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Presidente Salvador Allende y la democracia

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El triunfo de Allende el 4 de septiembre de 1970, marcó para siempre la historia de Chile y el mundo, era primera vez que un candidato de izquierda, socialista y declaradamente marxista, triunfaba en elecciones democráticas en un país del mundo. El remezón político en Chile y Europa fue rotundo, el éxito era insoslayable, los partidos comunistas y socialistas de Francia, Italia, Bélgica y países escandinavos, no podían creer, lo que se estaba viviendo. Rápidamente comenzaron las muestras de apoyo expresadas en telegramas de felicitaciones al Presidente electo Allende y a la Unidad Popular, que se unían a las celebraciones del mundo de la izquierda.


La democracia solo se salva con mayor democracia, jamás se debe justificar lo que hicieron las FFAA y sus cómplices pasivos, el valor de la vida y los derechos humanos no se transan

Al poco andar  la alegría del pueblo chileno, sindicatos,  estudiantes y el mundo intelectual, se fue apagando por lo que estaba planeando en las sombras el poder central de EEUU como lo confirman cientos de archivos desclasificados, un boicot criminal en contra de Allende y su gobierno, por la furia desatada de Nixon y Kissinger frente al triunfo democrático del socialismo en Chile. Quienes lo negaban con exclamaciones virulentas y expandiendo el miedo respecto a la economía y en alianza con connotados empresarios iban a sabotear todas las acciones impulsadas por el gobierno popular que aún no asumía. Nixon grito “aremos que la economía chilena grite”, según testigos de dichas reuniones en la Casa Blanca.

Salvador Allende nació en 1908 en una familia acomodada de clase media en Valparaíso, estudió medicina y participó en la creación del Partido Socialista en 1933, con 25 años, partido que le dedicó su vida. Fue Diputado por Valparaíso en 1937 y luego nombrado Ministro de Salud por el presidente Pedro Aguirre Cerda, luego asumió como Senador de la República en distintas jurisdicciones llegando a ser presidente de esa instancia entre los años 1966 y 1969. Su vocación democrática fue una construcción en toda su vida política, desde la universidad hasta los últimos días de gobierno en 1973. Es tal esta convicción y su visión especial del proceso chileno al socialismo, como hombre de izquierda, humanista y solidario con los movimientos revolucionarios de izquierda del mundo. En 1960 tuvo un encuentro con el Che Guevara en Cuba, luego de una larga conversación que duró horas, culmina con un abrazo, el Che le regala una foto con una dedicatoria que dice, “Para Salvador, quien por otra vía también aspira por el socialismo”, cuya foto estaba en su escritorio el 11 de septiembre de 1973, cuando la fuerza aérea bombardeaba el Palacio de la Moneda.

Son muchos los ejemplos de la férrea defensa que hizo Allende por la democracia y la constitución chilena. Lo refleja también en su discurso en la Federación de Estudiantes de la Universidad de Chile en la celebración del triunfo del 4 de septiembre de 1970, que dice en algunos párrafos: “Desde aquí declaro, solemnemente, que respetaré los derechos de todos los chilenos (…) Por esto, esta noche, que pertenece a la Historia, en este momento de júbilo, yo expreso mi emocionado reconocimiento a los hombres y mujeres, a los militantes de los partidos populares e integrantes de las fuerzas sociales que hicieron posible esta victoria que tiene proyecciones más allá de las fronteras de la propia patria (…)  Sólo quiero realzar ante la historia el hecho trascendental que ustedes han realizado, derrotando la soberbia del dinero, la presión y la amenaza; la información deformada, la campaña de terror, de la insidia y la maldad (…) Gracias, gracias, compañeras. Gracias, gracias, compañeros. Ya lo dije un día: lo mejor que tengo me lo dio mi partido, la unidad de los trabajadores y la unidad popular. A la lealtad de ustedes, responderé con la lealtad de un gobernante del pueblo; con la lealtad del compañero presidente.”

Entre el 4 de septiembre de 1970 y el 24 de octubre del mismo año, día en que se ratifica el triunfo del presidente Allende por el congreso pleno de acuerdo con la Constitución de 1925, sucedieron algunos acontecimientos que permiten observar el temple y carisma del Presidente Allende. Se inició la intervención de Estados Unidos, la CIA y la embajada de EEUU, también cientos de empresarios chilenos sacaron capitales y salieron a Miami, la Democracia Cristiana exigió el estatuto de garantías democráticas a la UP, aunque lo más grave fue el intento de secuestro y luego homicidio del comandante en el jefe del Ejército, René Schneider, el 22 de octubre de 1970. En este cuadro de mucha tensión, Allende calmaba a su gente y a los nerviosos dirigentes de la UP, sosteniendo una y otra vez, “debemos respetar la constitución y las leyes”.

En ese complejo contexto se firmó el acuerdo del estatuto de garantías democráticas con la DC, que significó una importante reforma a la constitución vigente. Esa reforma constitucional convirtió a la institucionalidad jurídico política chilena en una de las más avanzadas del mundo desde el punto de vista democrático, a la vez que reforzó todavía más el aparentemente paradójico vínculo entre revolución y legalidad [1]. Aunque a muchos les cueste creer, en términos de pluralismo, libertad de expresión y de reunión, prensa, radio y TV exclusivamente universitaria y estatal, derechos sociales, sindicalización y otros, fueron mayores esos avances democráticos que incluso los que vivimos actualmente con la aún vigente constitución de la dictadura, que se aplicaron íntegramente durante el gobierno del Presidente Allende.

Indudablemente los tres años de gobierno del presidente Allende fueron intensos y de muchas tensiones por la propuesta de cambios que proponía el programa de la UP, como también la oposición de derecha y que muy pronto se sumó la DC, pese a la complejidad, absolutamente todas las leyes pasaron por el debate en el congreso e incluso la Nacionalización del Cobre se aprobó por la unanimidad de los parlamentarios de la época. Los debates eran apasionados, pero el presidente Allende siempre respetó la libertad de prensa de la época a pesar de los duros ataques que recibía de los medios de oposición.

Las empresas periodísticas más poderosas eran indudablemente de derecha, las encabezaban Agustín Edwards y su familia, dueños de los diarios El Mercurio de Santiago y de Valparaíso, los vespertinos Las Ultimas Noticias y La Segunda, además La Estrella de Valparaíso. La Tercera. En 1971, se agregó a la oposición el diario Tribuna, de propiedad del Partido Nacional (fusión de conservadores y liberales), creado exclusivamente para atacar a la UP y al Presidente. A la vez surgieron las revistas Qué Pasa, Sepa y PEC, de derecha y ultraderecha, que jugaron un papel importante en la exacerbación de los ánimos y en la agudización de la crisis. Medios opositores que usaron un lenguaje menos rupturistas, pero de abierta oposición al sistema, fueron la revista Ercilla y el periódico La Prensa, del partido democratacristiano.

Entre los que medios que expresaban el apoyo al gobierno de Allende y su programa, estaba el diario Clarín; el vespertino Las Noticias de Última Hora, del Partido Socialista, El Siglo, del Partido Comunista, y La Nación, de propiedad del Estado (de escasa circulación). En 1970 aparece el tabloide Puro Chile, de irrestricto apoyo al gobierno popular. Periódicos de provincia que apoyaron al gobierno de circulación regional fueron, El Surazo, en Concepción y Mañanita, en Talca. Se agregan la revista Punto Final, independiente de izquierda y guevarista, y El Rebelde, periódico del MIR.

Tal era la defensa a la libertad de prensa que ejercía el Presidente Allende, que, en su extenso discurso inaugural de la Asamblea Nacional de Periodistas de Izquierda, el 11 de abril de 1971, fijó tempranamente su posición. Dijo: “el pueblo periodista se reúne para desnudar a los industriales de la noticia”. Definió la tarea revolucionaria de los periodistas de izquierda en un momento de cambios profundos, como un compromiso doble. Aparte de dar a conocer las tareas del gobierno y la voluntad de los trabajadores propuso sumarse al trabajo voluntario, apoyando la elevación del nivel político de las bases. Junto con llamar a ser conscientes del paso histórico que se estaba dando, advirtió: “Hay que entender que nosotros no estamos buscando el monopolio de la información y por lo tanto la lucha la damos con ese marco, con esa necesidad de mostrar dentro y fuera del país, que aquí existe una amplia libertad de prensa”.[2]

Otro ejemplo de esta posición de Allende y su alabada vía chilena al socialismo, ocurrió en 1972, cuando el sindicato de periodistas radiales, presidido por una militante del MIR, le hizo llegar un estudio que demostraba que una importante cantidad de radioemisoras, especialmente de provincias, cuyos propietarios derechistas desarrollaban ataques virulentos y sediciosos contra el gobierno popular, se encontraban en situación ilegal por no respetar la Ley de Servicios eléctricos. Por lo tanto, aplicándoles la legalidad vigente, podían perder la frecuencia radial y quedarían silenciados sin necesidad de expropiación. En respuesta, el presidente Allende invitó a un desayuno en la residencia de Tomás Moro, a todos los presidentes de los sindicatos de trabajadores de los medios de comunicación. La mayoría eran militantes o independientes de izquierda.

Allí explicó extensamente como dañaba al proceso de cambios, la desatada campaña de desprestigio y sedición de la oligarquía, pero que no era posible contrarrestarla, sino con el trabajo de la prensa afín al gobierno. Luego pidió la colaboración de los trabajadores, para no generar iniciativas ni peleas que torpedearan los acuerdos de los que él era garante. Ante algunas intervenciones de los sindicalistas, que defendían una postura más agresiva contra la sedición, golpeó fuertemente la mesa y se dirigió a la militante del MIR que encabezaba el sindicato de periodistas radiales, diciendo: “a usted le digo, que no permitiré que se dé ningún paso que pueda ser interpretado como ataque a la libertad de prensa. Lo he hablado también con los jefes de partidos de la Unidad Popular así que nada de estudios creativos, que no sirven al proceso de cambios en que estamos empeñados”.

El presidente Salvador Allende con su coherencia acostumbrada y convicción democrática plantea en su primer mensaje presidencial al Congreso Pleno del 21 de mayo de 1970,  “Chile se encuentra ante la necesidad de iniciar una manera nueva de construir la sociedad socialista: la vía revolucionaria nuestra, la vía pluralista, anticipada por los clásicos del marxismo, pero jamás antes concretada. Los pensadores sociales han supuesto que los primeros en recorrerla serían naciones más desarrolladas, probablemente Italia y Francia, con sus poderosos partidos obreros de definición marxista. Sin embargo, una vez más, la historia permite romper con el pasado y construir un nuevo modelo de sociedad, no sólo donde teóricamente era más previsible, sino donde se crearon condiciones concretas más favorables para su logro. Chile es hoy la primera nación de la Tierra llamada a conformar el segundo modelo de transición a la sociedad socialista”.

Allende ratifica una vez más, como fue en sus tres años de gobierno el modelo chileno para avanzar en los cambios a una sociedad con más justicia e igualdad, apartándose de los casos de Rusia, China, Yugoslavia o Cuba, su vía al socialismo seria en libertad, democracia y respeto absoluto por el voto en las urnas del pueblo chileno. La vía chilena al socialismo, tal como la definiera Salvador Allende, representó –por su contenido revolucionario- una transgresión a los límites de lo tolerable para la potencia hegemónica en el hemisferio occidental, de naturaleza análoga a la amenaza que había percibido la Unión Soviética en la primavera de Praga en 1968. La particular hostilidad de Kissinger hacia la experiencia socialista chilena provenía en buena medida del carácter ejemplar que podría adquirir en países como Francia e Italia, un intento exitoso de superar los límites del capitalismo dependiente e iniciar la construcción del socialismo, encabezado por una alianza entre comunistas y socialistas en un marco de respeto a las prácticas democráticas, el pluralismo político y los derechos y libertades ciudadanas.[3]

El gobierno de Allende y su programa de acciones fueron muy ambiciosas, que la derecha no perdonaba. Implementar un programa tan anheloso que incluía estatización de las áreas «claves» de la economía, nacionalización de la gran minería del cobre, aceleración de la reforma agraria, congelamiento de los precios de las mercancías, aumento de los salarios de todos los trabajadores, con otras medidas que se enfocaban a obtener una rápida reactivación económica tras una drástica redistribución de la riqueza, leche para todos los niños, el famoso medio litro de leche diaria como ración a todos los niños de Chile (en tres años está sola medida implico bajar la desnutrición  de un 60% a un 12% en lactantes). Arriendos a precios fijos, se proponía el 10% de la renta familiar como máximo para el pago de arriendo y dividendos. Contribuciones sólo a las mansiones. Medicina gratuita en los hospitales, se suprime el pago de todos los medicamentos y exámenes en los hospitales, no más estafa en los precios de los remedios rebajando drásticamente los precios de los medicamentos. No más impuestos a los alimentos de primera necesidad. (algunas de estas medidas aun las discutimos).

Todo lo anterior implicaba un cambio en la distribución de la riqueza en el país, disminuir la desigualdad social, situación que los empresarios, partidos de derecha, los medios de comunicación, los camioneros, se revelaron iniciando una oposición virulenta, fuera que se origina el grupo extremista de derecha Patria y libertad con atentados de todo tipo en el país.  El gobierno tuvo que enfrentar toda esta presión con la institucionalidad democrática que siempre defendió Allende, que también se cometieron errores, no existe el gobierno perfecto, problemas de gestión, uso desmedido de los DFL, tomas de terrenos y fabricas que sectores ultras de izquierda propiciaban.

Lo más grave quizás fue el abuso que hicieron los sectores de oposición en la distribución de los alimentos, situación que el gobierno no pudo controlar, la prensa derechista logró que esta crisis se transformara en pánico nacional y el acaparamiento de especies provocó una crisis de envergadura, que hasta hoy se recuerda con hostilidad en algunos segmentos de la sociedad.

El presidente Allende con su temple nunca aceptó las presiones de sectores de ultra izquierda por saltarse la agenda democrática y el programa aprobado en las elecciones de 1970, (la UP aumentó de 36% de votos en las presidenciales a 49% en las municipales de 1971, y luego en las parlamentarias de marzo de 1973, se consolidó con un 44%).

Así está establecido en la carta respuesta del presidente a la triada ultra de sectores del PS, del Mapu-Garreton y del MIR, el 29 de julio de 1972, como reacción a una “Asamblea del Pueblo” organizada en Concepción, dice: “En la provincia de Concepción se ha producido por segunda vez en tres meses un fenómeno de tendencia divisionista que atenta contra la homogeneidad del movimiento de la Unidad Popular. No vacilo en calificarlo como un proceso deformado que sirve a los enemigos de la causa revolucionaria (…) El poder popular no surgirá de la maniobra divisionista de los que quieren levantar un espejismo lírico surgido del romanticismo político al que llaman, al margen de toda realidad, “Asamblea Popular” (…) ¿Qué dialéctica aplican los que han propuesto la formación de tal asamblea? ¿Qué elementos teóricos respaldan su existencia? Porque aquí hay un solo Gobierno, el que presido, y que no sólo es el legítimamente constituido, sino que, por su definición y contenido de clase, es un Gobierno al servicio de los intereses generales de los trabajadores. Y, con la más profunda conciencia revolucionaria, no toleraré que nadie ni nada atente contra la plenitud del legítimo Gobierno del país (…). El Gobierno de la Unidad Popular es resultado del esfuerzo de los trabajadores, de su unidad y organización. Pero también de la fortaleza del régimen institucional vigente, que resistió los embates de la burguesía y del imperialismo para destruirlo. Por eso, para continuar gobernando al servicio de los trabajadores, es mi deber defender, sin fatiga, el régimen institucional democrático”.

La verdad sea dicha – como decía un querido amigo AJM-QEPD- son muchos los ejemplos en que Allende se la jugó por la democracia, no solo en los discursos sino también en hechos concretos, la convivencia humana no es viable si no se reconoce el valor del otro y podemos discrepar en plena libertad. Después del fallido intento de golpe militar (ensayo dicen algunos) del llamado “tanquetazo” del Regimiento Blindado N.º 2, del 29 de junio de 1973, que fue controlado heroicamente por Carlos Prat y José Toha. Esa tarde el pueblo de Santiago concurrió a La Moneda a respaldar al presidente Allende y su gobierno.

La gente estaba muy molesta y enardecida por los sucesos de la mañana, le manifestaron repetidas veces al presidente Allende “A cerrar, a cerrar el Congreso Nacional”, y lo instó a dar un golpe de timón definitivo hacia el socialismo.

La respuesta del presidente silenció al unísono a la Plaza de la Constitución: «Compañeros, el proceso revolucionario chileno tiene que marchar por los cauces propios de nuestra historia, de nuestra institucionalidad, y el pueblo debe comprender que yo tengo que mantenerme leal a lo que he dicho. Haremos los cambios revolucionarios en pluralismo, democracia y libertad. (…) ¡Óiganlo bien, y pido respeto, no voy a cerrar el Congreso!». Los cientos de miles que gritaban respetaron su posición y silenciaron la consigna.

Hay muchos otros ejemplos de la vocación democrática y pluralista del presidente Allende, pero, quizás su principal sello al respecto fue su sacrificio del 11 de septiembre de 1973, su trágica muerte durante el bombardeo a la casa de gobierno, que lo ratifica en su discurso final: “Compatriotas: Esta será seguramente la última oportunidad en que me pueda dirigir a ustedes (…) Ante estos hechos, sólo me cabe decirles a los trabajadores: ¡Yo no voy a renunciar! Colocado en un tránsito histórico, pagaré con mi vida la lealtad del pueblo. Y les digo que tengo la certeza de que la semilla que entregáramos a la conciencia digna de miles y miles de chilenos no podrá ser segada definitivamente. Tienen la fuerza, podrán avasallarnos, pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen… ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos (…) Trabajadores de mi patria: Quiero agradecerles la lealtad que siempre tuvieron, la confianza que depositaron en un hombre que sólo fue intérprete de grandes anhelos de justicia, que empeñó su palabra en que respetaría la Constitución y la ley y así lo hizo (…). Sigan ustedes sabiendo que, mucho más temprano que tarde, de nuevo abrirán las grandes alamedas por donde pase el hombre libre para construir una sociedad mejor… ¡Viva Chile! ¡Viva el pueblo! ¡Vivan los trabajadores!”

Su muerte en La Moneda simboliza el respaldo a la constitución y la democracia, como hombre digno, hace un llamado al pueblo de Chile a cuidarse, a protegerse, sabía del poder absoluto de las FFAA, las diferencias en la sociedad chilena se debían solucionar democráticamente y así lo había establecido con su equipo de confianza que llamaría a un plebiscito nacional para solucionar las diferencias entre gobierno y oposición, que el pueblo se pronunciara, pero se adelantaron las armas, provocando una de las dictaduras más feroces  de América Latina y del mundo.

El ser humano siempre está aprendiendo, es innato a nuestra naturaleza, el ejemplo del presidente Allende en estos 50 años del golpe militar nos debe hacer reflexionar, la democracia solo se salva con mayor democracia, jamás se debe justificar lo que hicieron las FFAA y sus cómplices pasivos, el valor de la vida y los derechos humanos no se transan.

[1] Riquelme, Alfredo; “Los modelos revolucionarios y el naufragio de la vía chilena al socialismo”, 2007

[2] Gladys Díaz, Lucía Sepúlveda, “El Quehacer de los Medios de Comunicación en los años de la Unidad Popular”. 2020

[3] Riquelme, A. op. cit.

TAGS: #50años #Allende #UnidadPopular

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Marlon

04 de noviembre

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