La lucha de la mujer es latente, el fenómeno social actual de la migración femenina obedece a la globalización y como consecuencia social miles de mujeres dejamos nuestros países y familias. Antes las mujeres salíamos por reunificación familiar cuando el hombre estaba en el exilio, ahora salimos de nuestro país de origen a los países con mejores oportunidades de trabajo.
Lo que nos muestra que el rol de la mujer ha cambiado, un gran porcentaje de las que salimos al exterior lo hacemos por mejorar las condiciones de vida de nuestras familias, muchas rompemos el modelo patriarcal de depender de la economía del hombre.
La mayor parte de las mujeres inmigrantes aquí en Chile tenemos que trabajar como empleadas domésticas, cuidando ancianos, en limpieza, otras cuidando a hijos de otra mujer que es más privilegiada , algunas en prostitución ya sea porque no encuentran trabajo o por que son víctimas del tráfico de mujeres siendo expuestas a la violencia y explotación sexual.
El valor fundamental de la mujer ha cambiado, en el mayor de los casos, las mujeres somos más responsables para enviar la remesa y cuidar el lazo familiar a la distancia.
Sin embargo este esfuerzo cobra sus costos, y se refleja en el aspecto psíquico maternal, sentimientos de culpa, depresión, y deterioro de nuestra autoestima.
La mujer inmigrante hoy día, asumimos ser garantes de la salud de nuestra familia, ejerciendo el papel de cuidadora. Somos las responsables, no sólo de nuestra salud, sino de la salud del núcleo familiar. El no recibir información adecuada de los derechos y deberes que tenemos como usuarias del sistema de salud, las mujeres inmigrantes reforzamos que nuestra propia salud aparezca como una prioridad relativamente menor en relación con otros temas que son percibidos como más importantes (no faltar al trabajo) o urgentes (atender a sus familiares).
Padecemos con frecuencia una triple discriminación: por nuestra condición de extranjera, por nuestra condición de mujeres y por nuestra condición étnica.
A pesar de la importancia numérica, las mujeres inmigrantes somos un conjunto poco visible y padecemos con frecuencia una triple discriminación: por nuestra condición de extranjera, por nuestra condición de mujeres y por nuestra condición étnica. Esta situación afecta nuestra salud: nuestra auto- estima se ve disminuida y se generan en nosotras sentimientos de frustración.
Aun así las mujeres inmigrantes hemos demostrado que somos corajudas, nos echamos los problemas y dificultades a la espalda y proseguimos con nuestro proyecto de vida. Somos también las que nos preocupamos que en nuestro vecindario se viva mejor buscamos aliados para garantizar la higiene y seguridad, somos más propensas a organizarnos y participar en las soluciones frente a los problemas en el barrio. Somos más sensibles frente a la injusticia y el abuso por ende reivindicamos la defensa de nuestros Derechos como mujeres y como ciudadanas, somos mujeres luchadoras por la vida, la justicia y la igualdad.
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