El destacado constitucionalista norteamericano Bruce Ackerman, se ha mostrado muy interesado por nuestro proceso constituyente en curso -en paradojal contraste con algunos personajes de nuestra clase política que no trepidaron en intentar retrasar o abortar el plebiscito de octubre pasado y, en última instancia, el proceso constituyente en su conjunto. Finalmente, se impuso la soberanía popular y nos encaminamos a elegir a los integrantes de la Convención Constitucional.
En una entrevista previa, el profesor Ackerman había manifestado su preocupación por que la redacción de nuestra futura Constitución quedase entregada a una convención en la que participasen parlamentarios en ejercicio. La ciudadanía demostró estar de acuerdo con el académico de Yale, al rechazar por más de un 80% la Convención Mixta en el plebiscito de octubre.
Su última entrevista resulta especialmente aclaratoria del sistema semipresidencial -el que tanto mencionan, al parecer, por ignorancia, quienes no defienden la mantención del presidencialismo, pero tampoco osan referirse al sistema parlamentario. El profesor Ackerman, en cambio, no duda en aconsejarnos la opción por el sistema de gobierno parlamentario y da los ejemplos de España y Alemania, por lo que me siento plenamente interpretado.
Como he señalado anteriormente, los integrantes de la futura Convención Constitucional deben partir por tener claro que nada del contenido de la nueva Constitución que aprobemos, será un invento chileno, puesto que nada hay ya que inventar en el mundo en materia constitucional, sino sólo escoger entre opciones ya vigentes en el planeta. Asimismo, debiéramos aspirar a lograr en Chile aquel “patriotismo constitucional” -al que se refiere Ackerman en sus libros (We The People)- que sienten los estadounidenses por su Constitución (de 1787), la que todos invocan y sienten como propia, al revés de los que nos ocurre a nosotros, chilenos y chilenas.
Como he señalado anteriormente, los integrantes de la futura Convención Constitucional deben partir por tener claro que nada del contenido de la nueva Constitución que aprobemos, será un invento chilen
Por otra parte, hay que aceptar que el presidencialismo sólo funciona bien en EEUU -con sus frenos y contrapesos (checks and balances)-, donde se ha mostrado a prueba de Donald Trump, en tanto en Latinoamérica sólo acaba siendo desnaturalizado y reconvertido en regímenes autoritarios por caudillos populistas y mesiánicos de los signos más diversos.
Finalmente, hay que tener en cuenta que en su último libro –Revolutionary Constitutions, que su autor identifica como el primero de una serie-, el profesor Ackerman abandona el tratamiento del constitucionalismo norteamericano e inicia el tratamiento de procesos constituyentes a nivel global, ocupándose de India, Sudáfrica, la Francia e Italia de posguerra, España, Polonia, Irán, Japón etc., por lo que no cabe duda que el segundo volumen tendrá a Chile como principal objeto de estudio.
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