El Acuerdo Transpacífico de Cooperación Económica (TPP) es un tratado de libre comercio impulsado principalmente por Estados Unidos y que involucra a 12 países: EE.UU, Japón, Australia, Nueva Zelanda, Malasia, Brunei, Singapur, Vietnam, Canadá, y los latinoamericanos México, Perú y Chile.
Poco sabemos del TPP. Ha sido negociado de manera secreta, no solo para los ciudadanos de a pie, sino también para los congresos de los países involucrados. Las negociaciones secretas comenzaron el 2010 y en el 2013 Wikileaks filtró importante información. Sabemos que es enorme: más de 26 capítulos, o sea, es mucho lo que desconocemos. Sabemos que pretende dar regulación a muchas materias distintas, que involucran temas laborales, derechos de autor, patentes, comercio de alimentos y medio ambiente, etc. Sabemos que crea organismos supranacionales que obligarán a las naciones firmantes a modificar su legislación para cumplir con estos pactos.
Temas como los derechos de autor y la posibilidad de patentar hasta las ideas, procedimientos médicos, plantas -sí, como el ají que usan para hacer merken-, nos dejan serias y fundadas dudas sobre qué ocurrirá con nuestros derechos, con la integración latinoamericana, con la libertad de internet, con el uso de software libre por parte de los estados firmantes, con el acceso a nueva información, conocimientos y cultura, con nuestros derechos como consumidores, y lo que es peor, con el acceso a medicamentos genéricos o la posibilidad de que las naciones puedan tener laboratorios públicos que fabriquen a bajo precio y farmacias estatales que vendan medicamentos baratos.
El 5 de octubre recién pasado, Wikileaks lo hizo otra vez, afortunadamente. Filtró la versión final del capítulo sobre propiedad intelectual y nuevamente nos horrorizamos. Y no exagero. Peter Maybarduk, director del Programa de Acceso Global a Medicamentos, dijo: “Los nuevos derechos de monopolio para grandes compañías farmacéuticas pueden poner en peligro el acceso a medicamentos en los países del TPP. El TPP podría costar vidas”. Organizaciones como Médicos sin Marcas nos advierten del encarecimiento de la salud. Lo que es grave para cualquier nación, en países con alto índice de desigualdad -como Perú, México y Chile- esto alcanza ribetes de tragedia. “Costará vidas”.
La libertad de expresión en Internet es otro de los puntos más complejos de este tratado. Hace responsables a los ISP de los contenidos de internet. ¿Qué significa? Que la empresa que le provee de internet será judicialmente responsable de lo que usted publique o descargue a su computador. Si el ciudadano baja algo, una foto, un poema, una canción o sube un meme con una foto que está sujeta a derecho de autor, su ISP sin preguntarle a un juez, sin pedir su opinión, debe cortar su servicio de internet y sacarlo de la red. Dejarlo fuera del mundo digital. Y si no lo hace, puede ser demandado por una productora de cine, una discográfica o cualquiera de esas transnacionales.
Relatores de derechos humanos de las Naciones Unidas y de la OEA, Organizaciones de derechos humanos, de software libre, señalan que hacer responsables a los ISP de los actos eventualmente ilícitos de los ciudadanos es contrario a la libertad de expresión en internet. La más estricta censura.
¿Qué otros efectos tendrá? Sobrecargará nuestro sistema judicial. Podremos ser demandados por cualquier vulneración al copyright, por visitar ciertas páginas. En otros ámbitos: impondrá nuevas restricciones aduaneras y asegurará que países como Chile y Perú tengan una economía mayormente extractiva, depredadora de nuestros recursos. La soberanía de Chile se verá gravemente afectada.
Las transnacionales podrán demandar a los estados cuando se sientan afectadas por su legislación. Las tabacaleras podrían demandar a Chile por sus leyes antitabaco o por subir el sueldo mínimo si tienen oficinas o fábricas en el país.
Las transnacionales podrán demandar a los estados cuando se sientan afectadas por su legislación. Las tabacaleras podrían demandar a Chile por sus leyes antitabaco o por subir el sueldo mínimo si tienen oficinas o fábricas en el país. Obviamente seremos demandados si prohibimos los transgénicos o las pieles.
Bueno, cualquier cosa que pueda perjudicar sus negocios aquí.
A partir de una vista rápida a la situación geopolítica actual y a los países participantes en este tratado, veremos que entre las naciones del Pacifico no se incluyó a China. Mientras, EE.UU negocia -también en secreto- con Europa y naciones del Atlántico el TTIP, según sus siglas en inglés, excluyendo a Rusia.
India y Brasil tampoco fueron incluidos en estos tratados. El TPP nos sitúa en un bloque geopolítico y económico, en un momento en que parece mucho más conveniente ser neutral. Nuestras autoridades dicen estar felices, porque “hemos alcanzado un acuerdo histórico”. El gobierno insiste en que con el TPP ganamos todos. No dicen qué ganamos ni como lo ganamos.
Nuestras autoridades dicen estar felices, porque “hemos alcanzado un acuerdo histórico” y nosotros les decimos: Muéstrennos el texto final de ese acuerdo… Y ellos dicen: NO. El gobierno insiste en que con el TPP ganamos todos. No dicen qué ganamos ni como lo ganamos. Presidenta, pase a la historia por sus reformas, no por entregar nuestras libertades y derechos como rehenes a las transnacionales. Sospechamos que Chile necesita el TPP tanto como necesita una epidemia de ébola.
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