Como ya se acercan las navidades y todo el mundo quiere tener recetas distintas y distinguidas con las cuales agasajar a sus ilustres invitados, es que pongo a disposición de los lectores esta vieja y apreciada receta.
Se rumorea que se comenzó a cocinar en Chile hace muchos, pero muchos años, con la llegada de un benemérito conquistador español, porfiado y ambicioso a estas tierras, NO, NO no es nuestro grandilocuente Segovia, aunque todo indicio apunte a él. Tampoco se trata de los dueños del Santander, Chilectra, Telefónica y tantos otros que cumplen con la misma característica, sino de uno chiquitito que se trajo a la Inés para que le sirviera de dama de compañía y otros menesteres sexuales en la época en que aún no daba SIDA por comer plátanos, que lleva el nombre de una calle de Santiago: Pedro de Valdivia.
En fin. Entre ambos comenzaron con los ingredientes básicos de este maravilloso cocimiento, al cual se le han ido agregando algunos elementos propios de la modernidad, pero que en su esencia se mantienen inalterables.
He aquí la receta entonces de un sabroso y exclusivo Mapunui a la Rapache:
1. Primeramente usted debe buscar un aborigen de cualquier especie, Mapuche, Rapa Nui, Alacalufe, Aymara, Diaguita , etcétera. Todos sirven
2. Lo importante es que este nativo en cuestión tenga algo que a usted le pudiera interesar. Fundamentalmente tierras explotables de buena calidad; al que no esté en esa categoría déjelo que se muera de hambre solito no más, es más económico para sus gastos de Navidad.
3. Una vez elegido el ejemplar a utilizar, despójelo de lo que tenga a través de triquiñuelas de cocinería legal, tipo contratos entre el Estado de Chile y la Etnia, que no los entiende nadie y con harta letra bien, pero bien chica tipo ventas atadas de los bancos, préstamos de las casas comerciales y afines.
4. Como a veces estos nativos se ponen medios porfiados y agresivos, hay que agregarles misioneros piadosos que en nombre de Dios y el Opus los convierten a fuerza de patadas en los jardines colgantes de Babilonia a la religión correcta. El objetivo de este paso es amansarlos haciéndoles creer que su destino en la tierra es ser humildes servidores de los poderosos.
5. Los misioneros deben ir siempre acompañados de soldadesca, mercenarios y gente interesada en reducir a los irreductibles cueste lo que cueste.
6. Una vez hecho lo anterior proceda a adobarlos con poca educación, pobreza, marginación racial y otras especias que usted disponga en la cocina en ese momento y deje reposar por un tiempo imprudentemente largo.
7. Una cosa que suele dar buen resultado es hablarles de las bondades de un gobierno de nuevo signo, tan nuevo que ni siquiera ellos se lo entienden, pero funciona, porque los anteriores tampoco les dieron mucha pelota que digamos.
8. Cuando ya está todo listo y nuestro guiso pareciera estar pronto para meterlo al horno, viene el paso más trascendental de todos, que consta de varias etapas consecutivas sin pausa alguna.
9. Ponga de Encargado de la cocina por un rato a un hombre de anteojos tipo Hinzpotter con complejo de Sheriff malulo del antiguo oeste.
10. Pídale que mande a la verde luma de la ley a rondar los elementos del guiso.
11. Cuando le dieron una vuelta y media, los amigos del camino deben comenzar a ablandar a los nativos; cualquier cosa está bien y todo está permitido: palos, lumazos, balines por delante y/o por detrás, pateaduras, en fin, lo que la imaginación o los recursos le pongan en las manos.
12. Una vez que nuestro Mapunui esté bien adobado, condimentado, apaleado y ablandado, póngalo al horno previamente calentado y cuando vea que está blandito, sáquelo, trócelo y llévelo a la mesa para servir.
Este guiso se puede acompañar con ensalada de moralina barata, papas a la Karadima y un pataché de verduras tipo nueva derecha.
Para los bebestibles se aconseja un vino tinto de la Viña Santa Concertación, de la cepa, nos hicimos los de la chacra con los autóctonos también, año 1990 al 2010
Buen provecho y coma sin moderación, total fuera de los apaleados, el resto seguirá viviendo su enfiestada vida.
* Publicado también en www.elpilin.cl
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