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¿Existe real preocupación por la concentración del ingreso?

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“En Chile existe un alto grado de concentración de la riqueza”, solemos escuchar con actuada sesudez a gran parte de la clase política de un tiempo a esta parte. Es cierto, ¿pero es novedad? Es posible entender el revuelo que puede haber causado la tesis sobre el poder económico, de Ricardo Lagos Escobar, cuando culminaba de estudiar derecho por allá por 1962. ¿Pero hoy?

Ya que no es un tema nuevo, ¿por qué motivo se habla de ello con tanta frecuencia y con tanta preocupación?

Intuyo que el ingreso a la OCDE fue el hecho desencadenante que informó a quienes aún desconocían o deseaban desconocer esta problemática.

El figurar en el último lugar en lo que a distribución del ingreso se trata es impactante. Un último lugar nunca es recibido de buena forma, pero es aún más grave para una sociedad que ha adquirido en gran medida los ideales norteamericanos, pues afecta nuestro orgullo patrio. El no ser calificado de winner nos altera, pues estamos acostumbrados a escuchar cifras económicas que nos sitúan en el podio.

La concentración de la riqueza se genera de diversas formas. Existen quienes lo atribuyen a la colonización, debido a que los conquistadores obtuvieron posiciones de privilegio en la sociedad. Pero la situación no ha variado en gran medida. Si comparamos los niveles socioeconómicos utilizando la clasificación tradicional (ABC1, C2, C3, D y E), observaremos que se replican los porcentajes en gran medida, que la distribución se asemeja con los españoles, criollos, mestizos, indígenas y esclavos (considerando cifras de 1.570), respectivamente.

Claro es que un punto es el origen de la concentración y uno distinto es cómo se ha mantenido. La probabilidad de permanecer en el 10% de mayores ingresos en EE.UU. es de un 19%, mientras que en Chile la probabilidad de permanecer en ese selecto grupo es del 56%. Así, modificar los impuestos y avanzar en una reforma tributaria es imprescindible, pero se requiere valentía política para recuperar tantos años.

El figurar en el último lugar en lo que a distribución del ingreso se trata es impactante. Un último lugar nunca es recibido de buena forma, pero es aún más grave para una sociedad que ha adquirido en gran medida los ideales norteamericanos, pues afecta nuestro orgullo patrio. El no ser calificado de winner nos altera, pues estamos acostumbrados a escuchar cifras económicas que nos sitúan en el podio.

Ahora bien, ya que existe la preocupación de toda la clase política, ¿debiéramos asumir con candidez que habrá consenso en ello para un próximo gobierno?

* Entrada escrita por René Fernández Montt, Director Ejecutivo de Democracia Activa. Publicada previamente en La Segunda.

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Foto: Wikimedia Commons

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1 Comentario

Luis Riesco

Leí esta columna en su publicación original y la comento nuevamente. Mis más sinceras felicitaciones, ojalá la clase política se haga cargo y esté a la altura de las circunstancias.