Tal como la pérdida de la confianza de las personas en los supuestos beneficios de nuestro modelo económico, la pérdida de legitimidad del sistema político a más de 20 años del retorno a la democracia es un hecho incontrovertible. Hoy la modificación del sistema electoral binominal nos llama a tomar posición una vez más acerca de nuestro compromiso con los valores esenciales de la democracia. Dentro de la crítica social al sistema político y económico en su conjunto, existe cada vez mayor certeza de que los cambios profundos por los que la sociedad clama pasan necesariamente y en primer término por la modificación de un sistema electoral perverso, que fuere elaborado en su oportunidad para mantener el statu quo, evitando que el sentir ciudadano se viera reflejado en la representación parlamentaria a través de la eliminación de las minorías del escenario político y de la sobre representación artificial de la segunda mayoría en desmedro de la primera y lo que es más grave aún, entregando de hecho la elección de los parlamentarios a los conglomerados políticos quienes se limitan a presentar dos opciones a los votantes.
La funcionalidad del sistema electoral con el modelo económico es evidente, transformándose -sin perjuicio de la traba implícita en los quórum necesarios para llevar a cabo reformas de fondo- en uno de los principales obstáculos para la realización de las reformas por las que el país clama, razón por la cual ha sido y será defendido por la elite económica y por los partidos políticos afines a ella.
Los fundamentos esgrimidos para defender este sistema electoral antidemocrático- a esta altura un tanto patéticos- no dicen relación con el valor de la democracia, sino con su supuesta eficacia, argumentando que es un sistema que ha funcionado bien, que le ha dado estabilidad al país y que éste no es un tema socialmente relevante, que no está relacionado con los manoseados “problemas reales de la gente”, menospreciándolo como un tema político e intentando hacernos creer que avanzar en ello sería un impedimento otros avances, lo que implica en la práctica restar importancia a las virtudes intrínsecas y la legitimidad que debe tener un sistema electoral ante la ciudadanía como base del sistema político y desconociendo lo trascendental de su modificación como condición necesaria mínima si queremos contar con más participación sobre todo de los jóvenes en las elecciones que se avecinan.
Es por esto que a más de 20 años de haber recuperado la democracia, así como se logró con la eliminación de instituciones de tan poca legitimidad como los senadores designados y el Consejo de Seguridad Nacional (las que eran defendidas con similares fundamentos), debemos dar este paso trascendente en pos de avanzar hacia una democracia más plena, participativa e incluyente, una que nos merecemos hace mucho. Sin duda ha llegado el momento en que los actores políticos deben definir de manera clara si están a favor de más y mejor democracia, o de nuestra democracia a medias.
* Hernán Astaburuaga es presidente del Partido Socialista en la comuna de Talca
** Nota elquintopoder.cl: Si estás de acuerdo con lo expresado en esta columna, te invitamos a adherir a la acción de Daniel Manouchehri, «Llegó el momento: #ChaoBinominal».
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Foto: Alan Campbell / Licencia CC
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