Con la decisión de la Nueva Mayoría de dejar el cupo libre por Santiago Centro para que Giorgio Jackson compitiera, la derecha en pleno encontró nuevamente un tema para enfrentar a la ¿otrora? Concertación. A los pocos minutos de sabida la noticia, los presidentes de los partidos, Carlos Larraín y Patricio Melero, como también la candidata de presidencial del oficialismo, Evelyn Matthei, salieron a hablar.
Los primeros, con suspicaces declaraciones hablaban de la “designación” del ex dirigente estudiantil, y con ceño fruncido parecían mover la cabeza de un lado a otro en señal de desaprobación. No era correcto lo que se estaba haciendo, y ellos, como garantes de la institucionalidad democrática, debían señalarlo.
La segunda, en una actividad en terreno fue consultada sobre el tema y dijo de manera irónica -pero fuerte y consistente- que estábamos en presencia del “primer diputado designado de estas elecciones”. Parecía contenta por ser consultada al respecto y hasta demostraba un poco de jolgorio cuando emitía esta frase con su detenida pronunciación. Era un buen momento-estaba rodeada de gente- para mostrarse, al igual que los timoneles de RN y la UDI, como una crítica de las prácticas antidemocráticas.
Todo esto, si lo miramos así, según lo que escuchamos y leemos, tal vez es correcto: es bueno que existan personas que condenen los ejercicios que les parecen faltos de espíritu democrático y que, junto con ello, intenten de que éstos no sucedan.
Sin embargo, al detenernos en lo que realmente pasó, tal vez el análisis no es tan simple y, al contrario, parece más complejo si es que desglosamos lo sucedido y las palabras esgrimidas por miembros de la derecha.
Por ejemplo: para comenzar a tratar lo que sucedió habría que preguntarse bien bajo qué premisa el pacto opositor cedió el cupo a Jackson. ¿Lo hizo por una exigencia del candidato a no competir? No. Porque, el que haya leído las noticias a lo largo de su candidatura, no puede haber más que escuchado, y visto, las ansias del personero de Revolución Democrática de competir y, junto con ello, pedir que se le diera un espacio para, precisamente, correr esa carrera. Una vez que éste espacio fue negado, en su afán de seguir adelante por llegar al parlamento para cambiar lo que critica, Giorgio juntó las firmas y presentó su candidatura. Es decir, miles de personas firmaron para que el candidato pudiera entrar en la pelea adentro de un sistema que hace lo posible para que personas como él no entren. Entonces podríamos decir que no fue elegido a dedo. Que, en vez de eso, solamente recibió tranquilamente el apoyo de la coalición que apoya a Michelle Bachelet, y lo tomó como es: una iniciativa de ésta que escapa a lo que él pueda o no decir al respecto.
Por el otro lado, por el lado de quienes han criticado el apoyo a Giorgio, las personas que se han mostrado molestas con lo sucedido, no han tenido la misma trayectoria para desempeñar los cargos en los que se encuentran.
Me explico.
Los mandamás de las tiendas políticas que apoyan al gobierno, se encuentra precisamente un senador que no fue elegido por nadie, sino por su propia voluntad como presidente, y dueño, del partido que representa. Me refiero al señor Carlos Larraín, quien, una vez nombrado Andrés Allamand como titular de Defensa tomó su puesto en el Senado. Para simplificarlo: se autodesignó. Se consideró una buena carta sin preguntarle a nadie.
Si uno analiza la situación de Evelyn Matthei, quien ha sido electa diputada y senadora, con todos los vicios que tiene este poco democrático sistema para elegir parlamentarios en esta particular visión de la representación, se podría decir que se ha sometido al “juego democrático”. No obstante, dicho lo anterior, hoy en día su posición como candidata de la Alianza es bastante cuestionable, ya que la gran mayoría de los que dicen apoyarla no están del todo convencidos, especialmente, porque no hubo una elección primaria que la legitimara. Para ser exactos: luego de la caída de Longueira, hubo una imposición de la UDI que no fue parte de una elección y su proyecto político no ha generado confianza, ni siquiera en los suyos. O sea fue designada. Y eso, claramente no es democrático.
Pero esto no es todo, porque, entre los mandamás de las tiendas políticas que apoyan al gobierno, se encuentra precisamente un senador que no fue elegido por nadie, sino por su propia voluntad como presidente, y dueño, del partido que representa. Me refiero al señor Carlos Larraín, quien, una vez nombrado Andrés Allamand como titular de Defensa tomó su puesto en el Senado. Para simplificarlo: se autodesignó. Se consideró una buena carta sin preguntarle a nadie.
Por lo expuesto, la actitud de los mencionados frente al “pacto de omisión” que, según los principales medios, beneficia al ex presidente de la Federación de Estudiantes de la Universidad Católica, se puede ver simplemente como un aprovechamiento político basado en la poca memoria del electorado; en esos slogans bonitos, respetuosos de las instituciones que sirven para tener cámara en el momento, pero que cuando hay que concretar su significado, simplemente los olvidan. Porque, aunque se nieguen en aceptarlo, este sistema está hecho a su medida, y pueden utilizarlo, o no, cuando deseen, cuando les dé la gana.
¿Qué conclusión sacar de esto? No lo tengo muy claro. Pero lo que sí entiendo es que acá hay una especie de comunidad entre un sector de este país, la derecha, y los medios de comunicación, que no se ha disuelto como algunos lo hemos querido. Por eso es sencillo ver titulares con grandes frases de personajes que no entienden el régimen democrático hablando de democracia, o mejor dicho su democracia, sin que ningún periodista haga pequeños cuestionamientos de la lógica de éstos, los verdaderos designados.
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Gabriela235
Más sencillo que todo lo anterior, TODOS los parlamentarios, alcaldes, concejales, que haya ganado o salido elegido antes del 30 de junio de este año fue designado por el partido o pacto al que represente. Incluidos los que alegan de lado y lado, y todos los que se inscribieron para noviembre sin haber ganado una primaria también, y de esos pecarán muchos.
El afán de hablar de «designados» es sencillamente tratar de incorporarlo en un sistema que precisamente Giorgio Jackson quiere cambiar, porque tienen miedo del electorado que desconocen, es decir, los inscritos automáticamente y que nadie sabe que harán para las elecciones.
José
Interesante tu columna. Pienso que la acusación de la Alianza hacia la «designación» de Jackson es que claramente tienen miedo a que el ex dirigente estudiantil gane sin mayor problema en el Distrito 22 de Santiago Centro, comuna bastante importante.
Ya que como no tiene competencia interna dentro de la CONCERTACIÓN (le queda grande el nombre «Nueva Mayoría) va solo contra los diputados derechistas. Lo que a mi me parece lamentable…y eso no solo corre para Giorgio, sino también para Camila Vallejo y Karol Cariola… es que habiendo sido personas enaltecidas por los medios como líderes del mov estudiantil (los que dieron fuerza al mov fueron los estudiantes y trabajadores) y teniendo un discurso muy anti duopolio (no anti «San Bachelet» ni anti Piñera) en términos de sistema político, social y económico, teniendo la oportunidad de acceder al poder para cambiarlo desde dentro, lo hacen, pero utilizando al mismo sistema que tanto repudian. Creo que debería exigirse un mínimo de consecuencia política a l@s futur@s parlamentari@s. Pudieron perfectamente haberse ido por fuera de la Concertación. No es estrategia política a mi juicio, patrañas.
Mi humilde opinión.