Existe también una dicotomía en algunos componentes planteados por la autoridad sanitaria en su discurso intersectorial, vale decir, el enfoque de género y de pueblos originarios, que carece en su totalidad de actores válidos para la ciudadanía en el desarrollo de las discusiones y que solo es plasmado en el discurso como un bonito ideal deseable.
Las expectativas puestas en el III Congreso de Salud Pública eran altas. Los desafíos en materia de salud para este gobierno son importantes. Nos encontramos a medio camino en el deseo de poder asegurar la salud como derecho social, garantizado y protegido por el estado. La intención siempre noble de los salubristas choca con la intención política de los gobiernos y los distintos sectores, cuya intención declarada, en el caso de los gremiales, apunta hacia el entendimiento de la salud como un bien de consumo, siguiendo las lógicas del mercado, evidenciado despues de los 80´s en el surgimiento de los prestadores privados de salud (Isapres) y su rol nefasto en el nuevo modelo mixto en salud, implantando, como diría Salazar, a punta de corvo y fusíl, durante la dictadura militar de Pinochet. Pero lo anterior, es materia de otro análisis.
Por otra parte, y a pesar de la buena intención de la salud pública nacional, partiendo desde la autoridad sanitaria hasta el sector académico involucrado, ésta goza de poco respaldo ciudadano, básicamente porque el rol de la misma ciudadanía no está establecido y reconocido por el resto de los actores que tienen injerencia en el proceso de desarrollo de políticas en salud para el sector. Este escaso respaldo ciudadano tiene asidero en la carencia de vinculación legal de las instancias donde se invita a la ciudadanía a participar. Existe también una dicotomía en algunos componentes planteados por la autoridad sanitaria en su discurso intersectorial, vale decir, el enfoque de género y de pueblos originarios, que carece en su totalidad de actores válidos para la ciudadanía en el desarrollo de las discusiones y que solo es plasmado en el discurso como un bonito ideal deseable. Lo anterior, en palabras del propio subsecretario de Salud (a desarrollar en una próxima entrada). Se desprecia así, instancias reales de organización popular (como la mesa territorial por la salud en el gran Concepción) las cuales nacieron con la intención de asumir y empoderar a la ciudadanía en su propia salud.
Una crítica bien ácida hacia la izquierda, especialmente el sector libertario, cuya carencia de un discurso y de una alternativa seria para el resto del sector popular, propicia el posicionamiento adecuado del reformismo, en su intención de generar las transformaciones necesarias, para encarnar de manera tangible, los nobles deseos expresados en la carta de Ottawa o, con una perspectiva latinoamericana, en la declaración de Buenos Aires. Queda pendiente, en este sentido, el avance hacia una salud con enfoque solidario y comunitariamente controlado, superando el modelo biopsicosocial en su carácter individual, entendiendo la salud desde una perspectiva de comunidad y de clase, siempre necesaria.
Espero que esta nueva generación de personas, cuyo ardor por lograr la equidad en salud para todos los sectores, sea un avance claro y tangible, no solo para el campo popular, también para la sociedad en su conjunto. Solo de esta manera, y con el debido empoderamiento ciudadano en su rol de propiciar salud, podremos delegar el rol del estado y devolverlo a las comunidades, las cuales espero, en el largo plazo, hayan avanzado en el establecimiento de un sistema de salud autónomo, solidario y comunitariamente controlado (deseando siempre, la autogestión, en su fase final) donde el rol de la comunidad sea preponderante para su propia salud, en el sentido libertario mas pleno.
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