La renuncia de Auth al PPD –partido que fundó con Lagos- es un hecho político –“un pequeño terremoto”- que tiene efectos que van más allá de la coyuntura. Luego de un largo proceso de reflexión :“de un distanciamiento que se ha ido produciendo hace por lo menos 4 años”, llega a la conclusión de que hay que irse de un partido dominado por un “socio controlador” llamado Guido Girardi y un operador llamado Quintana, el padre ideológico de la tesis de la “retroexcavadora”. Las razones de su salida las da el propio afectado.
“No puedo seguir en un partido que me provoca rabia, decepción… un partido que perdió su energía y su vocación democrática… un partido que no me identifica, que ha perdido el valor de la diversidad política interna… el partido que se entendía como la síntesis de las luchas liberales con las luchas socialistas. La luchas liberales por la libertad política y las luchas socialistas por la igualdad social… Por lo tanto, el partido que quiere ser hoy día es otro distinto al que yo concurrí a formar… al esfuerzo que encabezó Ricardo Lagos de constituir una social democracia libertaria, moderna”.
La razón combina –según sus palabras- tres situación: “la pérdida de identificación política, la constatación de que el partido devino en una propiedad privada con un accionista controlador y el cansancio de dar explicaciones de lo que no comparto de su línea política”. Sin embargo, deja claro que sigue siendo diputado oficialista.
En el corto plazo, sus mayores críticas es el estilo de la conducción política del partido como práctica, como ideología y como lenguaje. Para Auth, la conducción político del partido ha sido errada y llena de verbalización que sólo han dañado al gobierno: “El problema es la gestión política: La verbalización revolucionaria para leer lo que es una reforma moderada, verbalizar como retroexcavadora cuestiones propias de una reforma socialdemócrata… -el PPD desde su conducción-… ha verbalizado como revolucionario lo que tenía vocación reformista”.
Para nadie es desconocido que el PPD está atravesando una crisis que, para mucho es terminal. Hay quejas de todo tipo: no hay democracia interna, hay poco espacio para el diálogo “partido monocolor”-, está dominado por operadores, feudos y caciques y que no tiene solides ideológica. El PPD, en definitiva, es un híbrido que se convirtió en una poderosa máquina de poder.
La renuncia de Auth es la expresión de un partido quebrado en dos almas: los reformistas, moderados y socialdemócratas y los partidarios de la tesis de la retroexcavadora y del voluntarismo. Este es, sin duda, el trasfondo de la renuncia. A Pepe Auth, no le gusta el giro a la izquierda –tipo “izquierda tradicional” del partido. Girardi, responde afirmado que en el partido no hay ninguna izquierdización; lo que hay, “es un giro hacia los derechos ciudadanos”; y, por su parte, Quintana lo acusa de buscar protagonismo y que no está sintonizado con las reformas del gobierno.
Auth, no está sólo en este camino: el malestar y el diagnóstico, es colectivo. En esa dirección, no deja de ser curioso que siga perteneciendo a la Bancada. El jefe de dicha instancia, el Diputado Ramón Farías, ha dicho que con el renunciado “coincido con muchas de sus críticas”; pero, prefiere dar la pelea desde dentro. Se especula que vienen más renuncias: Brunner, Armanet, Tucapel Jiménez. Y del mismo modo, su decisión va encontrando apoyo en distintas figuras del partido como Lagos Weber, Tarud, Harboe, Bitar, Marco Antonio Núñez, Víctor Barrueto. De hecho, Harboe afirma que su diferencia con Auth es “qué este es mi último intento por aportar una visión socialdemócrata moderna desde el interior del partido. Si la directiva no acoge esta diversidad, habrá que repensar la continuidad”. En la misma línea, Núñez afirma que su lista a la Vicepresidencia es la “última carta para rescatar al PPD”.
Lo relevante, desde el punto de vista político, es que el quiebre político e ideológico al interior del PPD –un partido acostumbrado desde sus orígenes a convivir con la diversidad- forma parte del movimiento de la tectónica del poder que se orienta a corto y mediano plazo a reformular, en particular, el sistema de partidos.
En esa misma línea hay que leer las palabras de Claudio Hohmann de que renuncia de “Auth es la reacción de un político ante el desanclaje de sus compañeros de ruta con el crecimiento y el desarrollo. No es el único ni será el último”. El mismo renunciado afirma que “no estoy solo… mucho creemos que el partido ha ido perdiendo su identidad”.
El trasfondo de la renuncia es evidente. Lo relevante desde el punto de vista político, es que el quiebre político e ideológico al interior del PPD –un partido acostumbrado desde sus orígenes a convivir con la diversidad- forma parte del movimiento de la tectónica del poder que se orienta a corto y mediano plazo a reformular, en particular, el sistema de partidos -al menos, en el campo de la centroizquierda-, y en general, el sistema político. Auth, ha dicho que espera participar de “esos procesos”.
Si Pepe Auth no está sólo en estas dinámicas, tampoco lo está el PPD. En efecto, la situación que atraviesa el partido de “origen instrumental” afecta a otros conglomerados como la DC y el PS. Es más, podemos llevar estas pugnas al interior del gobierno y de la Nueva Mayoría y destacar la presencia de los “reformistas” y “relativistas” cuyas divisiones se ponen de manifiesto con el cambio de gabinete de mayo y el cónclave de agosto.
Las tensiones entre uno y otro bando cruzan a todos los partidos del oficialismo. De algún modo, la disputa puede manifestarse entre los (neo) liberales progresistas y los anti neoliberales, o si se quiere, entre una izquierda más revolucionaria y tradicional (la del siglo XXI), y una izquierda socialdemócrata, moderna y liberal. Ha llegado el momento en que ambos bandos no pueden seguir conviviendo ni en una coalición ni en cada uno de los partidos del oficialismo. Esta disputa va seguir presente en los próximos años.
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