lo que hacen en determinadas formas de las danzas –entiendo: giros, piruetas, saltos, abrazos, contracciones, movimientos orgánicos o colectivos-; lo que hacen según unas teorías del porqué hacen los cuerpos esos movimientos precisos en esas danzas, o cuál es el sentido/significado de tales movimientos-, sino de la relación (cómo algo que se nos da) del “sentido de cuerpo”, desde la materialidad más concreta de ese darse a nosotros –a los bailarines para sí mismos, y a los espectadores de la escena de danzas como esos cuerpos estéticos. Serían, para Rojas, si logro entender, no teorías de las danzas, sino pensamientos en las experiencias mismas del hacerse movimientos y flujos corporales..

Permítanme que cierre esta columna en este punto. Lo que Sergio Rojas tiene para decirnos es extenso e intenso. De modo que lo retomamos en una próxima oportunidad con todas las ganas y con las ideas bien despiertas.

TAGS: Danza

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viveroscollyer

06 de marzo

He ahì algo como un cisne blanco. He aquì palabras.
Todo se quiere jugar entre el cuerpo humano de ese cisne
y las palabras de un decirlo. Para eso intentamos iniciar una
reflexiòn (secuencia de palabras), para la danza de la cisne.
Por supuesto, en su lago. Por tanto, algo de filosofìa de la danza…

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