Estamos a pocos meses de que se inicie la redacción de la nueva constitución política del país, y a pesar de que seguimos en pandemia, sin duda el tema del año será la inédita Convención Constitucional. Las elecciones de los convencionales constituyentes, quienes ya iniciaron sus campañas, serán por el momento el mismo día que las elecciones municipales y las de gobernadores regionales, aunque, el gobierno ya planteó la idea de hacerlo en dos días, una medida errada si es que las 4 elecciones no se separan en ambos días, de no ser así, el riesgo de fraude aumenta y algún candidato podría darse el lujo de imitar la pataleta que hizo Trump en Estados Unidos.
Independiente de si será en uno o dos días, al parecer este 11 de abril, sabremos quienes serán los hombres y mujeres que redactarán la nueva constitución.
Esta elección abre una de las aristas más interesantes de la convención, básicamente: ¿Que tan representado estará un sector respecto al otro? Esta pregunta es difícil de responder pues tanto la oposición como el oficialismo tienen sus puntos para estar más representado: El oficialismo lleva la lista única con republicanos, algo ideal según nuestro sistema electoral, pero hay que notar que esta es la primera elección que enfrenta el bloque en conjunto tras el estallido social. Además también entran otros factores como paridad, escaños reservados y los sucesos previos a la elección que enfrentará el gobierno, los que ayudarían a la oposición a eventualmente hacerse con más escaños.Lo importante es que de la convención resulte una constitución política de buen nivel, con lo básico, es decir derechos y deberes, organización de un nuevo estado acorde a los tiempos actuales, pero también una constitución que termine uniendo a un país
Entre tanto factor para analizar, hay algo que si se puede desprender fácilmente y es que ningún sector político tendrá los 2/3 de quórum para escribir la nueva constitución por si mismo, y esto es importante, pues para que este proceso resulte exitoso es fundamental que los candidatos que resulten electos vayan con la intención de dialogar y buscar acuerdos, de lo contrario, la CC no será más que un congreso 2.0 (tal como decía la propaganda de la convención mixta).
Esta intención de diálogo y búsqueda de acuerdos es lo que poco se ha visto en este período de campañas y debates de los constituyentes (por supuesto hay excepciones), dentro de la toxicidad de la propaganda existen quienes tratan de inhabilitar moralmente a sus contrincantes, el ejemplo más común es el restringir de participar de esta convención a quienes fueron adherentes del «Rechazo”, quienes terminan respondiendo que esta crítica viene de los que no firmaron y hasta hoy critican el acuerdo del 15 de Noviembre de 2019 que habilitó este proceso constituyente, en una poco virtuosa rencilla de ver quien tiene más derechos democráticos que el otro por haber tenido cierto voto político en el pasado. Recomiendo ver el debate de Gonzalo Blumel y Beatriz Sánchez en el programa Estado Nacional para ir graficando el contenido de esta columna.
También existen aquellos candidatos que entienden la Convención Constitucional como una oportunidad de revancha política con la constitución vigente y van con la intención de armar un programa de gobierno en la Nueva Constitución, lo que puede derivar en una constitución ultra mínima tras una serie de burdo debate político y bloqueo constante. Hay que ser claros en señalar que la Nueva Constitución no es un programa de gobierno, y a juicio de quien escribe sería un error para el proceso llevar la polarización de la calle a la convención constitucional. Ad portas de la constituyente esto último parece no quedar del todo claro para la política.
Otro mal hábito de este período de campaña es entender que la constitución es un «tragalotodo», es decir el mal de que todo debe estar escrito en la constitución, solo por dar un ejemplo, temas como el rodeo donde hay muchos adherentes y detractores no merecen realmente ser constitucionalizados. Ha existido poca información sobre cuáles son los contenidos que generalmente abordan las constituciones, tomo como respaldo los resultados de la encuesta Data Influye correspondiente al mes de febrero de 2020, donde las personas aseguran que esta elección es la más importante (53%) pero también afirman estar desinformadas del proceso (62%). Sin Embargo, esta manía de querer encajar todo en la constitución también depende de la celeridad con la que funcione la convención constituyente, pues primero tendrá que sortear su reglamento de funcionamiento, quien presidirá la convención y por supuesto el contexto social en el que se desenvuelva las deliberaciones entre tanto llamado a funar y “rodear” la misma convención.
Es muy probable que la convención termine ocupando la cláusula de la prórroga de 3 meses, aunque confío en que quienes terminen siendo electos serán conscientes que no pueden entregar un texto de 3 páginas para ser plebiscitado.
Dejando de lado un poco de lo turbio que ha tenido el proceso, una de las cosas positivas de la constituyente, es la irrupción de nuevas caras y la representatividad que ha generado. Respecto a lo primero, el proceso constituyente ha sido la primera elección y campaña de las generaciones más recientes, tanto para votantes como para candidatos, también ha sido el nicho de muchos “intelectuales” que estábamos acostumbrados a escuchar y que ahora decidieron competir, destaco los ejemplos de Cristóbal Bellolio, Fernando Atria, Bernardo Fontaine, Agustín Squella y Sylvia Eyzaguirre. En cuanto a lo segundo esta será una elección con un tremendo abanico de opciones, es la primera elección de por ejemplo; El Partido Republicano y también es la primera elección con mayor cantidad de independientes (que además pueden formar lista). Es bastante difícil que alguien diga no encontrarse representado en algún candidato. Sin duda que la participación ciudadana aumente y sea menos elitista es algo para estar contentos
En síntesis Lo importante es que de la convención resulte una constitución política de buen nivel, con lo básico, es decir derechos y deberes, organización de un nuevo estado acorde a los tiempos actuales, pero también una constitución que termine uniendo a un país, hay que pensar en una constitución a largo plazo y que tenga una legitimidad que no volver a vivir los sucesos de Octubre de 2019.
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