Las disciplinas humanistas han sido durante mucho tiempo devaluadas y poco comprendidas por la sociedad. Esta incomprensión tiene su origen en tres premisas. Primero: que la actividad es siempre preferible a la pasividad y/u ociosidad. Segundo: que el pensar no es una actividad y por lo tanto es siempre pasivo o inerte. Y tercero: que el mundo de las ideas está divorciado del mundo material. Es decir, que uno puede “interferir” en el mundo material sin la necesidad de tener que “pensar” ese mundo. Como consecuencia de esto se ha instalado la creencia de que las únicas personas que mueven el mundo, los que pueden introducir cambios sociales y los que tienen el poder de afectar la vida diaria de los seres humanos son todos aquellos que “hacen” cosas y que se dedican a las disciplinas “prácticas” mientras que la influencia de los “teóricos” queda limitada a las aulas y la torre de marfil. Pocos leen a los intelectuales y a menos les interesa lo que estos dicen.
Sin embargo, la actual crisis social que está afectando el mundo entero (desde los movimientos estudiantiles en Chile y Canadá hasta los Indignados de Europa y EE.UU) ha servido, entre otras cosas, para poner de manifiesto que la supuesta irrelevancia de las ideas en el mundo “material” no es tal. De hecho, las ideas son tan importantes y fundamentales que tratarlas como irrelevantes y no tomarlas en cuenta para la vida diaria de las personas es lo que en gran parte explica el origen de la actual crisis global. En otras palabras: la crisis del sistema económico y social tiene su origen en el trato despectivo que durante el último tiempo se la ha dado al mundo de las ideas.
La pregunta, entonces, es ¿por qué y de dónde viene este menosprecio a las ideas?¿A quién le conviene que las ideas no sean tomadas en serio? Lo que ocurre es que se ha ido imponiendo paulatinamente la creencia de que las personas podemos actuar directamente sobre las cosas y que podemos manipular el mundo sin mediar “interpretaciones” o subjetividades. Como consecuencia de esto ha ganado terreno una visión del mundo donde lo que más importa son resultados que se puedan cuantificar y medir de manera supuestamente objetiva. Es con este trasfondo, entonces, que la realidad social es vista como un “objeto” que se puede estudiar sin juicios de valor, que no requiere de “interpretación” y donde la economía es una “ingeniería”. En este contexto poco importan los valores éticos y morales; poco importa definir claramente lo que es un “derecho humano” y poco importa clarificar el fin último (el telos) de las sociedades humanas. Lo que importa es “cuantificar”, “medir” y “producir” y no “pensar”, “teorizar” o “conceptualizar”. Por lo tanto, a los que tienen el poder no les parece necesario llevar a cabo estudios de la sociedad humana que involucren temas conceptuales, éticos o teleológicos. Sus estudios sociales son esencialmente cuantitativos por lo que casi siempre se limitan a encuestas y otros estudios estadísticos. De ideas nuevas, nada.
Al creer que lo único que importa son los hechos y el mundo “material”, las ideas no importan. Y como las ideas no importan, los que están en el poder no tienen ninguna que puedan ofrecer para solucionar los problemas que surgen precisamente de ese mundo material al que tanta importancia le dan. El grave peligro de todo esto (dejar que los problemas sociales se prolonguen) es que el nivel de “densión” en la sociedad va aumentar hasta que estas estallan en revueltas sociales. Los que no tienen ideas o menosprecian el mundo de las ideas no pueden reconocer una “densión” porque la única manera de hacerlo es conceptualizando correctamente las relaciones entre las aspiraciones éticas de la gente con las condiciones materiales y “objetivas” de la sociedad. Esta correcta conceptualización requiere tiempo y un tipo de análisis que trasciende cualquier perspectiva tecnocrática.
La consecuencia más grave de este menosprecio hacia las ideas es que los gobernantes y ciertos líderes de opinión (seducidos por la ilusión de que la realidad está constituida por “hechos” y por lo tanto no requiere mayor interpretación) se encuentran incapacitados para comprender las causas de los estallidos sociales y, por ende, no disponen de las herramientas necesarias para ofrecer soluciones duraderas a las demandas sociales de los ciudadanos. Por esto que digo que las actuales crisis sociales tienen sus orígenes en el menosprecio a las ideas que permea la sociedad. Al no haber suficiente discusión, debate y análisis en la sociedad, no es posible reconocer una nueva “densión”. Y si no se reconoce una nueva “densión”, nada se puede hacer para corregir el rumbo y así evitar un conflicto social. Es tarea, justamente, de las disciplinas humanistas el entregar lineamientos generales tendientes a reconciliar los modelos conceptuales que manejan las personas con las condiciones “objetivas” y materiales que se dan en la sociedad. Es decir, son precisamente los que se dedican a pensar en el ser humano y su relación con el mundo los llamados a reconciliar el mundo de las ideas con el mundo material. Son justamente los que se dedican a pensar los que pueden hacernos ver que las ideas importan e influyen en el mundo material. Son ellos los que nos pueden hacer ver que sin ideas, el mundo material no sería un mundo humano; sin las ideas los objetos no tendrían sentido, y sin ideas, es la sociedad misma la que no tiene sentido. Entonces como la gran mayoría de los gobernantes y líderes de opinión han abrazado la premisa de que la sociedad es reducible a un conjunto de “datos” y “hechos” donde las ideas no son necesarias, nos encontramos inmersos en una sociedad que, para la gran mayoría, carece de sentido. Por eso la quieren cambiar. Porque vivir en una sociedad que no tiene sentido es una sociedad que no tiene valor.
* Ignacio Moya Arriagada es Magíster en Filosofía. Columna publicada originalmente en Cambio 21
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Fotografía: mäi / Licencia CC
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ignacio
Hola Jorge,
Gracias por tu comentario y aporte. Sin duda, creo que un estudio más acabado y riguroso de la densión en otros sistemas económicos podría revelar aspectos hasta ahora poco conocidos acerca de la forma en que las contradicciones internas de dichos sistemas fueron finalmente resueltas.
En cuanto al menosprecio de los intelectuales creo que el capitalismo es especialmente pervereso por cuanto este sistema económico es el que mide el valor de todo en términos monetarios (al mismo tiempo que proclama la libertad como un valor fundamental).
De todas maneras, creo que en lo esencial tienes razón y que los intelectuales siempre han vistos con sospecha independientemente del sistema social.
Saludos,
Rodrigo Meza
Tienes toda la razón. Tengo la idea de que esto se puede introducir institucionalmente.
Saludos
vasilia
siempre que leo articulos como este recuerdo un cuento de Asimov llamado Olimpiada, en que un hombre se considera inferior porque no es un tecnico ya que su cerebro tenia muchas ideas, empezando por una obsesion con saber por qué un evento se llama Olimpiada.
La gente no tiene que pensar, sino reaccionar, al mas puro estilo Pavlov: vea este comercial de Nike > compre zapatillas Nike. Es una pena que algunos seamos tan ociosos para preguntar «Por qué?»
Lo que esta detras de este menosprecio a las ideas es que la gente no pregunte «Por qué?» y no quiera cambiar las cosas. Los politicos no quieren debate, porque cualquier debate les perjudica en su posicion privilegiada, y como es un hecho que mientras mas uno sabe mas cuestiona, hay que impedir que la gente pregunte «Por qué?» Asi que el menosprecio en realidad es miedo. Hay que defender el status quo como sea. Las ideas atentan contra lo establecido, generan cambios, y los cambios dan miedo.
Lo que no entienden los politicos es que mientras mas se retrasen los cambios estos seran mas violentos. Porque las ideas fluyen igual, no importa cuanto se les busque censurar o condenar.
Los estudios sociales tal vez sean sacados de las universidades y de los colegios, tal vez toda la gente sea robotizada y se quemaran libros como se contaba en el cuento «Usher II» de Cronicas Marcianas… pero las ideas no se van a detener por eso. Y para desgracia de los politicos, los unicos que parecen no tener idea son ellos, el resto de la gente las tiene y muy claras.
jorge1812
Interesante reflexión. Me parece interesante el concepto de Densión. Pues creo que la densión se ha dado a lo largo de toda la historia, en sistemas económicos diversos, donde finalmente el ejercicio de derechos se liga a un privilegio. Y eso me hace dudar de tu tesis en cuanto a que finalmente siempre estamos en fases de densión sin necesariamente importar el régimen político o económico.
Por otro lado, me parece que el desdén en cuanto a las ideas en general, ha sido transversal en términos políticos en los últimos siglos. Es decir, los tecnócratas han estado presentes en todo el espectro y en casi todas las ideologías o paradigmas en cuanto a la sociedad. Los “intelectuales” han sido perseguidos siempre, en cualquier régimen o modo productivo.
Por lo mismo, no estoy del todo de acuerdo con tu tesis, de que “la crisis del sistema económico y social tiene su origen en el trato despectivo que durante el último tiempo se la ha dado al mundo de las ideas”.
Por qué no estoy de acuerdo, porque el trato despectivo no es del último tiempo, no es de un modelo económico específico, sino que es reflejo de la modernidad misma, basada en su excesiva confianza en la razón humana para cambiar y moldear el mundo como si fuera arcilla. Esa excesiva arrogancia, que olvida la subjetividad humana, generó las peores brutalidades durante el siglo XX, entre otras cosas, el totalitarismo fascista y comunista, ejemplos claros de lo peor de la ingeniería social y la arrogancia humana, donde hubo la mayor persecución en contra del mundo de las ideas desde su base.
Esa presunción arrogante, de que la acción humana y la sociedad -y sus fines- son totalmente cuantificables e incluso modificables a voluntad, junto con la arrogancia de creer que las ideas podían imponerse en el mundo material, para reconciliar ambos mundos, generó hambrunas, persecuciones, matanzas, y una serie de brutalidades. Todo eso, pasando a llevar principios éticos y morales básicos como la auto posesión, que es base para la libertad de pensamiento, entre otras cosas.
Por eso, los “intelectuales”, no aquellos serviles al poder de turno, sino aquellos que propician el pensamiento libre, han sido perseguidos siempre, en cualquier régimen o modo productivo por quienes tienen el poder, sobre todo, cuando lo concentran en demasía –con el propósito de hacer calzar sus ideas en el mundo material- o cuando las sociedades no son lo suficientemente abiertas o democráticas para permitir el flujo de ideas de manera libre.
Saludos y paz