Circula por las redes sociales un chiste gráfico en el cual un gato y un perro comentan a una vaca que el maltrato a ellos está penado por ley, ante lo cual los animales de granja expresan: ¡Qué envidia! Siendo yo un carnívoro y un partidario del buen trato a los animales, no pude sino cuestionar mi posición frente al maltrato animal. La hipocresía que subyace detrás del hecho de comer carne y creer que los animales son seres que no deben sufrir me hizo reflexionar acerca del porqué se da ese aparente doble discurso.
Hace unos seis años atrás, un niño de quinto básico sorprendía a su profesora cuando manifestaba que el origen de la carne es el supermercado. Este tipo de constatación sirve para establecer que el consumo o no de carne (el ser vegetariano o no) es una acción que, si bien es un acto que emana en primer término de la voluntad del individuo, se relaciona con dos ámbitos de la vida del hombre: el ámbito económico y el político.
En el ámbito económico, la causa vegetariana, y por contraparte la problemática detrás del consumo de carne, pasa por el profundo abismo que existe entre el mundo del consumo y el de la producción. Como se refleja en la respuesta de aquel niño de quinto básico, hoy es norma el desconocimiento respecto del origen de aquello que consumimos, así, el trozo de carne que asamos a la parrilla no es parte de una vaca, no sabemos la forma en que esa vaca fue muerta, no sabemos a cuantas de ellas hubo que sacrificar para disfrutar de un asado. Entonces, vacas, cerdos, corderos, pollos y otros animales de granja no son parte de nuestro entorno, por tanto no nos merecen empatía alguna; son bienes de consumo, cómo se produce aquello que como no es parte de lo que el consumidor puede saber.
A partir de lo anterior surgen dos consecuencias que todos, vegetarianos o no, debiesen tener en cuenta: primero, el animal es objetivado, es objeto, no es parte del mundo sensible, no se le reconoce dignidad alguna ya que no vemos ni escuchamos su dolor. Es un animal objeto o bien de consumo. En segundo lugar, al desconocer el origen de la carne y los productos animales que consumimos, desconocemos también el modo de producción detrás de la carne, embutidos, huevos, etc. La implicancia de lo anterior es de primera importancia ya que el daño al medio ambiente que se produce en la industria ganadera se intensifica al aumentar la demanda, es decir, la depredación de los recursos naturales asociados a los productos de origen animal aumenta día a día y es proporcional a la demanda. Mientras la brecha entre la producción y el consumo se mantenga, no existe posibilidad de que la depredación del medio ambiente se detenga.El animal es objetivado, es objeto, no es parte del mundo sensible, no se le reconoce dignidad alguna ya que no vemos ni escuchamos su dolor. Es un animal objeto o bien de consumo
A partir de lo anterior se entiende que los costos del consumo de la carne para el animal y el medio ambiente no los conocemos ni los podemos ver, los costos se pierden en los campos industrializados de los que no tenemos conciencia. Así, la causa vegetariana pasa por crear conciencia, por construir opinión pública; el ser vegetariano se transforma entonces en un tema político, quienes no consumen carne y, en el caso de los veganos productos de origen animal, tienen la aspiración de que la sociedad cambie sus conductas respecto del tema a partir del cambio de la legislación o del sistema.
De esta forma la causa por los animales puede tomar dos caminos: uno es el que entiende que la situación de maltrato animal es un síntoma de una enfermedad mayor, es el sistema (en este caso capitalista) el problema, por tanto, para lograr el cambio social es necesario cambiar el sistema completo. En este caso, las ideologías, entendidas como premisas que explican la realidad, buscan imponer su lógica desconociendo el reconocimiento de aquellos que quieren seguir consumiendo carne o de aquellos que, simplemente, piensan distinto. En síntesis, bajo esta lógica no existe deliberación, quien piense distinto está esencialmente equivocado y, por tanto, no hay espacio para dialogo.
El otro camino pasa por principios de justicia que no buscan imponer una lógica y reconocen que la posición de otros es igualmente válida, en esta caso cambiar a la sociedad pasa por deliberar y formar opinión pública para de esa forma fomentar cambios en la ley que vayan en el sentido de respetar el bienestar animal.
En resumen, quienes quieren promover el respeto animal y el fin del consumo de carne encarnan la disyuntiva que hoy determina la relación entre el Estado y la Sociedad: o escogen el camino de la revolución ideológica, refractaria al diálogo y que genera cambios violentos (que a menudo benefician a la reacción conservadora más que al cambio), o, por otro lado, se escoge el camino del reconocimiento de distintas visiones sobre lo justo y el bien común aceptando el pluralismo valorativo que subyace a la deliberación pública y la manifestación política en un marco democrático liberal.
La suerte de la vaca, el cordero y los demás animales que consumimos depende así de nuestra capacidad para dialogar, asumir las diferencias y persuadir al otro de las causas que, en este caso quienes defienden a los animales, promueven.
Comentarios
19 de julio
Hay que agregar otra variable y es que disminuir el consumo de carne resulta indispensable para salvar el medio ambiente y lo hace de múltiples formas, incluso aporta en bajar la resistencia a los antibióticos:
Saludos
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19 de julio
Es cierto, y nuestra abismal distancia respecto del mundo de la producción hace difícil hacer conciencia de aquello!!
19 de julio
Tal como lo indicas en tu columna y lo ratifica el comentario de Fernando Frias, ya no es objeto de debate el hecho de que el consumo de productos de origen animal resulta dañino para la salud y es una de las principales causas del Cambio Climático (ver What the Health en Netflix). Estos dos grandes costos para la sociedad o «externalidades negativas» como prefieren describirlo los economistas, pueden y deben estar reflejados en el precio de estos productos a través de una sencilla herramienta de mercado cuyo nombre técnico es Impuesto Especifico de Recaudación Neutral. Se trata de un impuesto progresivo que es pagado solo por las empresas que introducen estos productos dañinos en el mercado, pero que no ingresa a arcas fiscales ya que es devuelto por el fisco en partes iguales a la cuenta rut de todos los residentes legales del país. De esta forma el impuesto cumple con des incentivar el consumo de estos productos, no frena la economía, ni tampoco castiga a los mas pobres.
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19 de julio
Concuerdo, es bastante duro el darse cuenta de que seres sensibles son muertos por millones, y que durante su corta vida son considerados solo números, productos y deshechos, ver el proceso es vomitivo, por otra parte no es menos cierto que hay que comer, y claro podemos comer vegetales (que al parecer según ultimas investigaciones también son seres sensibles y quizás conscientes de su existencia) , pero aunque se tome ese camino, se sabe que la dieta no es suficiente, faltan nutrientes, probablemente es materia de la ciencia poder pasar a otro estadio de desarrollo y buscar alguna salida a este dilema moral-ético vs supervivencia.
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26 de diciembre
Me dio hambre esta columna. Voy por mi crudo valdiviano.
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