El incendio que afectó a Valparaíso hace algunas semanas, así como el terremoto de Iquique, dejaron en evidencia, una vez más la precariedad informativa en que los medios de comunicación, puntualmente la televisión, tratan las emergencias y desastres. Desde el sensacionalismo, la morbosidad sobre las víctimas, y el protagonismo del periodista por sobre la noticia.
El rol de determinados medios de comunicación es clave ante situaciones de emergencia. Es la radio, más que la televisión, por la sostenibilidad de equipos, frecuencia y alcance territorial, la que, en un país con complejidades geográficas como Chile, tiene la capacidad de cumplir en la entrega de servicios informativos con mayor fidelidad. Ejemplo de aquello es el terremoto que afectó al país el 27 de febrero del año 2010. En esta situación de emergencia, la radio desempeñó un papel fundamental, precisando en la urgencia, en la fidelidad de la calidad informativa, como necesidad de la audiencia, considerando que la televisión se vio paralizada por largas horas, imposibilitada de transmitir con normalidad.
“La radiodifusión de servicio público respeta a sus usuarios y los concibe y trata como personas inteligentes, cultivadas, sensibles, de edades y de gustos diversificados, y no como una masa homogeneizada de edad mental infantil, consumismo compulsivo y gustos primarios” (Pasquali, 1991).
El terremoto que afectó a Chile el 27 de febrero del año 2010 dejó una serie de lecciones, pocas de ellas aprendidas, sea desde la institucionalidad pública, pero sobre todo desde los medios de comunicación, manifestado en catástrofes del mismo tipo u otro, volcándonos al reciente terremoto de Iquique y al fatal incendio en Valparaíso (abril, 2014). Los medios de comunicación, en sus diferentes programas, incluyendo aquellos de corte misceláneo, abordaron la vulnerabilidad geográfica del país y la tragedia desde el escándalo, la parasicología y la sobreexposición de las víctimas, pero también, en la ausencia de contenidos certeros, de carácter científico, acerca de este tipo de fenómenos o desastres naturales. Excepcionalmente, tras la ocurrencia de un fenómeno telúrico, u de otro tipo, los expertos en la materia, geógrafos o sismólogos en particular, han ocupado especial atención, no obstante se requiere, para ‘persuadir eficientemente’, que su participación sea ‘ex – ante’.
“… Cuanto mayor es la exposición a un determinado tema, tanto mayor es el interés y, a medida que el interés aumenta, mayor es la motivación de la gente para saber más. En cualquier caso, aunque la relación entre motivación y adquisición de conocimientos es proporcional a la posibilidad de estar expuestos a determinados mensajes (por tanto las personas desinteresadas lo son en parte por no tener ni siquiera posibilidad de acceso), es indudable que el éxito de una campaña de información depende del interés del público hacia el tema y de la amplitud de los sectores de población no interesada” (Wolf, 1985.)
Los medios de comunicación tienen una responsabilidad pública, por más comercial que sean sus intereses de negocio. Esto destaca en la mantención y entrega de servicios informativos, en dónde el contenido debe procurar cuidado en su presentación, forma y fondo. Tratándose de la ocurrencia de desastres naturales, no cabe duda de que su función es de suma importancia, desde el destacado, consistencia y tratamiento de la noticia, independiente del ‘blanco’.
Cabe indicar que la labor de comunicar en emergencias siempre se desarrollará en un contexto hostil, de bifurcaciones múltiples, en dónde los medios se interesaran en lo inmediato, en atender lo supuestamente urgente. Se debe tener presente que la oficialidad de la información cabe en las agencias gubernamentales abocadas a la tarea, por lo que les compete un rol auxiliar y colaborativo, con presencia, pero con respeto a protocolos, si los hubiere, pero también a la ‘ética’ del tratamiento informativo, especificando en la ‘descripción objetiva, sistemática y cuantitativa’ de los contenidos, con foco en el ‘equilibrio del sistema social’, apuntando al proceso comunicativo, de su intencionalidad comunicativa, y el análisis del contexto social en el que se desenvuelve.
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