La situación no es para nada auspiciosa. La pandemia de COVID-19 afecta sin parar a toda clase de nación, sea desarrollada o no. Pareciera que vivimos en el mundo al revés, que hay países que han extremado medidas al punto de llegar a acciones que eran impensables, pero que hoy son una solución rápida y certera para salvar la mayor cantidad de vidas posible. El pensamiento utilitarista ha regresado en pleno siglo XXI, y déjenme decirles, sus efectos han sido necesarios y desastrosos.
Es en este punto, donde muchos personeros de la clase política en Chile han pensado en una postergación del plebiscito del 26 de abril, pues hoy resulta tarea riesgosa, debido a que la reunión pactada puede llevar a un continuo aumento exponencial de los contagios.
Déjenme decirles la verdad de las cosas: al movimiento social le tocó la mala pata, y los políticos quieren aprovecharse de ello. Si fuera por la ciudadanía, seguiríamos protestando, reclamando por una mejoría en las condiciones de nuestra sociedad, pues aparte de que la inacción de este gobierno -pese a las recomendaciones de organismos- ha hecho las cosas complicadas, el empresariado parece no haber aprendido nada, al mostrarse continuamente especulativa y aprovechadora, en un momento en donde la oferta y la demanda son principios que tenemos que abandonar ¿Cómo es posible así crear un nuevo pacto social? ¿Acaso toda la fuerza de un nuevo compromiso la vamos a tener que llevar nosotros otra vez?El gobierno, también debe comprometerse a hacer caso a las recomendaciones de expertos, y no jugar a un pensamiento de esperanza, pues naciones más desarrolladas que la nuestra lo hicieron así, y están pagando las terribles consecuencias.
Sin embargo, pese a todo esto, no podemos cegarnos al hecho, de que esta pandemia global, pone en riesgo a un gran grupo de nuestra población, porque verán, Chile es un país viejo. Nuestra población se caracteriza por ser una pirámide invertida, hay una mayor cantidad de adultos mayores que cualquier grupo etario de la población. Salir a las calles hoy sería una demostración de arrogancia de parte de nosotros. Y si queremos ser mejores que la clase política, no podemos igualar sus métodos, por mucho que esto arroje costos altísimos para el movimiento. Nuestra sociedad es primero, y si se nos olvida aquello, transitaremos a un lugar del cual no volveremos a salir jamás.
Es por ello que propongo aplazar el plebiscito a mayo o junio, o de aplazarse hasta octubre, establecer la elección de convencionales en marzo, con tal de dar tiempo a aquellas personas que quieran postularse a convencionales para crear campañas políticas potentes, pues reducir el tiempo significa solo dar chance a quienes tienen financiamiento -ó sea, quienes participan en la clase política-
La clase política también debe comprometerse a reformar no solo el artículo 130, sino también el artículo 142, pues dicho artículo fija un problema grave respecto al llamado “plebiscito de salida”. Este, asegura en su inciso final, que en el caso de que se rechace el anteproyecto de una hipotética Convención, se volvería sin más a la CPR de 1980, siendo que que en el plebiscito de entrada -el de este año- la pregunta es «¿Quiere usted una Nueva Constitución?», con lo que la ciudadanía decide o no la necesidad de reemplazar la CPR del 80’, y el plebiscito de salida solo se da en la chance de que gane la opción Apruebo. Por lo que no se estaría respetando la decisión legítima de la ciudadanía, ya que espíritu ciudadano de reemplazar la CPR está de manifiesto desde lo basal en dicha situación. No ayuda el hecho de que la pregunta de la papeleta del plebiscito de salida sea ¿Aprueba usted el texto de Nueva Constitución propuesto?, pues confirma más que no se decide si se quiere o no cambiar, sino solamente sobre el anteproyecto.
Volver a la CPR de 1980 en dicho caso, no tiene ningún sentido, porque falta el respeto a la decisión tomada por el soberano -ó sea, el pueblo- por lo que propongo que se reforme dicho artículo, para que en el caso de que el anteproyecto sea rechazado, el Congreso sea quien realice uno propio, para ser votado en un nuevo plebiscito, pero con una pregunta distinta, que evite una iteración infinita (como por ejemplo “¿Aprueba usted el reemplazo de la Constitución Política de la República vigente por el texto presentado por el Congreso?”) y que dé chances de agotar todas las vías posibles para poder reemplazar la Constitución -habiendo transitado por una opción propuesta popularmente, y por una opción propuesta por el Estado- ante lo cual un Rechazo signifique, en dicho caso, un regreso a la CPR de 1980.
El gobierno, también debe comprometerse a hacer caso a las recomendaciones de expertos, y no jugar a un pensamiento de esperanza, pues naciones más desarrolladas que la nuestra lo hicieron así, y están pagando las terribles consecuencias. Si es necesario cerrar ciudades y evitar que la gente trabaje, que sea así, pero la idea es la protección de la ciudadanía.
Son deberes que la clase política tiene, para iniciar un tránsito político justo a una sociedad que quiere recomponer sus lazos con su Estado, pero que no puede hasta que este demuestre intenciones reales de cambio.
Comentarios
18 de marzo
Estoy de acuerdo en postergar fecha plebiscito para darle legitimidad por participacion..
Pero… llevamos desfe 2009 si mueva constitucion o no… Y EN LA OPINION PUBLICA
CERO DEBATE DE LOS CONYENIDOS ESENCIALES DE UNA CONSTITUCION
Que en Chile por la critica generaliza al presidencialismo, debe partir por QUE REGIMEN POLITICO
CERO DEBATE
¿PAIS DE CONSIGNAS? A ESTO LLEVAN LAS REDES SOCIALES?
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