Todos hemos escuchado más de alguna vez la siguiente frase: “no nacemos demócratas, aprendemos a serlo”, desde esa premisa, cómo avanzamos en una Constitución redactada en democracia y con amplia participación que asegure una educación no solo desde la escuela y la familia, sino que también sea un aprendizaje desde la sociedad.
En la última encuesta CEP la ciudadanía dice que un 64% prefiere la democracia a cualquier otra forma de gobierno, (opción que subió 12 puntos de la anterior). Si sumamos la pregunta, ¿“me da lo mismo”? y ¿“no sabe”? Tenemos un 24%, claramente aquí hay un indicador que refuerza sobre el punto planteado al inicio de esta columna, que falta educación y comprensión de la democracia.
Recientemente el PNUD entrega un resumen de “10 años de auditoria a la democracia, antes del estallido social”, (publicado dic/2019) y sostiene que el “complejo momento del país, que confirma un argumento simple pero central: la democracia no es solo un ideal. Tampoco se reduce exclusivamente a aspectos procedimentales e institucionales, como elecciones periódicas de representantes e instituciones que perduran… la democracia es una condición y un proceso para alcanzar un desarrollo sostenible e inclusivo.Existe, además, una demanda de participación real en los destinos de la República, ser sujetos protagonistas en los cambios importantes, nuestros representantes han perdido credibilidad, no sintonizaron con la ciudadanía y solo nos convocan como pueblo soberano cada cuatro años.
Para contribuir a este propósito se requiere del reconocimiento y la protección de los derechos civiles, políticos, sociales, económicos y culturales que hacen posible el ejercicio pleno de la ciudadanía. A su vez, necesita del perfeccionamiento continuo de las instituciones del Estado –con la intención de procesar y canalizar demandas ciudadanas cada vez más complejas–, del fortalecimiento de los mecanismos de representación y de la ampliación de los canales de participación. Supone en definitiva asumir que las personas son la base y el motor de la democracia.
Claramente este estudio resalta la importancia que la nueva constitución por redactar, debe procurar enfatizar la democracia en todos los aspectos institucionales del país, ya que para los expertos del área, en esta explosión social del 18O, fuera de los abusos del sistema neoliberal y de las elites, la mala distribución del ingreso, y especialmente la falta de justicia en todos los espacios de vida de los ciudadanos de este país que se refleja en las pensiones, salud, educación, trabajo, salarios, impuestos, leyes, género, corrupción institucional, maltrato laboral, nepotismo, coimas, colusiones empresariales, subcontrataciones, segregaciones poblacionales, casas y departamentos precarios, deudas del CAE, trenza política y dinero, Transantiago precario y un largo etc., requieren de nuevas leyes que democraticen el trato entre iguales y legítimos otros.
Existe, además, una demanda de participación real en los destinos de la República, ser sujetos protagonistas en los cambios importantes, nuestros representantes han perdido credibilidad, no sintonizaron con la ciudadanía y solo nos convocan como pueblo soberano cada cuatro años. La gran interrogante es cómo avanzar a una democracia participativa, deliberativa, inclusiva y social, demanda crucial para el nuevo Chile que se está construyendo desde octubre del año pasado.
Para Claudia Heiss, (politóloga experta en constitución) “Todo lo que en las protestas llaman «abusos», es porque nos falta protección social. Lo que en otras constituciones se consideran derechos económicos y sociales, en esta Constitución se estableció que son «libertades», que no son derechos. Un ejemplo es que establece libertad de enseñanza, no derecho a la educación” (art. 19, Nº 10 y 11). Otro ejemplo sustantivo y que han estado en las demandas de estos últimos tres meses es la salud pública. Por ejemplo, el Artículo 19, número 9: establece la salud como negocio. El Estado protege el libre e igualitario acceso a la salud, ya sea pública o privada, y la libertad de elegir el sistema deseado. Esto tiene un efecto perverso. La gente acomodada va al fondo privado (Isapres) y aporta más, por lo que este fondo es mucho mejor que el público. Los privados tienen libertad de crear una empresa en el área de salud, y como el servicio público es de mala calidad, las personas se esfuerzan por contratar un seguro privado y atenderse en clínicas privadas, con lo que las ganancias se concentran en estas empresas.” (Javier Couso) Por lo tanto, la nueva constitución tiene que establecer como en todos los países democráticos importantes del mundo, la salud como un derecho social y atención preferente del Estado chileno financiado por todos los ciudadanos con presupuesto adecuado.
“Lo peor que le puede pasar a la democracia es que creamos que está conquistada, porque no lo está”. (Adela Cortina) Hoy escuchamos voces llamando al rechazo de una nueva constitución, con fundamentos muy pobres, nuevamente la derecha instala la campaña del terror, lo que no comprenden estos agoreros y la élite neoliberal que dicha etapa, dictadura y 30 años de transición a la democracia se ha vivido siempre desde el miedo, en la primera, a ser detenido, torturado y luego desaparecido. Posteriormente la inmensa mayoría de los chilenos desde el miedo a no tener una buena salud, una buena educación, buenos salarios, injusticias en despidos por razones de empresa, malos tratos en tantas instituciones del Estado y privadas, carreteras que pagaremos toda la vida, financiamiento ilegal de la política sin castigo, empresarios castigados con clases de ética y otros libre de polvo y paja. La democracia también se asegura estableciendo no solo derechos políticos, sino que también derechos sociales, económicos y justicia igualitaria para todos.
Es por ello que la mayoría de los chilenos apuesta a una nueva constitución para asegurar una democracia participativa y esta se reflejará a través de la instalación de las revocatorias de mandatos, iniciativas de leyes propuestas por el pueblo, plebiscitos vinculantes en áreas de interés nacional, en democracia siempre pueden existir desacuerdos y para eso existen las constituciones es la norma fundamental de un Estado, la más importante de todas, y establece, entre otras cosas, cómo se organiza y distribuye el poder, cuáles son los derechos de las personas y cómo se crean las otras normas para regular el sistema (mediante leyes, decretos, reglamentos y dictámenes).
En términos sencillos, se puede traducir que la Constitución es la norma que establece acuerdos mínimos para vivir decente y democráticamente en los próximos 50 años, única manera que la dignidad se transforme en ley y sea una costumbre.
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