Los personeros más prominentes del Frente Amplio entregan señales de que sí o sí serán oposición a Guillier y su gobierno. La nutrida bancada parlamentaria que les permitió la modificada institucionalidad del sistema de partido y electoral es la base política para hacerlo. También la épica lograda, que con el triunfo, se trasforma en ese intangible subjetivo, como es la mística de querer legítimamente seguir ensanchando la frontera de lo posible. Es su promesa legitimadora.
Sin embargo, anuncian que Piñera no permitirá profundizar las reformas y diversificarlas para hacer de Chile un país más justo. Lo indicó Beatriz, a poco de saber de los triunfos que iban obteniendo y lo ha seguido sosteniendo. Jorge Sharp, alcalde de Valparaíso, enriquece la afirmación indicando que parte del electorado del Frente Amplio que vote por Guillier, no es que esté votando por él, sino que vota contra Piñera y todo lo que él encarna para el país.
Así, Guillier y las fuerzas políticas que lo acompañen, si es que se transforma en Presidente, tendrán la tarea política estratégica de territorializar el proceso de transición.
Giorgio Jackson, hace otra sentencia interesante, cual es, no basta ir todos contra Piñera, se debe persuadir a ese electorado por medio de planteamientos que se acerquen a los del Frente Amplio. Siendo ello una cuestión plausible y necesaria de incluir, el desafío está en cómo compatibiliza tal cuestión con las aspiraciones DC y las propias de la Nueva Mayoría. Finalmente, Boric, indica que no tiene claridad en que Guillier asegure profundizar reformas frenteamplistas.
Dada la nueva nomenclatura geografía política del Congreso, sí deberán los frenteamplistas tener la capacidad de identificar los proyectos en los que tendrán que problematizar, incluso rechazar, pero también concurrir a acuerdos, no sólo con las otras bancadas, sino que con un actor importante en cualquier trámite legislativo como es el Ejecutivo. Ciertamente la experiencia ganada por Boric, Jackson y Mirosevic junto con sus equipos, serán asertivos conductores para la nueva bancada, cuestión que no asegura impedir las tensiones internas respecto del tiempo táctico y estratégico que permitan la hegemonía de ideas y del accionar político de la nueva fuerza política. Esa es su legítima promesa.
Así, el desafío de Guillier, entre varios, si es que se transforma en Presidente, será descubrir cómo administra la cuota de poder que le permite el diseño institucional presidencialista de tener, prioritariamente, la responsabilidad inercial de gestionar proyectos de ley en el Congreso asignándole urgencias y cambiándolas cuando estime conveniente, respecto del Frente Amplio pero también con la nueva o ajustada Coalición de Gobierno que emergerá. El poder del ejecutivo centralista de nuestro país, es una real y poderosa herramienta de negociación, la cual debe ser bien leída para los propósitos del FA, de lo contrario se puede enredar.
Si Guillier se transforma en Presidente, deberá asumir el rol histórico de conducir el Proceso de Transición del Sistema Político a propósito de la nueva institucionalidad electoral y partidaria, sobre todo con los primeros efectos de estas congresales donde muy probablemente, junto con la re-instalación del voto obligatorio, se intensificará la discusión de proyectos de ley, que ya no pertenecen al Frente Amplio u otros referentes políticos o sociales como No + AFP, sino que ya están en un imaginario social que bajo nuevas reglas, operará en otras articulaciones sociopolíticas para concretarlas, entre ellas, más descentralización, cuidado del medio ambiente y salud.
Así, Guillier y las fuerzas políticas que lo acompañen, si es que se transforma en Presidente, tendrán la tarea política estratégica de territorializar el proceso de transición (también el Frente Amplio), siendo las próximas elecciones municipales, el primer ejercicio de concreción de la transición política para las nuevas fuerzas de la Nueva Geografía Política del Nuevo Sistema Político, que si avanza en la elección directa de Gobernadores Regionales, claramente, se instalará otro aspecto transicional a administrar, no ajeno a dificultades, producto de los intereses diversos que se encuentran involucrados. Finalmente, deberá continuar administrando el Proceso Constitucional que a todas luces operará en otros dinamismos políticos y sociales.
Comentarios