Durante las últimas semanas el tema presidencial ha adquirido una dinámica más intensa y todos los actores han comenzado a debatir en torno a tres aspectos: a) el mecanismo que cada coalición usara para elegir sus candidatos; b) cuáles son las alternativas presidenciales mejor posicionadas y c) cuáles serán los contenido (si se quiere relato) que cada actor pondrá en la mesa del debate público.
Por razones de espacio, expondré en esta oportunidad el primer punto.
¿Cómo elegir el candidato?
La elección de un candidato presidencial al interior de una coalición política tiene dos fases; elegir el candidato de cada partido y luego el mecanismo que usarán como coalición para elegir a su abanderado.
En la alianza gobernante hay dos tesis; las encuestas que indican cuál es el mejor posicionado (Longueira) y la realización de primarias que es la tesis que tiene más fuerza en RN y entusiasma a algunos sectores de la UDI (Coloma). Nada es definitivo hoy. Lo que si, al parecer está definido, es que el sector debe llevar candidato único.
En la Concertación hay una cuestión clara. La Coalición definirá su candidato por medio de elecciones primarias. Ello se instaló no solo por la mala experiencia del mecanismo usado en la última presidencial, sino también porque desde los primeros momentos de la derrota se prometieron primarias. Es más, si bien es una fórmula que usarán para escoger su abanderado presidencial, se ha ido posicionando como mecanismo para resolver conflictos para escoger candidatos a nivel municipal y parlamentario. No obstante, no olvidar, que ese mecanismo a nivel no presidencial se usará solo en los lugares en que exista cierta duda respecto de cuál es el mejor posicionado (Escalona).
El tema tiene otras aristas cuando observamos el mapa presidencial que se estructura en torno al Juntos Podemos-PC y los descolgados de la Concertación (Navarro, Arrate, Marco Enríquez y los PRI). El asunto adquiere relevancia por dos situaciones; a) la tesis de que “la unidad de la oposición es la única manera de derrotar a la derecha” y b) la correlación de fuerzas a nivel electoral no es tan diferente como para que un sector se imponga con facilidad por sobre el otro.
Para el primer caso, se trata de un fórmula que gana cada día más consenso y fuerza. Escalona acaba de publicar un documento –“Unidad para vencer”- donde hace ese llamado. Las voces se escuchan desde todos los sectores. Sin embargo, incorporar este sector a una primaria amplia con las fuerzas opositoras complica a la DC que se debate –a la fecha- entre las tesis de Walker y Pizarro.
El Juntos Podemos con el PC, Arrate y Aguiló comienzan a definir sus acciones presidenciales en torno a repetir el experimento Arrate y el progresismo de Marco Enríquez espera la hora formal de la partida (no imagino –hoy- a MEO fuera de esta carrera). Por el lado del MAS, surge el escenario de que Navarro irá a la reelección senatorial; su opción presidencial hoy, es inviable.
Las negociaciones con la Concertación en busca de esa nueva mayoría social, ciudadana y política han comenzado de manera no oficial ni formal; estamos, en la fase de las señales. Sin embargo, para llegar a un acuerdo que aumenten las probabilidades de que la oposición vuelva a La Moneda (que no es lo mismo que la Concertación), se requiere a lo menos cuatro condiciones; a) elementos de unidad para las municipales, b) lista parlamentaria unitaria, c) programa de gobierno y d) candidato presidencial único.
En relación al punto d, es de vital importancia definir un mecanismo que de garantías a todos los interesados y legitimidad al candidato electo. La tesis de una primaria amplia comienza a ganar fuerza en la oposición. Esto, no obstante, no estará exento de tensiones, negociaciones y concesiones.
En relación a la correlación electoral de fuerzas, las posibilidades del Juntos Podemos y los descolgados, es algo que la Concertación debe analizar con mucha racionalidad. De hecho, se abre el escenario de que la Concertación se convierta en la tercera fuerza política del país.
En Diciembre del 2010 la Concertación logró en primera vuelta el 29.6% de los votos; el progresismo de MEO llegó al 20,14% y Arrate 6,21%. La suma de estas tres opciones presidenciales alcanzó el 55,95%. Sin embargo, en la segunda vuelta solo llegaron al 48,39%.
Los datos muestran no solo que la oposición “unida” tiene un buen piso electoral como para competir con éxito y ganarle a la derecha en la próxima presidencial, sino también al interior del bloque opositor la correlación de fuerzas es muy competitiva.
Según los datos de la primera vuelta, el sector de Arrate y MEO lograron el 26,35% y Frei el 29,6%. Entre ambos hay una delta electoral de sólo de 3,25 punto porcentuales. No es extraño, por tanto, ver un escenario presidencial en que la Concertación termine como la tercera fuerza política. Este hecho, se convierte en un punto táctico y estratégico para las negociaciones al interior de la oposición en la perspectiva de re-encantar y re-construir una nueva mayoría social y política.
Por razones de espacio, expondré en esta oportunidad el primer punto.
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