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El golpe político de la UDI

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La decisión de la UDI de designar a Evelyn Matthei como su candidata presidencial y, paralelamente, señalando un veto a la candidatura de Andrés Allamand como abanderado de consenso de la Alianza, es una demostración de la voluntad de este partido de seguir ejerciendo en forma inalterable la hegemonía en la derecha chilena.

La designación de Matthei agrava aún más la división de la derecha, manifestada en múltiples ocasiones y de manera más acrimoniosa inmediatamente después de las primarias del 30 de junio. Ambos partidos están conscientes de las limitadas posibilidades electorales que ella tiene, debido al alto rechazo que genera en la opinión pública –incluso en la misma derecha- y por los datos de las encuestas que, invariablemente, muestran un amplio respaldo a Michelle Bachelet.

¿Cuál es la razón entonces por imponer un candidato presidencial? Básicamente porque al tener una candidatura presidencial de un signo partidario determinado favorece electoralmente a los candidatos al Congreso que se identifiquen con ese partido, puesto que les será más fácil asociarse a la figura presidencial en desmedro de sus compañeros de lista. Por tanto, el objetivo principal de la UDI para proclamar la candidatura de Matthei no es para ganar las elecciones presidenciales sino para maximizar su bancada parlamentaria.

Las declaraciones de diputados del gremialismo sosteniendo que la postulación de Matthei es sí o sí hasta noviembre y llamando a RN a “sumarse” a su candidatura, es una imposición que será difícil de sortear para el partido presidido por Carlos Larraín. Ese partido ha sido notificado a través de los medios de comunicaciones que las negociaciones llevadas a cabo para llenar la vacante generada por la renuncia de Pablo Longueira han llegado a su término porque su candidata es “más competitiva y genera consenso”, recalcando de paso, en forma expresa, que esas cualidades no las tiene Andrés Allamand.

Los sectores empresariales del país que se han beneficiado de la desregulación, la privatización, y el abandono por el Estado de muchas áreas de la provisión social, como también los defensores de la vía neoliberal que ocupan puestos de considerable influencia en el ámbito académico (en universidades y en muchos think-tanks), en los medios de comunicación y en las entidades financieras desplegaran toda su influencia para imponer a Matthei como candidata única, considerando que los riesgos, no sólo de perder estrepitosamente en noviembre son muy altos -incluso de poder salir terceros- sino que como sector se podrían convertir en poco relevantes en el nuevo ciclo político, dando paso a un cambio de clivaje en la política chilena, desde el SI y el NO a uno progresista transformador versus uno liberal gradualista, con énfasis muy distintos y visiones económicos-sociales diferentes a los que han predominado en la transición.

Ante este escenario, RN no tiene mucho margen de maniobra. Su candidato ya ha sido vetado como candidato único. Correr con dos candidatos no es una opción aceptable entre el electorado de derecha. Por otro lado, los poderes fácticos de la derecha – con el gobierno incluido- intensificaran la presión sobre Allamand y su partido que los obligará a subordinarse a la candidatura presidencial impuesta por la UDI. La amenaza de cortar los recursos financieros a los postulantes al Congreso de RN será un gran “aliciente” para que estos asuman en forma pragmática la opción de Evelyn Matthei. Esta mono causalidad es bastante poderosa para olvidarse de la autoestima mancillada.

Esa presión ya está en marcha y la están haciendo a través de editoriales y columnas en los medios de comunicación vinculados a la derecha donde enfatizan los “contras” de Allamand: su actitud beligerante con Golborne y su negativa a felicitar a Longueira en el “balcón” la noche del triunfo de este último en las primarias de la Alianza. Además se mencionan los constantes gestos “anti unitarios”  en que incurrido el ex miembro de la patrulla juvenil.

El abordaje de Renovación Nacional en este tema será exclusivamente pragmático con el único objetivo de mantener una representación parlamentaria que les sirva para tener cierta influencia en los acontecimientos del futuro, pero es obvio que en la contienda parlamentaria estarán en desventaja porque las candidaturas al congreso de la UDI se identificaran y asociaran mejor con la candidata presidencial del gremialismo.

Las declaraciones de diputados del gremialismo sosteniendo que la postulación de Matthei es sí o sí hasta noviembre y llamando a RN a “sumarse” a su candidatura, es una imposición que será difícil de sortear para el partido presidido por Carlos Larraín.

Sin embargo, esta rendición transitoria de RN, al decidir no llevar candidato propio en esta vuelta, podría traerles consecuencias ventajosas para el futuro. Al no profundizar las diferencias entre ambos partidos y traspasando la responsabilidad del fracaso de las negociaciones al partido “aliado” por su negativa a definir de común acuerdo la candidatura presidencial de la Alianza e imponer unilateralmente a su candidata, podrían proyectar una imagen de responsabilidad ante su electorado y en la eventualidad de que Allamand salga electo senador por Santiago poniente lo legitimaria para el 2017 en el sector social que  vota por la derecha y que, según remarcan algunos voceros de ambos partidos, valora la unidad.

Aquí ha primado y seguirá primando el cálculo frío de la UDI. Primero proclamó a Golborne porque aparecía con un respaldo superior en las encuestas a las de otras figuras de derecha, a pesar de que éste no compartía muchos dogmas del gremialismo. Posterior a la caída de Golborne, el nombre de Evelyn Matthei surgió con fuerza para reemplazarlo pero los “coroneles” que controlan el partido se decidieron por Longueira quién representaba genuinamente el ADN de la UDI, desechando a la que en esos momentos contaba con más apoyo en las encuestas. Se supone que en dicha oportunidad ella no encarnaba las posturas que ese partido deseaba proyectar. Tanto fue la molestia de Matthei el día de la proclamación de Longueira que abandonó el lugar molesta y manifestó que “la UDI no me quiere”

Ahora, en una adaptación incomoda de valores y principios, la UDI la designa su abanderada presidencial y ella se mimetiza entre los intereses de los actores políticos que antes la apartaron del circulo controlador de la pureza doctrinaria del partido. Estamos frente a relaciones contractuales muy propias del mercado que sólo buscan resultados tangibles, relaciones que el neoliberalismo valora y enfatiza.

J.L Dader, en su libro «La Personalización de la Política», plantea que en la política actual se potencian elementos que poco tienen que ver con las ideas y si mucho con las características personales que puedan hacer más “atractiva” a una figura frente a un determinado electorado, priorizando requerimientos formales, acentuando la personalización de la política y relegando la defensa de ciertas ideas ante el personaje que crea su imagen a través de la televisión. Todo vale para mantener el dique de contención para impedir los cambios demandados por los movimientos sociales y actualmente asumidos por la Nueva Mayoría.

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