En la discusión sobre una nueva constitución, todos parecen estar de acuerdo en el nombre de la misma: “Estado Social de Derecho”. Sin embargo, a partir de ahí, cada quien parece entender lo que quiere, lo que ha llevado a una confusión de conceptos y, a una lucha por agregar más cosas a la bolsa de goma que han creado para el tema constitucional. Algunos expertos constitucionales y miembros del congreso desean que la nueva constitución se parezca lo más posible a la actual, a un estado liberal burgués, mientras que otros proponen cambios que lo alejen de esa definición y les den más énfasis a los aspectos sociales del Estado. No obstante, estos últimos, hasta el momento, no están sugiriendo incluir los derechos laborales en la nueva constitución.
Hace muy poco, se aprobó la ley de las 40 horas. Con esto, se demostró lo atrasados que estamos en términos de derechos laborales. Algo que para el resto del mundo es normal, en Chile se habla de logro. Un logro que podría desaparecer o ser parchada de acuerdo a la composición política en el congreso. Esto advierte que los derechos laborales no pueden quedar suscritos a los vaivenes de la política o grupos de interés. Para esto, lo mejor es que queden manifiestos en la constitución.Los derechos laborales no son solo cuestiones técnicas, sino que tienen un carácter político y social profundo. Refuerza la democracia y puede ser capaz de sacar la política de las alturas (…) para traerla de vuelta a la realidad donde los intereses colectivos son el centro
Sorprendentemente, no parece haber sector político organizado, grande o pequeño, que esté luchando por incluir los derechos laborales en la nueva constitución, como el derecho a la organización sindical sin restricciones, que ayudaría a mejorar las condiciones de trabajo en el sector retail, por ejemplo. De estar equivocado en este punto, nadie estará más contento que su servidor.
Las razones de algunos para no participar, ni siquiera a nivel propagandístico en esta discusión, es que la cancha está demasiado inclinada hacia un lado y no es para el lado del pueblo. Esto es cierto, este proceso es de elites y de empresarios. Pero si alguien espera condiciones perfectas para actuar, es mejor que se acomoden bien en sus asientos, porque esto nunca sucederá. Esperar cambiar las cosas desde afuera, esperando que las condiciones cambien a su favor, sin intervenir en las discusiones nacionales, obviamente es una opción, pero una opción cómoda. La única forma de lograr que los temas laborales, u otros de interés nacional se pongan en agenda, es participando activamente en el debate y movilizando en lo posible a la ciudadanía para exigirlos. Quizás, no se logre, pero si se logra crear conciencia, aunque sea en una persona, es un avance. Aparte que de no lograrse, siempre cabe la posibilidad de votar rechazo en el plebiscito de salida.
La centro-izquierda en el gobierno, aparte de la ley por las 40 horas, parece haber renunciado a su derecho de proponer condiciones mínimas para la nueva constitución que incluyan los derechos laborales. Sin embargo, es importante que los trabajadores entiendan la importancia de estos derechos y luchen por su inclusión en la nueva constitución para mejorar su situación.
Al incluir los derechos laborales en la Constitución, se les otorga una protección especial que los hace más resistentes a las políticas gubernamentales y a las presiones empresariales. Esto asegura que no sean víctimas de discriminación o explotación. Además, permite una participación más activa y democrática de los trabajadores en la vida política del país, fomentando una sociedad más justa y equitativa. Temas como el pago justo, la jornada laboral, las condiciones de trabajo seguras y saludables, la protección contra el acoso y la discriminación, entre otros aspectos, no queda relegada a las decisiones patronales. A su vez, entrega recursos legales poderosos a los trabajadores para garantizar que las empresas proporcionen condiciones de trabajo adecuadas y respeten los derechos de sus trabajadores.
Al refrendar los derechos laborales en la Constitución, Chile se asegura de cumplir con los estándares internacionales de derechos humanos y laborales. Los derechos laborales no son solo cuestiones técnicas, sino que tienen un carácter político y social profundo. Refuerza la democracia y puede ser capaz de sacar la política de las alturas, de los medios de comunicación, de los intereses personales y de grupo, para traerla de vuelta a la realidad donde los intereses colectivos son el centro. Esto garantiza una mayor participación y democracia de los trabajadores en la vida política del país. Los trabajadores pueden ejercer su derecho a organizarse y formar sindicatos para negociar colectivamente y defender sus intereses. También pueden participar en la toma de decisiones y en la elaboración de políticas laborales. Además, los derechos laborales son fundamentales para una sociedad justa y equitativa porque entrega las bases para batallar por mayor igualdad entre ricos y pobres. Permite luchar por una mejor repartición de las riquezas generadas. Permite entender que son dos las fuerzas que producen riquezas en la sociedad capitalista y no son solo los empresarios como nos han querido hacer creer por 50 años.
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