Casi simultáneamente dos noticias se tomaron la agenda política. De un lado, la encuesta del CEP le asignó un terrorífico 6% de aprobación al presidente Piñera. Del otro, se informó que se había aprobado a nivel legislativo la denominada “Ley Antisaqueos”.
A primera vista son dos situaciones inconexas. Para mí, son los dos extremos de la misma hebra social.
El 6% del Presidente lo entiendo como el segmento en que predomina el uso del poder, esencialmente, el poder económico, que lucha y luchará por no cambiar una sola coma al modelo neoliberal que le ha permitido crecer sin pausa, sin importarle los niveles de desigualdades e inequidades que ha ido tejiendo.
En el otro extremo, la “ley antisaqueos” que como muy bien señaló la senadora Carolina Goic, apunta a garantizar las movilizaciones pacíficas, sancionando a los que creen que, destruyendo, quemando, agrediendo y amenazando a los que se oponen a los daños, hacen una contribución importante al cambio social que viene (en realidad, tiendo a pensar que ni siquiera eso creen o les importa, pero les debe sonar bonito como argumento validador de sus conductas anárquicas y/o delictivas).Tanto el grupo del 6% como los afectados por la ley que se promulgará dentro de muy poco, son saqueadores (por acción u omisión)
El grupo del 6% supongo que sigue creyendo en la humillante lógica del chorreo que instauró en la dictadura, Hernán Buchi. Es humillante porque implica aceptar que hay que agradecer la posibilidad de acceder a lo poco que chorrea y, ante ello, rendirle pleitesía al rey dinero. Es humillante porque tiene sentido meter preso al que roba una billetera, pero al que se roba estatuas se le considera coleccionista. Es humillante porque, si te atrasas en los pagos, te embargan y liquidan tus bienes dejándote en la calle, pero si eres dueño de una gran fortuna, el Servicio de Impuestos Internos te condona parte o toda tu deuda. Es humillante porque, por ejemplo, en Petorca, para que unos pocos tengan grandes fortunas, mantengan tremendas plantaciones de paltas que exportan a oriente, mientas la comunidad que vive aguas abajo pierde sus fuentes de ingreso (llámese vida) por la sequía (mejor llamarla saqueo), básico para seguir intentando vivir o al menos, sobrevivir.
Al otro extremo, el grupo que resultará afectado con la ley antisaqueos, tal vez no podrá saquear con tanta impunidad y con ello permitirá que la comunidad organizada (independientemente de dónde residan) siga en su avance sin pausa para que la nueva constitución rompa las cadenas hacia un país más genuinamente de todos sus habitantes.
Tanto el grupo del 6% como los afectados por la ley que se promulgará dentro de muy poco, son saqueadores (por acción u omisión). Ante ello, si estamos contra unos, no podemos validar a los otros. Ambos deben ser detenidos y sancionados de igual forma. Ninguno, jamás, con clases de ética. Con mayor razón, y rigor, los que han saqueado la dignidad chilena por décadas.
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