En estos días, el estado del sistema educativo se observa tanto por la exposición de intencionalidades de los presidenciables, como por la aplicación de procesos de evaluación estandarizada y la entrega de resultados que aterrizan desde mediciones internacionales en las que Chile participa.
Mientras oíamos las propuestas de educación de los candidatos, se asomó un más riguroso PISA, exponiendo el desempeño de Chile contrastado con el vecindario y con los que suelen ser nuestros referentes (OCDE). Las evidencias de productos, procesos e interacciones educativas vitales no efectivas se suman a los resultados locales de arrastre en el Simce, Prueba Inicia, etc., donde el común denominador es el estancamiento.
Ante eso han surgido voces con una diagnosis habitual: reingeniería o derechamente fin del Simce, desmunicipalización, mejores presupuestos, gratuidades, fin del lucro, estado protector y no subsidiario, obligatoriedades más tempranas, más institucionalidad, entre otros. Todo ello con un par de elementos comunes: la orientación estructural o macrosistémica y la evidente omisión de operacionalizar sus ofertas para alcanzar mejores resultados.
Promuevo otra mirada: focalizarnos en los procesos de enseñanza-aprendizaje que son responsables de generar experiencias significativas y memorables dentro del aula. Propongo centrarnos en la mirada microsistémica en la que encontramos a docentes y aprendices interactuando y siendo responsables de la calidad de la educación.
En este sentido, no habrá garantías de calidad para dicha interacción si mantenemos la escasa presencia de la didáctica en la Formación Inicial Docente, con un promedio menor a dos semestres en responder la pregunta de cómo voy a enseñar mi disciplina. Tampoco habrá calidad si no se discute sobre un currículum abultado con prescripción de contenidos, en lugar de centrarse en desarrollar habilidades y destrezas para enfrentar los desafíos del siglo XXI. Peor aún si no se aborda la escasa dotación de metodologías y estrategias para posibilitar el ejercicio sistemático de habilidades de orden superior y del pensamiento estructurado.
Promuevo otra mirada: focalizarnos en los procesos de enseñanza-aprendizaje que son responsables de generar experiencias significativas y memorables dentro del aula
Se extraña también un gran acuerdo para atender su perfil multicanal, multimedial y multimodal, junto a una urgente actualización y perfeccionamiento para docentes en los aspectos de integración curricular de TIC al aula cuando la cobertura había quedado encaminada. Se invita, entonces, a cambiar telescopios por microscopios que observen, propongan, modelen, calibren y orienten las interacciones fundamentales para la anhelada calidad.
* Entrada escrita por Juan Labra Fernández, Coordinador de Educación de Democracia Activa. Publicada Previamente en la Segunda.
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