Volviendo al derrame: en la bahía se vierten 3.000 litros. ¡Perdón!, varios días después resulta que fueron 22.000. O sea que con la misma credibilidad, podríamos decir que fueron 50.000.
El reciente derrame de crudo de petróleo en la bahía de Quinteros, en la costa cercana a los mayores centros metropolitanos de Chile, nos ofrece una oportunidad de meditar, en un caso muy práctico, de otro «derrame» que siguió inmediatamente al petrolero: el de la cultura antropocéntrica (para decirlo más filosóficamente), o el de un desarrollismo, como ideología político-económica todavía muy transversal.
Por antropocentrismo se entiende, de modo amplio, la actitud de poner todo aquello que existe, cualquiera sea su tipo, especie o clase, en la perspectiva de lo que importa o no importa, lo que supuestamente es útil o inútil, a nosotros, los seres humanos. Nada (o nadie) tiene una existencia que merezca ser vivida o una forma que merezca ser conservada, sino de acuerdo a lo que los seres humanos en la Tierra, decidamos. Es una ideología de dominación que legitima el sometimiento de todo lo que existe en la naturaleza a una de sus criaturas.
Volviendo al derrame: en la bahía se vierten 3.000 litros. ¡Perdón!, varios días después resulta que fueron 22.000. O sea que con la misma credibilidad, podríamos decir que fueron 50.000. No es la cantidad lo que aquí más importa. Es la reacción, primero, de los medios de comunicación. Sí mostraron las playas negras, el agua pastosa, los pelícanos, jaibas, peces manchados, y el espectáculo de la contaminación, pero ninguna (que yo viera) entrevista ni consulta a un ecologista serio. Alguien que ofreciera una visión profunda del panorama de la Bahía de Quintero. Las cámaras y los micrófonos fueron rápidamente hacia los pescadores (que probablemente lo son), para que se quejaran y comenzaran inmediatamente a pedir compensaciones en dinero. Después pasaron a los comerciantes y dueños de restorantes.
Antropocentrismo crudo: el problema no son los trastornos en los ecosistemas de la bahía (ya tan alterados). Los ecosistemas no importan a la mayoría de las autoridades públicas, con la excepción, ¡válgame dios!, del Ministro del Medio Ambiente.
Sin duda, los pescadores lo estaban pasando mal. Pero no solamente por el tiempo que no podrían salir a pescar. Tengo algunos amigos en las caletas. Además, estaban tristes. Tal vez no lo expresan con las formas que supuestamente requiere la teleaudiencia. Miran a “la mar” en las madrugadas o en los crepúsculos con sentimientos que van mucho más allá (o más acá) del bolsillo. Con ella se han criado y han pasado la mayor parte de su vida. Les ha enseñado tantas cosas. Es algo así como el eje de la vida de la comunidad.
Hay, pues, varios ámbitos de relación y vínculos. Hay un sentimiento de goce en la relación de utilidad de una cosa para un ser humano. Es importante. Con igual fuerza, hay sentimientos de goce en la relación con lo bello de una cosa para los seres humanos, así sucede con las arenas de las playas y los roqueríos alrededor de la bahía. Y hay afectos de los pescadores y sus familias cuando desaparecen las cualidades del mar que los ha formado.
Antropocentrismo es una palabra muy larga para describir esta manera de percibir lo que pasó en Quintero, con el mar y los hombres de sus playas. Afortunadamente, todavía persiste una suerte de diferencia entre la cultura “oficial” -como la que comunican por la tele- y la cultura cotidiana de cuando las cosas se sienten en su proximidad y valen porque se quieren.
Comentarios
10 de diciembre
Este hombre Fernando Viveros es mi padre, lamentablemente se ven caras y no corazones… tengo una enfermedad grave e invalidante y este señor se hace el desentendido y no deposita la pensión de alimentos hace más de un año. Lamento que tengan a miembros tan poco honestos con respecto a el bien común y el bien al prójimo entre sus filas
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