Jóvenes y estudiantes de mi país. Tengo que contarles algo. Les quiero contar que es hermoso y esperanzador verlos luchar. Verlos en la calle. A pesar de la represión. A pesar de los muchos compatriotas que no te entienden y que te critican. A pesar de eso, a ustedes los veo allí. Enfrentados a los Carabineros. Mojados, esposados, heridos. Algunos de ustedes asustados; otros enrabiados. Pero todos, todos, tomados de las manos y marchando hacia el horizonte, y hacia la incertidumbre que siempre representa el futuro. Y lo hacen con una fuerza que nos recuerda lo grande, poderoso y justo que puede llegar a ser el espíritu humano.
Tú, joven y estudiante, eres el único que nos puede ayudar. Eres el único que nos puede empujar hacia delante, hacia ese incierto futuro. Eres el motor de mi país y de la humanidad entera. Tú no elegiste este mundo. Sólo llegaste aquí y te encontraste con todo esto. Todo lo que tus antepasados hicieron ahora te lo heredan a ti. En esto radica tu fuerza y tu poder; en el hecho de que este mundo en el que vives, no lo hiciste tú, es decir, no eres responsable por él. Eres esencialmente libre.Estén vigilantes ante el paso de los años. Yo sé que muchos de ustedes dejarán algún día de soñar. Perderán sus esperanzas. Pero, por el bien de mi país y por el bien de nuestra especie, espero que sean los menos. No nos defrauden. Sigan soñando y sigan cuestionando.
Es importante que recuerdes lo siguiente: no hay razón alguna, ni lógica, ni física, ni metafísica para que aceptes, valores y defiendas el mundo que te entregaron (o, si prefieres, que te han impuesto). Ninguna. Cero. Y eso, afortunadamente, lo tienes claro. Dudas de todo, cuestionas, quieres saber por qué. No aceptas que, por el sólo hecho de que las cosas son así, entonces deben ser así. Los viejos, al contrario, suelen creer eso. Creen que las cosas porque son como son, deben seguir siendo como son. Ellos ya no sueñan. Ellos tienen temor. En el mejor de los casos, ellos sólo protegen lo que construyeron. Y en el peor de los casos, protegen el sistema que les dio algunas migajas con las cuales han podido vivir (no todos, por cierto. Habemos viejos que seguimos soñando y cuestionando como jóvenes).
No dejes que los viejos te digan dónde deben estar tus lealtades. No te compres la idea de que tus lealtades son hacia el estado, sus leyes, sus instituciones y sus rituales. No. Tus lealtades son hacia la justicia, la solidaridad y la dignidad humana. Esas son las lealtades que te mueven y que te impulsan. Y eso es, precisamente, lo que les molesta tanto a los viejos. Ellos tienen sus mentes, sus corazones y sus lealtades puestas en las instituciones y en el pasado. Eso es porque ellos están petrificados. Pero tú estás en movimiento.
Sin duda que la sabiduría, los años y la experiencia merecen nuestro respeto. Es verdad que hay mucho que todos podemos aprender del pasado. Pero de la sabiduría y la experiencia se aprende como cuestionar, como desafiar y como construir lo nuevo. Es un error pensar que la sabiduría enseña como detenerse, como defender el status quo o como conservar a toda costa todo lo hecho.
Termino pidiéndoles que estén vigilantes ante el paso de los años. Yo sé que muchos de ustedes dejarán algún día de soñar. Perderán sus esperanzas. En sus mentes, habrán aceptado la realidad social tal cuál es. Aprenderán a ver y apreciar lo positivo que este tiene—aunque sea muy poco. Harán oído sordo a las abrumadoras injusticias y los clamores de las masas olvidadas. Sé que eso pasará con muchos de ustedes. Pero, por el bien de mi país, y por el bien de nuestra especie, espero que sean los menos. Y si, por alguna razón son los más y los viejos soñadores quedamos en minoría de nuevo (cosa que siempre ha ocurrido), entonces no tendré más opciones que poner mis esperanzas en aquellos jóvenes que vendrán después de ustedes.
No nos defrauden. Sigan soñando y sigan cuestionando.
Comentarios
27 de mayo
Eres un perfecto conarde que llama a los jóvenes delincuentes a «pelear por sus derechos» sin cumplir con sus deberes e ignorando la muerte, los destrozos Y la sangre, esta bien luchar por lonque se cree, pero las luchas no son con piedras ni contra la sociedad. El respeto a la vida, al trabajo, la responsabilidad, el trabajo del otro, sus cosas y la integridad física, son parte fundamental de vivir en sociedad, transar, negociar y conversar son vías adecuadas. BASTA DE FELICITAR EL BANDALISMO! Vayan a trabajar y estudiar para poder tener recursos para pedir, total pedir no cuesta nada al que pide y plata no nos queda, atinen.
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02 de junio
Que penoso leer esta columna, veo reflejado en ella el pensamiento de cientos de gurues que aleonan a la juventud que por primera generación llega a las aulas universitarias, allí convierten a los más débiles con discursos y técnicas de lavado de cerebro en una jauría, ¿a dónde iremos?, pienso a veces, ¿conseguirá esta gente destruirlo todo?, y de paso, destruir lo que nos ha costado tanto, tanto esfuerzo como sociedad, dictadura de por medio. “…Tus lealtades son hacia la justicia, la solidaridad y la dignidad humana…” ¿cual justicia? ¿la popular?, porque la otra intentamos día a día mejorarla, hacerla más humana, equilibrada, buscando el bien común, intentando evitar la impunidad, ¿…la solidaridad?, ¿cuál de ellas?, la tipo Robin Hood?¿quitarle al que tiene, y que ha dejado su vida, su piel y su sangre por tener lo que en este país se puede tener , y entregárselo al que poco hace o se esfuerza?, ¿o quizás la que se hace dueña del estado para arrancarnos hasta nuestra última hora de trabajo para nivelar para abajo?. Y sobre su último punto, la dignidad humana, ¿sabe de qué habla?, ¿no sabe acaso que el principio de la dignidad humana parte en el hecho de no hacer a otros lo que no quieres que te hagan a ti? ¿no ha escuchado a sus mayores que hay que respetar a los otros, y lo que en conjunto se ha construido, forjado, logrado y que es nuestro patrimonio como pueblo, como sociedad?, eso es dignidad, altura entre otros pueblos de la tierra.
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