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El país de nadie

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A finales de agosto, por primera, vez Facebook tuvo mil millones de usuarios conectados a su red social. Según el sociólogo Zigmund Bauman, Facebook, la creación  de Mark Zukerberg, se centró en nuestro miedo a la soledad. Las redes sociales cumplen el rol de “acercarnos” al otro.

[texto_destacado]Nunca en la historia de la humanidad hubo tanta comunicación como hoy, “pero esa comunicación no desemboca en el diálogo, que es el desafío cultural más importante de nuestro tiempo”. En efecto, y para ver por mi propia experiencia, en los últimos meses decidí “conversar” con mis amigos de la red y el resultado a mi juicio es que nadie habla realmente. ¿La pregunta es por qué sucede esto?

El sociólogo Bauman parte de la base que el negocio de Facebook es que nadie se sienta rechazado o excluido. Siempre las veinte y cuatro horas del día y los siete días de la semana, habrá alguien dispuesto a recibir un mensaje o a respaldarlo.

El filósofo coreano alemán Byung-Chul Han, en su libro En el Enjambre nos dice que en el enjambre digital se deshacen las distancias y se “fomenta una exposición pornográfica de la intimidad”. El panóptico de Bentham no es necesario, para eso estamos nosotros mismos, vía Facebook y Google: cada uno vigila al otro. “Cada uno es Gran Hermano y prisionero a la vez”, somos la gran masa de individuos aislados que tratamos de comunicarnos.

Byung- Chul Han, plantea que los individuos pertenecientes al enjambre digital, no desarrollan ningún nosotros. No somos sujetos de acción, no nos manifestamos en una voz, en definitiva no cambiamos la historia y seremos -según el filósofo- percibidos como un ruido solamente. Bauman, nos dice que nos comunicamos en cajas de resonancia, volviendo a escuchar nuestras propias palabras.

Un capitulo del ensayo del sociólogo y periodista bielorruso Evgenij Morosov, la ingenuidad de la red, se titula “Por qué la KGB quiere que te inscribas en Facebook”. Morosov dice que “millones de usuarios de Facebook corren para hacer públicos sus aspectos más íntimos y por lo tanto más inaccesibles”. Y no solo eso, de sus propios pensamientos, relaciones sociales, gustos culturales y políticos. En definitiva, las redes sociales son el terreno de una forma de vigilancia voluntaria, hecha en casa y muy apta para las agencias de inteligencia del mundo. Con esta información gratuita se ahorran, en parte, los profesionales del espionaje.

Claro, eso dicen sociólogos y filósofos, pero ¿que decimos nosotros? Yo por lo menos, coincido con Sigmund Bauman cuando nos dice que “en realidad nadie habla hoy, porque hablar es hablar con alguien que tiene ideas diferentes a las nuestras y conlleva el riesgo de equivocarse”, y claro usted no quiere recibir de vuelta una tonelada de mala onda.

En definitiva, las redes sociales son el terreno de una forma de vigilancia voluntaria, hecha en casa y muy apta para las agencias de inteligencia del mundo. Con esta información gratuita se ahorran, en parte, los profesionales del espionaje.

La globalización ha transformado al mundo en multicéntrico, en donde ocurren millones de acontecimientos que no controlamos y que pueden cambiar nuestra vida a gran velocidad. Por lo anterior, queremos comunicarnos con alguien, no tenemos “un puerto seguro”, el miedo existencial se produce porque la sociedad se desarticuló y hoy no tenemos referentes políticos y tampoco sociales en que “protegernos”.

La crisis existencial que estamos viviendo en Chile, tiene que ver con los cambios que se han operado en el mundo globalizado y que han repercutido en lo local. En efecto, el Estado-Nación ha sido erosionado por el fenómeno global y por su propia debilidad de nacimiento: estratificación clasista oligárquica y desigual distribución del ingreso. El Estado-Nación que conocimos hace treinta años ya no existe y eso no lo hemos querido entender. La sociedad que conocimos en nuestra juventud murió a nuestros pies y no nos dimos cuenta.

La globalización ha debilitado el Gobierno Nacional, el poder del Estado está en otras manos: se lo llevaron los intereses económicos y financieros que están fuera del país. Parodiando a Bauman, podemos decir que “el poder está situado en lo que podríamos calificar como El País de Nadie”. Entre tanto, la sociedad civil -a la que pusimos tanta esperanza- no muestra por donde podrá reemplazar esta debilidad, con nuevas instituciones que nazcan de una idea consensuada de país.

En la sociedad contemporánea y nuestra sociedad, dice un sociólogo, somos más libres que nunca antes, pero a la vez somos también más impotentes que en ningún otro momento de la historia. En estos momentos nos sentimos incapaces de cambiar nada. Y de nuevo, recordando a Bauman, podemos decir que “somos un conjunto de individuos con buenas intenciones, pero que entre sus intenciones y diseños de realidad hay mucha distancia. Todos sufrimos ahora, más que en cualquier otro momento, la falta absoluta de agentes, de instituciones colectivas capaces de actuar efectivamente”.

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