Sin duda el estallido social marcó un antes y después en la historia del país, es casi innegable señalar que nuestro país no cambió desde aquella situación. Ahora bien, independiente entre quienes respaldan el estallido social o no, lo más preocupante es cuál fue el mensaje que dejó en quienes ostentaban el poder aquella fecha.
Lo que para algunos significaba que los políticos iban a por fin dejar de comportarse como una nueva oligarquía y ponerse a trabajar por el resto, no fue más que un impulso para que surgieran seres o caudillos que tenían mágicamente la solución de todo, o que eran unas especies de mesías voceros del abstracto concepto de “Pueblo”. Y así fue como la política se convirtió en el reality show de quién era más «pueblo”, de este reality show participaron una Izquierda ganosa de refundar un país y una derecha en busca de popularidad pérdida tras el estallido. Pero el concepto detrás de aquella búsqueda de popularidad es la ética.
Hoy, la política abandonó totalmente el concepto de la ética. Así, vemos como nuevamente se aprobó un cuarto (por única y excepcional vez), retiro de los fondos previsionales. Todos quienes lo aprueban, saben que están haciendo un daño a las pensiones de las personas, pero entre no ser querido por el pueblo, y ser responsable con el futuro de las personas, mejor aprobar el retiro. El nivel de descaro llegó a que 29 parlamentarios dentro de sus propuestas de campaña ocuparán referencia a los retiros previsionales. ¿Es ético que se ocupen los fondos previsionales para obtener votos? El hecho de que se ocupen los retiros como estrategia de campaña, es similar a la situación de Argentina cuando los políticos empiezan a ocupar el dinero del Banco Central a medida que se acerca un nuevo proceso eleccionario.
Este proceso que viviremos en onviembre, ha despertado las peores intenciones de los políticos con tal de aferrarse al poder. Esta misma afección ocurre incluso para quienes aspiran llegar a la moneda, hemos visto candidatos que hablan de él poder de la gente, pero mantienen deudas por pensión alimenticia, una senadora de la República que utiliza como bibliografía Wiki pedía en un debate presidencial, candidatos que se dan vueltas de chaqueta según las encuestas, y otros que públicamente hacen A y terminan haciendo B. Todo aquello con el fin de buscar la aceptación o la popularidad, dejando de lado la ética de una sana competencia presidencial
Hoy vemos una política que prescinde de la técnica, populista y demagógica, pero también vemos la incoherencia y una conducta social que pareciera manifestar que no importa lo que se haga para ascender al poder,
Una de las cosas, que más genera inestabilidad política, es cuando las instituciones se deslegitiman, si bien el estallido fue el reflejo de muchas instituciones deslegitimadas, la situación después de dos años ha empeorado. Para resolver el estallido y atacando este mismo problema de legitimidad pública, la política decidió implementar un acuerdo por la paz y la nueva Constitución. Este proceso, ratificado electoralmente, dio paso a una nueva institución, encargada de reconfigurar las instituciones anteriores que supuestamente habían fallado. A menos de 3 meses, de instalada la Convención Constituyente, su respaldo ciudadano va en descenso sostenido (y no porque fuese una mala idea), sino porque quienes la componen, abandonan la ética con tal de aferrarse y obtener más poder. El caso estrella es el del Convencional Rodrigo Rojas Vade, quien mintió padecer cáncer para obtener un escaño en la convención (mentir para ganar votos, realizado por un independiente sin previa participación política). ¿Es ético mentir para acceder a una cuota de poder? Claro que no. Aunque la situación no se queda en Rojas Vade, la convención ha seguido en prácticas poco éticas, para obtener poder, tal es el caso de los cambios de quórum o de los plebiscitos dirimentes, los convencionales saben que dentro de las reglas que les permitieron ser electos, estaba la inamovilidad de los quórum de funcionamiento, y aún así, empujan la iniciativa poniendo en riesgo la legitimidad de la nueva institución. ¿Es ético seguir las reglas, solo cuando me convienen? La verdad es que la falta de ética en la política, no solo se queda solamente en el debate legislativo o en a competencia de quien será la cara del futuro poder ejecutivo, las prácticas poco correctas también infestaron al poder judicial, y así fue como también nos enteramos que el Fiscal Nacional (cuando era candidato al cargo), se reunió en privado con algunos de los senadores que estaban siendo investigados por delitos de financiamiento irregular de la política. Posteriormente, el fiscal nacional asumió el cargo y los supuestos delitos que habían cometido aquellos senadores con los que se reunió, quedaron en total impunidad. ¿Fue ético lo que hizo el fiscal Abbott?
Estas preguntas que han sido planteadas parecieran ser sencillas de responder, pero parecen ser difíciles para quienes hoy manejan el país (así de paradójico). Hoy vemos una política que prescinde de la técnica, populista y demagógica, pero también vemos la incoherencia y una conducta social que pareciera manifestar que no importa lo que se haga para ascender al poder, similar a la condición de que el fin justifica los medios. Nadie puede decirnos cómo serán los años que han de venir, pero al parecer, el día de mañana recordaremos lo que alguna vez fue democracia.
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