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Que todo cambie para que nada cambie

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En ciencia política se suele llamar «gatopardista» o «lampedusiano» al personaje que inicia una transformación política revolucionaria pero que, en la práctica, solo altera la parte superficial de las estructuras, conservando el elemento esencial del poder.


Es mi gobierno, pero, guardando las proporciones, en nada se acerca a los cambios radicales que esperábamos, ni cerca está, solo quisiera que todo fuera más radical, pero la burguesía ni modo, no deja gobernar

Si queremos que todo siga como está, necesitamos que todo cambie (se vogliamo che tutto rimanga come è, bisogna che tutto cambi). Esta frase también es utilizada para el análisis de coyuntura en política, por lo mismo, nunca ha dejado de estar vigente a través del tiempo. En la política tradicional lo podemos observar en las traiciones, oportunismos y miserias de los parlmentarios. En los grandes núcleos de poder como Roma, Egipto, el imperio Otomano, y Ruso, se repiten las sórdidas ambiciones personales y los personajes indeseables de las burocracias de cualquier poder por sobre los bordes de la estructura social empobrecida. En Sicilia del 1900, se observan en todos los personajes destacados de la novela el Gatopardo escrita por Giuseppe Tomasi di Lampedusa[1].

Dice el texto de la época, que ha existido la capacidad de los sicilianos para adaptarse a lo largo de la historia a los distintos gobernantes de la isla. Pero la novela del Gatopardo simboliza también la intención de la aristocracia de aceptar la revolución unificadora de Garibaldi para poder conservar su influencia y poder. El «gatopardismo» o lo «lampedusiano» implica la metáfora de entregarse al cambio y así asegurar que todo siga igual por sobre una transformación estructural[2].

El Gatopardo narra las vivencias de Don Fabrizio Corbera, Príncipe de Salina, y su familia, entre 1860 y 1910, en Sicilia (Palermo y Palma di Montechiaro). En mayo de 1860, tras el desembarco de Garibaldi en Sicilia, Don Fabrizio (personaje inspirado en Giulio IV di Lampedusa, bisabuelo del autor) el que asiste con melancolía al final de la época  de la oligarquía terrateniente y está dispuesto a la entrega del poder ya que comprende que el final de su supremacía aristocrática se acerca: es el momento de que se aprovechen de la situación política las nuevas clases sociales emergentes y que se adapten al régimen generado por la unificación italiana.

Cuando el Príncipe Fabrizio visita el pueblo de Donnafugata, para conocer cómo se desarrollan las elecciones parlamentarias ordenadas por el Reino de Italia, se entera que la población ha votado «de forma unánime» por el candidato Garibaldista, pero que tal resultado se debe a un masivo fraude electoral donde el Príncipe reflexiona que esta conducta deshonesta es una batalla más que se libra para que todo siga como está.

Cuando el reino de la dos Sicilias es expulsado del poder, esto no implica transformar las estructuras de poder. La burguesía es leal a la Casa de Saboya y simplemente sustituye a los aristócratas como nueva élite que acapara para sí todo el poder político. Decía el Príncipe «Nosotros somos leopardos y leones, quienes tomarán nuestro lugar serán hienas y chacales»

La novela El Gato Pardo muestra cómo en la época (1905 aprox) la aristocracia absolutista del Reino de las Dos Sicilias, es expulsada del poder político para instaurar la monarquía parlamentaria y liberal del Reino de Italia.

«¿Y ahora qué sucederá? ¡Bah! Tratativas pespunteadas de tiroteos inocuos, y, después, todo será igual pese a que todo habrá cambiado». Asi se observa en la película de Visconti con actores como Burd Lancaster y Alain Delón que representan la antigua oligrquía, decían “una de esas batallas que se libran para que todo siga como está».

En ese contexto histórico, el Príncipe Fabrizio, expresa su insatisfacción por los cambios sociales ocurridos en Sicilia comparando el destino de la aristocracia nativa con el de los campesinos, totalmente distinto al de la nueva burguesía: «Nosotros somos leopardos y leones, quienes tomarán nuestro lugar serán hienas y chacales. Pero los leopardos seguiremos considerándonos como la sal de la tierra».

Es sinceramente para pensar nuestra política actual, sin reforma tributaria, sin fin a las AFP, ISAPRES, sin nacionalizar nada, sin estatizar, ni expropiar. Solo usar bicicletas y apoyar el matrimonio gay, y si bien esos aspectos son importante, no cambian la estructura económica ni productiva. Puedo disponer ciclovías, puedo aceptar el matrimonio gay, el aborto libre, pero la economía neoliberal no la toco…hago como si todo cambiase, pero nada cambia, eso es lo que podríamos entender de ser gatopardistas.

Es mi gobierno, pero, guardando las proporciones, en nada se acerca a los cambios radicales que esperábamos, ni cerca está, solo quisiera que todo fuera más radical, pero la burguesía ni modo, no deja gobernar, el parlamento frena toda transformación estructural, estamos atados de manos y pies para cambios profundos.

Quizás el Principe Fabrizio pensaría: dejemos que gobiernen, total hemos gobernado siempre, demos un paso atrás y permitamos que las clases emergentes mandaten, total en cuatro años nada cambiará. Ya el pueblo no existe, existen ciudadanos y consumidores, los trabajadores son llamados “colaboradores”, las mujeres son un puño de organizaciones dispersas de marchas infinitas, los estudiantes que fueron siempre los aliados de la clase obrera, son solo eso, estudiantes.

En dos años volveremos a la alternancia en el poder y la derecha dejará todo como está. Es increíble la historia. Que volvamos atrás, sin si quiera rebelarse, que lo revolucionario muera en la academia, que los que fuimos alguien solo quedemos debatiendo en un bar.

Vale la pena releer el gato pardo, o al menos ver la película de Viconti, es ver nuestra historia perfectamente retratada…todo cambiará, para que nada cambié.

[1] Nacido en 1896 en la Isla de Lampedusa al sur de Italia en el mar Mediterráneo.

[2] El gatopardismo se basa en la cita de Alphonse Karr «plus ça change, plus c’est la même chose» («cuanto más cambie, es más de lo mismo»), publicada en enero de 1849 en la revista Les Guêpes («Las Avispas»).

TAGS: #CambiosSociales #ReformasSociales

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