La memoria de Chile muchas veces nos instala en una plataforma de vulnerabilidad. Está a la altura de nuestra independencia y autonomía. En reiteradas ocasiones me he preguntado si esto se debe al impacto de vivir en un país de terremotos, obligándonos a levantarnos rápidamente y olvidar el impacto y a quienes perdimos en dichas catástrofes. Hemos perdido la capacidad de recordar a nuestros muertos, el olvido los honra. Chile es hoy una débil y fragmentada cultura, admiradores de todo lo que viva al norte de la línea del Ecuador.
Estamos frente a un problema social, que afecta a los notificados, sus familias, amigos, parejas y todo el núcleo que los rodea.
Pronto se acercan una nueva marcha para la diversidad sexual. En estas marchas se han instalado temas, algunos con más énfasis que otros, pero todos en igual rango de importancia, ya que a la base de cada marcha, está la igualdad de derecho y el respeto a las diversidades sexuales e identitarias.
La comunidad LGTBI se ha perdido y confundido en pequeños triunfos simbólicos, que impiden ver lo que realmente está pasando. No debemos olvidar que en los ochenta y a mediados de los noventa, muchos de los nuestros iban cayendo día a día, no tan sólo victimas del virus, sino también víctimas de la sociedad, debido a los miedos y prejuicios de ésta. Pero la historias de estos sucesos de a poco se va perdiendo, ya que muchas se fueron con sus cuerpos, y pocos han sido capaces de recogerlas y dar cuenta de lo que en esos años pasaba, y que lamentablemente aún sigue pasando, por lo rincones de nuestra larga y angosta faja de tierra. Recordemos que gran parte de nuestra organización política, social y gremial, se levanta a partir de esta cruda realidad. Muchos daban vuelta su cara y otros lanzaban los castigos del infierno, el pecado tenía nombre: “maricón y sidoso”. Esto debido a la controversial ley redactada en 1875, ley del código penal que castigaba la sodomía, como un delito nefando, moral y social. Por consiguiente, dicha ley fue derogada el 2 de julio de 1999, en donde la sodomía pasaba a ser de un delito a ser consentida entre hombres adultos en Chile. Ahí también tenemos una deuda pendiente.
En los inicios de la pandemia, muchos portadores murieron solos y otros murieron por falta de asistencia. Sin tener una mano que sujetar, la herida que dejó el Sida en la sociedad fue grande. A muchos los sumergió en un duelo profundo y por lo mismo hoy pocos se atreven a hablar. Perdimos una generación de luchadores, de hombres “homosexuales” que para la época fueron capaces de romper los límites de la cárcel y de los hospitales psiquiátricos, para vivir su sexualidad de forma plena. Pero el VIH/SIDA sigue presente, aún prevalece con sus mitos y prejuicios. Se mantiene como problemas de todos y seguirá costando vidas, si no lo ponemos nuevamente en el lugar donde debe estar, en la opinión pública, en el discurso político. Debe estar en la agenda de todos.
El VIH/Sida no es sólo un problema médico. La prevención no debe quedar al amparo de leyes que no se cumplan, ni tampoco es un problema de las organizaciones LGTBI. Pocas han tomado el VIH como bandera de lucha, como lo hizo la Corporación Chilena de Prevención del sida en su momento, Accióngay hace 27 años, o MUMS (Herederos del MOVILH – histórico), hace 23 años.
Hoy las nuevas organizaciones se aferran a las nuevas demandas, y con total validez. Desde su detección a la fecha como país hemos avanzada lentamente en el tema. La creación de la ley 19.779, la cual identifica el rol del estado y algunas directrices que apuntan a la prevención, educación y detección. Posteriormente el Plan auge N° 18, que garantiza el tratamiento médico a las nuevos afectados, pero no considera el acompañamiento psicosocial por lo mismo, lo que puede estar afectando en el avance de la epidemia. Según los datos entregados por la Seremi de Salud, la zona metropolitana es donde se ubican la mayor cantidad de casos detectados con VIH/SIDA, aumentando considerablemente los casos detectados, llegando a 24,4 casos por cada 100 mil habitantes, de los cuales el 89% son hombres. (Fuente SEREMI).
Estamos frente a un problema social, que afecta a los notificados, sus familias, amigos, parejas y todo el núcleo que los rodea. Es un problema nacional, ya que no existen políticas que acompañen psicosocialmente a los notificados, la medicación sólo ha hecho que se pierda la sensibilidad frente al tema, pero no lo ha detenido y ni cambiado la conciencia de nuestro país.
En la próxima marcha, hagamos ver todas las demandas de la comunidad LGTBI, pero no hay que olvidar a ese un grupo personas, que marchó para hacer frente a la pandemia, dejando clara la misión: Prevención del VIH/SIDA, ayer, hoy y siempre.
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Foto: ultimasnoticias.ve
Comentarios
26 de septiembre
Inspirador, espero sea así , dar la lucha con la cara de frente , ya que los saldados caídos son los héroes al final.
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26 de septiembre
Como lo señale anteriormente, esta es una lucha de todos, mas allá de ser positivo o no, los “caídos” tenían familia, amigos y personas que aun los recuerdan.