Nos encontramos frente a una emergencia climática, que venía de antes y había sido alertada oportunamente por el mundo científico; le sigue la crisis sanitaria; y, completa este cuadro, la recesión económica mundial anunciada por los principales organismos económicos internacionales.
En medio de estas coordenadas, los países implementan sus políticas, de acuerdo con la ideología que abrazan sus gobiernos. Las ideologías nunca murieron y así seguirá siendo, aún cuando desde el neoliberalismo usan y abusan del mañido recurso de acusar de ideologismo a los demás, como subterfugio para preservar la suya propia.
Así, el modo y capacidad con que los países han venido encarando la crisis sanitaria, viene dada desde la década de los 80, que es cuando se producen dos hechos políticos trascendentes. El primero, es la irrupción del neoliberalismo personificado en Margaret Thatcher y Ronald Reagan; el segundo, que coadyuvó a que lo anterior se expandiera, fue el colapso de la Unión Soviética y de los países que eran parte de su área de influencia.Chile debe volver a recuperar y profundizar su Estado de Bienestar desmantelado por la dictadura civíco-militar a partir del golpe de Estado
Que en países como Inglaterra y otros de Europa Occidental, el neoliberalismo emergente no alcanzara la violencia y brutalidad que conocimos en Chile bajo la dictadura cívico-militar, ello se debió, en gran parte, gracias a las fortalezas de la institucionalidad democrática que emergió al cabo del horror de la Segunda Guerra Mundial; la construción de sistemas políticos multipartidarios y a la existencia de organizaciones sindicales fuertes y representativas de las trabajadoras y trabajadores así como de redes solidarias en la sociedad cívil.
Por esos factores, en la mayoría de esos países, los sistemas de salud pública, que son producto de los Estados de Bienestar, han logrado reducir los efectos de la pandemia y los gobiernos apoyar dignamente a sus ciudadanos y rescatar a sus empresas del colapso. Nada de ello está garantizado de por vida, menos aun en los tiempos que corren, cuando buena parte de Europa ha venido cediendo a la conducción de corrientes “social-nativistas”, – una combinación antiinmigrante, autoritarismo y privilegios desorbitados al gran empresariado – según las define Piketti y al peligro que estas corrientes representan para las conquistas en seguridad social alcanzadas en estas sociedades de capitalismo avanzado.
En la esquina más afectada de países bajo gobiernos ultraconservadores, aparece Estados Unidos, país que está pagando un alto precio en vidas debido al desmantelamiento progresivo y sistemático de su sistema de salud pública. El broche de oro a las políticas de Reagan, dándole continuidad histórica al social-nativismo en EEUU, lo está poniendo Trump, secundado en la región por Bolsonaro.
Pero la pandemia ha develado un aspecto sumamente práctico. Si la deslocalización de las cadenas de suministro les reportaba a las grandes empresas del planeta ganancias exuberantes, gracias en muchos casos a legislaciones precarias en los países anfitriones, debilidad institucional y principalmente abundante mano de obra barata, todo ello bajo la rúbrica marketera de productos “just on time”, en el marco de la crisis, lo concreto ha sido que los países ricos -y los no tanto- producto de esta deslocalización han tenido que organizar flotas de aviones para traer a sus territorios las mascarillas que dejaron de producir así como muchos otros productos definidos como esenciales.
En nuestro caso, muy loable la actitud de Luksic de haber contribuido con mascarillas para ayudar a paliar la crisis, pero en términos de país, es urgentemente necesario recuperar capacidades productivas propias para poder estar en condiciones de enfrentar situaciones críticas como las que vivimos como país y humanidad.
En lo esencial, Chile debe volver a recuperar y profundizar su Estado de Bienestar desmantelado por la dictadura civíco-militar a partir del golpe de Estado; desarrollar investigación científica y tecnológica a gran escala, que permita ampliar su matriz productiva e incorporándole conocimiento de alto nivel, puestos al servicio de la sociedad y el desarrollo del país.
Evidentemente, estos desafíos son nacionales y ellos son los que deben convocar a la actividad política en primer lugar. Sin embargo, los problemas del país son también parte de problemas más globales tales como la emergencia climática, esta pandémia y la recesión en ciernes. Es por tanto positivo que personeros de este lado del espectro político, busquen relacionarse con fuerzas afines tal como ha sido recientemente la reunión del Grupo de Puebla. Es mi pinión, que este grupo debe tender puentes al norte del río Bravo, para abrir diálogo con las fuerzas políticas que representa el senador Sanders de EEUU.
Comentarios
11 de mayo
Estimado Sr. Cerpa, primero que todo, gracias por su artículo, en estos días de encierro la lectura es un bálsamo.Leo con interés su visión y no comparto mucha de las ideas, en realidad la dictadura violenta que tuvimos no interrumpió ningún estado de bienestar, eso es un escenario europeo que se pensó que se había logrado, pero que se cae a pedazos. No es el ultra conservadurismo el que gana terreno, especialmente en Europa, lo ganan grupos violentistas, nacionalistas y miles de disconformes, si se estudia en detalle el tema, es porque las democracias se suicidan solas, lo más normal es que entre demócratas se odien, descalifiquen y finalmente se destruyan. Respecto al grupo de Puebla y otros similares, no esperaría nada, sólo desestabilidad, ruido y daño, son agrupaciones que buscan otros fines, ni Ud. ni yo le importamos un rábano. Para rescatar la industria local, tema en que comparto su preocupación, todo está en que nos extirpemos del cerebro la idea de lo “barato”, China nos conquista por los precios, sin embargo, creo como Ud. que tenemos capacidad, inteligencia , tecnologías y ganas de hacer cosas, pero debemos asumir que a otros costos, es un problema de mentalidad, fomento …..y lucas en los bolsillos.
0