Es verdad que es confuso, agregué. Porque si se trata de hacer política real, hay que tener dedos pa’ l piano. Parece que en política hay que saber moverse entre aguas siempre turbulentas, y ver cómo y cuándo caben allí las buenas ideas, o, si no te interesan las ideas, en tanto mero operador, ocuparte solamente en cómo logras tus ambiciones egoístas
Ayer, a la salida del metro, una amiga me invitó a compartir un café para conversar esta pregunta: ¿quiénes dominan hoy en la militancia de los partidos políticos chilenos, los talentosos o los mediocres?
Sentados ya en un local y esperando atención, consideramos que quienes se involucran actualmente en la política partidista están entre dos fuerzas: el desprestigio público del ámbito político, muy repetido por las encuestas, y la oportunidad de lograr un cargo de relevancia pública –desde el de presidente o ministr@, hasta parlamentari@, alcalde(sa), concejal(a) u otros-, y para fines generosos o egoístas.
Si bien llamarse “político” puede provocar desde el desprecio hasta la ira de algun@s, cuando un político consigue un cargo en la institucionalidad del Estado se vuelve una persona con visibilidad pública –y eso, al revés de la situación anterior, da prestigio y, a veces o usualmente, dividendos para las finanzas privadas-.
Pedimos dos capuccinos. Ella dijo entonces: o sea que no solamente el famoso desprestigio resulta relativo –y se ubica en aquella doble posición de cualquier dirigente: está en la primera fila y es responsable, pero fácilmente se le achaca todo lo que pase (de malo)-, sino que aún no sabemos nada de lo que te pregunté al inicio. Lo de talentosos y mediocres.
“Me refería a que un oficio simplemente desprestigiado, pero con rendimientos egoístas, atrae más a los mediocres. Tal vez habría que considerar la dimensión idealistas/operadores, y cruzarla con la de [des]prestigio, para saber si hoy en política se facilitan las cosas para los talentosos o para los mediocres, dije sorbiendo un poco de espuma.”
Me miró confundida.
_ Es verdad que es confuso, agregué. Porque si se trata de hacer política real, hay que tener dedos pa’ l piano. Parece que en política hay que saber moverse entre aguas siempre turbulentas, y ver cómo y cuándo caben allí las buenas ideas o, si no te interesan las ideas, en tanto mero operador, ocuparte solamente de cómo logras tus ambiciones egoístas. O las del padrino que sirves, que finalmente es casi lo mismo.
Entonces se le comenzó a enfriar su capuccino.
_ Para ser un político con talento habría que poder juntar las buenas ideas con las capacidades de conducción, organización, negociación. Habría que ser “bonito” en la tele y creíble en el discurso. Y entonces sucede normalmente que, o uno le cae bien a la gente y maneja a la gente, o uno tiene buenas ideas para un verdadero proyecto colectivo. En los líderes políticos estas cosas se encuentran raramente juntas.
Y en unos tiempos como los de esta segunda década del siglo XXI, donde no sobran ideas sino que están en falta –y si surge alguna la copian todos, porque los diferentes lados de la política ya se parecen demasiado-, hay más oportunidades para que los mediocres capturen las posiciones de poder.
Aunque en Chile, pienso, eso del talento en política lo estoy viendo más en la irrupción sorpresiva de los movimientos ciudadanos locales.
Entonces, aprovechando un cartel de “zona de fumadores”, encendimos unos cigarrillos y fumamos contemplando las mesas vecinas en las ondulantes nubecillas de nuestro humo.
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Foto: HikingArtist / Licencia CC
Comentarios
05 de junio
Me parece un buen enfoque. Creo que la irrupción de los movimientos sociales locales ha sido una respuesta (y lo seguirá siendo) a la incompetencia de los managers de la politiquería. No es un desprecio a la Política, sino una apreciación real de los derechos y deberes ciudadanos. Los dirigentes comprometidos a programas públicamente elaborados, están sujetos al escrutinio de sus bases y no ocultos detrás de chácharas inoficiosas. Es importante que las personas piensen, también lo es que digan algo, pero mucho más importante es lo que hacen, y sobre todo si está relacionado a programas concordados por las mayorías.
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